“Estás enamorado de la fantasía”.Inez (Rachel McAdams)
No podía arrancar mejor el Festival de Cannes 2011. La 64ª edición del certamen cinematográfico más importante del planeta quedó inaugurada con la esperada proyección de ‘Midnight in Paris’, lo nuevo de Woody Allen, solo unos días antes de su estreno en España (este viernes). Tanto el cineasta como algunos de los intérpretes acudieron a Cannes para presentar la película, que no compite en la sección oficial. No pude acceder a la rueda de prensa, solo verla a través de uno de los muchos monitores que hay en el Palais des Festivals; y no pude pese a que llegué a la cola de los primeros, abandonando la sala nada más empezar los créditos (con lo que me gusta escucharlos), pues al parecer solo había asientos para los profesionales de acreditación rosa, los privilegiados. Un servidor pertenece al grupo azul, que es como la clase media. Y luego están los naranjas, pobrecillos, que van los últimos. Ya sabéis que hace nada estuve en el festival de Berlín, y no se hacía esto de separar a los acreditados por colores, había butacas para todos (aquí te puedes quedar fuera) y con algo de prisa se llegaba a cualquier rueda de prensa. Pero bueno, esto es Cannes. Lujo, estrellas. Otro mundo.
Dejo aparcado por el momento lo que supone estar aquí como acreditado, porque estoy seguro que ante todo lo que os interesa es leer sobre ‘Midnight in Paris’. Es una delicia. Sinceramente, la estaba viendo, y me sentía feliz. Lleno de energía, de entusiasmo, de vitalidad, de alegría. ¿Cuántas veces ocurre eso cuando vamos al cine hoy en día? Pocas, casi nunca diría yo. Por fortuna todavía nos quedan grandes cineastas. Ahí está Woody Allen, todavía escribiendo y dirigiendo (y actuando, ya ha confirmando que en la próxima tendrá un papel) a sus 75 años, mejor llevados de lo que parece; físicamente se le ve muy débil, como es lógico, pero la cabeza le funciona de maravilla. Es su 40º largometraje hasta la fecha (no cuento ‘What´s Up, Tiger Lily?’) y el neoyorquino vuelve a demostrar que su imaginación y su dedicación no han flaqueado en absoluto, que sigue en plena forma. Desde luego, no tenéis que preguntarlo, Allen no inventa nada con su nuevo trabajo, no ofrece nada que no hayamos visto antes, son sus temas y sus personajes. Al que no le guste, es absurdo repetir. Al que le guste, va a disfrutar.
La principal novedad de ‘Midnight in Paris’ es que Allen nos traslada a la capital francesa, el símbolo del romanticismo, la Ciudad de la Luz, para convertirla en el escenario central de su nueva comedia, después de aquel breve, pero memorable, pasaje en ‘Todos dicen I Love You’ (‘Everyone Says I Love You’). Y se nota que el cineasta ama esta ciudad, casi tanto como Nueva York. Los primeros minutos de la película están dedicados totalmente a París, a sus calles, sus espacios, sus edificios, sus monumentos, su gente y su lluvia, sus días y sus noches; un estupendo montaje de postales de la ciudad (bellísima con la fotografía de Darius Khondji) que recuerda en cierta manera al inicio de ‘Manhattan’, sin llegar a esa cima. También en ‘Midnight in Paris’ el protagonista es un exitoso guionista estadounidense, al que sin embargo no le gusta su trabajo. Gil (Owen Wilson) es un romántico empedernido que desea quedarse en suelo parisino, donde está pasando unos días de vacaciones con su prometida y sus suegros. Cree que respirando el aire de París, con toda su cultura y su historia, nada que ver con el Hollywood de donde viene, por fin podrá terminar su primera novela, pero Inez (Rachel McAdams) ni se lo plantea, su sitio está de vuelta en Estados Unidos.
