La Tierra es malvada. (Justine / Kirsten Dunst)
Lars von Trier logró su propósito, fue el centro de la octava jornada del festival de Cannes 2011. Presentó su nuevo trabajo, 'Melancolía' ('Melancholia'), que fue muy bien recibida por la prensa (si hubo abucheos fueron totalmente neutralizados por los aplausos), y soltó una bomba en la rueda de prensa (“Entiendo a Hitler”), logrando la total atención de los medios, así como una reacción pública por parte del certamen, pidiendo disculpas por las declaraciones. Lo cierto es que no le hacía falta al danés crear ninguna polémica (quizá no puede evitarlo), con una película tan potente como la que ha presentado aquí en Cannes; de hecho, es probable que lo ocurrido le impida lograr su segunda Palma de Oro (ya la ganó hace diez años por ‘Bailar en la oscuridad’), cuando a partía como uno de los grandes favoritos.
De manera similar a ‘Antichrist’, ‘Melancolía’ arranca con un prólogo a cámara lenta; se trata de una serie de escenas poéticas, oníricas, acompañadas por la música de ‘Tristán e Isolda’ de Richard Wagner. En esta impresionante secuencia vemos que un gigantesco planeta se dirige al nuestro, destruyéndolo. Tras el título, comienza la primera de las dos partes en las que está dividida la historia, titulada “Justine”. Interpretada por una colosal Kirsten Dunst (nunca ha estado tan bella ni tan convincente como en este film), Justine se dirige al castillo donde va a celebrarse una fiesta con motivo de su boda con Michael (Alexander Skarsgard). Los novios parecen felices al principio, pero su retraso causa el primer reproche de su hermana, Claire (Charlotte Gainsbourg), y su cuñado, John (Kiefer Sutherland), quien no dejará de recordar que la costosa celebración se ha pagado con su dinero. Poco a poco, mientras los invitados se turnan para mostrar lo poco que les importa realmente la novia, ella se ve incapaz de mantener la máscara de la sonrisa, sintiéndose cada vez más incómoda, miserable y depresiva. Necesita ayuda, pero no encuentra más que egoísmo, incomprensión y rechazo. Está sola, abandonada en un mundo cuya destrucción llegará a desear.
La segunda parte se titula “Claire” y está centrada en la relación entre las dos hermanas y la extraordinaria aparición del planeta Melancolía. Justine ha vuelto a casa de Claire y John completamente hundida, pero conforme Melancolía se va acercando cada vez más a la Tierra, ella recupera gradualmente la serenidad y la lucidez, traspasando su crisis a Claire, que no puede evitar la desesperanza pese a los intentos de su marido por tranquilizarla con la versión oficial de los científicos más fiables, que aseguran que la colisión planetaria es prácticamente imposible. Intensa, imaginativa, cautivadora, 'Melancolía' es un amargo drama existencial mezclado con un oscuro cuento de hadas, una joya, cuya fuerza y belleza consiguen cubrir arritmias y flaquezas, que las tiene. Creo que el relato está algo descompensado, quizá por querer dividirlo en dos capítulos, en lugar de integrar de manera más fluida la trama del amenazante planeta en la de la tensa fiesta. Se hace difícil seguir con todo el interés el cambio de capítulo, pero pronto recupera el tono Von Trier y nos sumerge en una formidable intriga psicológica sobre la posibilidad del fin del mundo que ya quisieran filmar en Hollywood.
Es curioso que hayamos visto en Cannes unas sensacionales imágenes del espacio exterior firmadas por autores tan poco vinculados con los espectáculos de efectos visuales, la fantasía y la ciencia-ficción, como Terrence Malick y Lars von Trier. Se nota que el primero ha dispuesto de más presupuesto y más tiempo para pulir sus escenas, pero el segundo no se queda atrás a la hora de transmitir sensaciones con su imparable Melancolía. Pero al igual que ‘The Tree of Life’ recurría a la formación del cosmos o a dinosaurios para tratar cuestiones existenciales, el planeta creado por el cineasta danés que surge en los cielos de la Tierra es una excusa para desarrollar emociones y situaciones personales, íntimas, con la muerte en el horizonte. Mientras la solitaria Justine se enfrenta en el primer tramo del film a lo que podríamos llamar un apocalipsis interior, llegando a sentir fascinación por el azulado Melancolía (hay una escena en la que parece que trata de seducirlo, atraerlo hacia la Tierra), su hermana, integrada socialmente y madre de un hijo pequeño, se muestra débil y hundida ante el temor del fin del mundo. Con un reparto impecable en el que sobresale Dunst (en un papel que el danés escribió para Penélope Cruz, que presentó aquí ‘Piratas del Caribe 4’...), ‘Melancolía’ es una obra apasionante que emociona, inquieta, altera y provoca.
