‘El castor’, Mel Gibson salva un endeble relato
“Estoy aquí para salvar tu maldita vida”. El castor (Mel Gibson)
La película más esperada y comentada de la séptima jornada del festival de Cannes 2011 no formaba parte de la sección oficial, y ya fue estrenada en Estados Unidos (de manera limitada, en apenas 20 salas). Pero la dirige Jodie Foster y la protagoniza Mel Gibson, y con eso es más que suficiente. Solo Foster participó en la rueda de prensa (junto al guionista Kyle Killen y el productor Keith Redmon), ya que al parecer la actriz y directora no quería que la presencia de Gibson pudiera dejar la película en un segundo plano, que los periodistas aprovechasen para buscar el lado más polémico de la estrella, protagonista en los medios por escándalos personales, en lugar de por su trabajo en el cine, lo que ha arruinado su reputación en Hollywood. “Estará aquí, pero no hablará”, informó la cineasta. Y eso vinculó aún más la vida del actor con la del personaje que interpreta en ‘El castor’ (‘The Beaver’), una comedia dramática que fue muy aplaudida en el pase de invitados y prensa de las 11 de la mañana (ojalá empezaran a esa hora las proyecciones del día).
El protagonista de ‘El castor’ es Walter (Mel Gibson), un hombre profundamente deprimido. Era un exitoso hombre de negocios y un amado padre de familia, pero ahora es incapaz de hacer nada, ha tocado fondo. Después de que su mujer (Jodie Foster) lo eche de casa, por el bien de sus hijos (Anton Yelchin y Riley Thomas Stewart), Walter se plantea el suicidio, justo antes de ver una luz al final del túnel, en forma de castor. Walter encuentra tirada en la basura una marioneta y empieza a usarla como si tuviese vida propia, hablando a los demás a través de ella. Gracias al castor, el hombre puede volver a exteriorizar todo lo que era incapaz de decir a su familia y sus empleados, puede volver a recuperar su vida, y además convertido en alguien más positivo, cariñoso y seguro. Sin embargo, no tardará en darse cuenta que depende totalmente del castor y que éste lo puede alejar definitivamente de su mujer y sus hijos, que desean una situación de normalidad, como la que conocieron antes de que Walter entrara en crisis. ¿Hasta qué punto se parecen Walter y Gibson? Ni idea, pero el actor está sensacional, solo por su interpretación ya merece la pena ver la película.
El principal problema de la película es que la historia se amolda al esquema convencional del cine norteamericano, con unos giros argumentales que ya se sabe uno de memoria, y un tono demasiado amable, simplista, blando, comercial. Desde luego, Walter lo pasa mal, sufre, pero encuentra al castor y recupera el control de su vida, vuelve a tener éxito y descubre que la familia es lo más importante, buscando la reconciliación con sus seres queridos. Su mujer no se opone a darle una segunda oportunidad (la secuencia de sexo con la marioneta es impagable), y su hijo pequeño está encantado con el castor, pero el mayor no piensa tolerar lo que considera una broma sin gracia. Pero en lugar de centrarse en esto, en la recuperación de su familia y su salud mental, el guion del primerizo Killen, trasladado a la gran pantalla con escasa imaginación por parte de Foster, tiene una subtrama centrada en el personaje de Yelchin que resulta insulsa e inverosímil.
El joven, cuyo mayor deseo es escapar de los defectos de su padre y ser una persona completamente diferente, se enamora de la chica guapa del instituto (cómo no), interpretada por Jennifer Lawrence, que también tiene un conflicto que superar. Gibson es el que más se luce (sobre todo cuando habla con y a través de la marioneta, a la que da voz con un divertido acento) en este inofensivo cóctel de drama familiar, comedia negra y sátira social, pero todo el elenco está en su sitio, comprometidos con sus personajes, o más probablemente, con una cineasta que ha tardado quince años en volver a situarse tras las cámaras (Foster no dirigía nada desde ‘A casa por vacaciones’). No parece que ‘El castor’ vaya a lograr grandes cifras en taquilla, pero con el tiempo puede llegar a convertirse en un título querido, en una vía de escape para personas que atraviesen malas épocas, como Walter. Es un producto correcto que se deja ver, hace reír y tiene su mensaje, pero a mí solo me interesa cuando aparece Gibson, lo demás me resulta aburrido.
'Pie de página (Footnote)', amarga batalla paternofilial
'Pie de página (Footnote)' es el cuarto largometraje del israelí nacido en Nueva York Joseph Cedar, y uno de los 20 títulos que aspiran a la Palma de Oro en esta 64ª edición. Cedar, cuyos trabajos han sido éxitos de taquilla en su país, centra la historia de su nuevo film en la familia Shkolnik, y más concretamente en la peculiar relación entre el veterano Eliezer (Shlomo Bar Aba) y su hijo Uriel (Lior Ashkenazi). Los dos son investigadores que han dedicado su vida al estudio de los textos sagrados de los judíos, con diferente enfoque y fortuna; mientras que el padre es un profesor purista y misántropo que ha tenido mala suerte y carece del apoyo de sus colegas, un hombre encerrado en su propio mundo obsesivamente organizado, Uriel es más abierto y simpático, ganando reconocimientos que Eliezer, al ser ignorado durante décadas, no duda en despreciar públicamente. Sin embargo, un día Eliezer recibe una llamada; le ha sido concedido el premio más prestigioso del país en su disciplina, cuando ya lo daba por imposible. Cuando la relación con Uriel parece en su mejor momento, éste descubre que ha habido un error en la decisión del jurado…
La película, basada en una experiencia real vivida por el cineasta, arranca con una importante celebración, una secuencia en la que Uriel da un discurso de agradecimiento tras recibir un premio por su labor de investigación. Mientras habla y se gana al público con una tierna y divertida anécdota sobre su padre (luego descubriremos que fue suavizada para la ocasión), éste es incapaz de sonreír, de disimular su disgusto, y apenas aplaude de forma desganada. El lánguido transcurrir de la trama y la sencilla puesta en escena de Cedar salta en pedazos cuando de forma repentina en la pantalla surgen unas “notas a pie de página” sobre los dos protagonistas, unos espectaculares paréntesis en la historia, muy ingeniosos, que nos permiten conocer mejor y entender el comportamiento de Eliezer y Uriel, así como su tensa y sorprendente rivalidad. Una rivalidad tratada con mucho sentido del humor, sin que ello llegue a diluir el tono serio y amargo del relato. Ácida, irónica, mordaz, ‘Footnote’ (‘Hearat Shulayim’) es una irregular comedia de grandes momentos aislados que consiguen mantener el interés pese a los bajones de ritmo y la excesiva preocupación de Cedar por remarcar las personalidades de sus protagonistas y los conflictos sobre reconocimientos académicos en Israel. No suena como favorita, pero es de lo más divertido que hemos visto aquí hasta ahora.
Juan Luis Caviaro desde Cannes, 17 de mayo de 2011.
PD: En solo cinco horas se proyecta lo último de Lars Von Trier, ‘Melancholia’.