Este conflicto sirve para evidenciar que algo no funciona en la pareja, a pesar de que vayan a casarse. Pero ninguno quiere asumirlo, por diferentes razones. Gil no soporta a los amigos de Inez, en especial al pedante Paul (Michael Sheen), uno de esos tipos que se creen expertos en todo, así que prefiere ir por su cuenta, pasear solo, y disfrutar de la magia de París. Literalmente. Como en otros trabajos de Woody Allen (‘Alice’ o ‘La rosa púrpura del Cairo’), la realidad se confunde con la fantasía y de pronto Gil es transportado a los años 20; empieza a vivir un sueño. Cada noche, a las doce en punto, retrocede en el tiempo, y conoce a muchos de los artistas que ha admirado durante toda su vida (no digo nombres para no estropearos la sorpresa), con los que se relaciona con total normalidad, como si fueran contemporáneos, colegas. Y así conoce a Adriana (Marion Cotillard), una musa de varios creadores, de la que se enamora al instante. Enamorado de una mujer del pasado, ¿cómo podría funcionar esa relación? ¿Es posible? Además, ¡está Inez! La tranquila existencia de Gil se tambalea, y sigue sin terminar su novela, pero al menos sabe que está en el sitio correcto. Solo tiene que elegir el año, y la mujer…
Sufre la película algún que otro bajón de ritmo, con tanto ir y venir de un tiempo a otro, pero se le disculpa. También conviene tener en cuenta que Allen ofrece una visión idealizada de París, no pretende ser realista, así que nadie debería buscarlo; del mismo modo, no me parece un relato apto para cínicos o enfadados con el mundo, porque no podrán entrar en la ficción. Como suele ocurrir con este cineasta, todo el elenco de ‘Midnight In Paris’ está impecable, todos cumplen de manera fresca y natural con sus roles, incluyendo a la primera dama de Francia, la famosa Carla Bruni (apenas sale en tres escenas). Cabe destacar la labor de Owen Wilson, confirmando lo que ya apuntaba en el tráiler, que encaja a la perfección en el personaje que habría interpretado Woody Allen en otro tiempo; aun así quiero aclarar que aunque su forma de hablar o sus gestos recuerden a veces a Allen, el Gil que compone Wilson es auténtico y totalmente suyo, en absoluto una simple imitación. Prueba que en manos adecuadas, este actor puede ser muy bueno. No la situaría entre las mejores, pero ‘Midnight in Paris’ es una de las películas más divertidas y románticas, inspiradas e inspiradoras, de Woody Allen.
En la rueda de prensa (que como digo pude ver en directo, a las mismas puertas de la sala donde se estaba celebrando) estuvieron Allen, Wilson, McAdams, Sheen, Léa Seydoux y Adrien Brody (un cameo desternillante el suyo). Como suele ocurrir, la mayor parte de lo que se dijo fue que todo había sido maravilloso; el guion, el rodaje, la dirección, los actores, la ciudad… Todo genial. Quizá el mejor momento fue cuando un periodista preguntó a Woody Allen si todavía se consideraba un artista, a diferencia de los directores de cine estadounidense, y él respondió que no, que nunca se había considerado tal cosa, solo un afortunado, un amante del cine que tiene la suerte de poder hacer películas, las que desea, a su manera (”algunas salen bien, otras no“). También aclaró que su retrato de París se debe al cine; igual que cuando muestra Nueva York, se trata de su visión subjetiva de esas ciudades, cómo las siente, tras ser influido por películas. En cuanto a la fotografía, dijo que odia ver a actores con tonos azules (no creo que quisiera burlarse de ‘Avatar’), así que pidió a Khondji luces cálidas. Por último, comentó la aparición de Carla Bruni, algo inevitable. Contó que le ofreció aparecer en una de sus películas nada más verla, durante un almuerzo con su marido, que le pareció una mujer encantadora y bella, inteligente y talentosa; no le dio ningún problema durante el rodaje (si se lo dio no lo iba a contar), y dice que la mujer quedó muy contenta porque se vio muy guapa. Menos mal.
Juan Luis Caviaro, desde Cannes, 12 de mayo de 2011.
PD: Ayer también pude ver ‘Sleeping Beauty’ y esta mañana ‘We Need to Talk About Kevin’, dos aspirantes a la Palma de Oro. Os hablaré de ellas en el próximo artículo.
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