Había expectación por ver la rueda de prensa de ‘Melancholia’, y Von Trier no defraudó. Es absurdo lo que se ha montado, calificado de escándalo, cuando todos estaban deseando que llegara el danés para hacer algo inesperado, para animar el certamen. Pero es la pose de muchos, hacerse los escandalizados mientras se ríen por dentro, divertidos con lo ocurrido o saboreando la posibilidad de contar una “noticia”. ¿Qué pasó? Pues que Von Trier dijo esto: “Durante mucho tiempo pensé que era judío y me hacía muy feliz, hasta que apareció Susanne Bier, y de repente dejó de gustarme ser judío… Era broma… Perdón. Bueno, descubrí que no era judío, en vez de eso descubrí que en realidad era nazi, porque mi familia era alemana. Y eso también me gustó, así que, ¿qué puedo decir? Que entiendo a Hitler. Entiendo que hizo algunas cosas mal… Quiero decir que entiendo a la persona. No diría que Hitler es lo que llamamos una buena persona, pero sí, le entiendo y simpatizo con él… No digo que esté de acuerdo con la Guerra Mundial, ni contra los judíos. Ni siquiera estoy contra Susanne Bier. Estoy con ellos. Y digo esto igual que digo que los israelís son como un grano en el culo… ¿Cómo salgo de esto? De acuerdo, soy un nazi”.
Os aclaro que vi las imágenes en directo y me pareció bastante evidente que el director estaba tomándole el pelo a la prensa, pero al darse cuenta que quizá estaba metiendo la pata (a su lado, Kirsten Dunst parecía a punto de romper a llorar y/o desear darle un puñetazo), se empezó a liar y no supo cómo zanjarlo todo de manera que le entendieran, al mismo tiempo de resultar gracioso y polémico, que es justo lo que todos esperaban. Vi a un hombre nervioso y emocionado que intentaba explicar su trabajo y al mismo tiempo satisfacer las expectativas del festival, no a un completo gilipollas que va de genio, como se dice por ahí. Pero es mi punto de vista. Aparte del rollo antisemita, Von Trier dejó otras perlas, como que su próxima película será pornográfica, por el interés y la insistencia de Dunst, y que tras ver por primera vez ‘Melancholia’ pensó que “quizá era una basura”; también comentó que la película no trata del fin del mundo sino de un estado de ánimo, y que no recomienda verla porque se puede sufrir la misma tristeza que lo invadió a él. A la presentación de la película también asistieron John Hurt, Charlotte Gainsbourg, Udo Kier y Stellan Skarsgard, pero pasaron desapercibidos para la prensa, ocupados en el cineasta danés y la protagonista de la película.
Caviaro en Cannes (I)
Aprovecho esta entrada para iniciar una serie de cortos paréntesis, sustituyendo a mis habituales posdatas, en los que quiero acercar aún más al lector la experiencia de estar aquí en Cannes como acreditado por Blogdecine. Espero que os resulte ameno y curioso.
La primera foto que hice al llegar al Palais des Festivals, en la Croisette, el centro del certamen, donde pasa todo.
Faye Dunaway nos mira desde lo alto.
Desde ahí os estoy escribiendo ahora. Se accede a través de una de las dos salas para la prensa; una terraza estupenda, salvo por la cantidad de acreditados que no paran de fumar. Además tengo la gran suerte de que el viento siempre me permite aspirar el humo y saborear las cenizas.
Una de las colas en las que he estado, para entrar a la sala Debussy. Mucha gente, entre acreditados e invitados, hay que estar muy pronto (al menos media hora antes de la sesión) o te quedas sin sitio.
Estos días, Cannes es cine, pero también fiestas y lujo. Anoche estuve invitado en la Terrazza Martini y pasé un buen rato escuchando música en directo.
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