Sólo dos años después de competir en el Festival de Cannes con 'Crímenes del futuro', David Cronenberg vuelve a aspirar a la Palma de Oro con su nuevo trabajo, 'The Shrouds'. "Cualquiera que me conozca sabrá qué partes son autobiográficas", ha declarado el canadiense, que empezó a escribir este guion tras el fallecimiento de su esposa, Carolyn Zeifman, a los 66 años. Quizá por este motivo ha creado una de las mejores películas de su fascinante carrera.
'The Shrouds' es un retorcido thriller dramático con elementos de ciencia ficción realista que gira en torno a la muerte, y al proceso de adaptación tras el trauma causado por la pérdida de un ser querido. La historia gira en torno a Karsh (Vincent Cassel), un exitoso hombre de negocios que posee un cementerio y una peculiar tecnología, GraveTech, que permite observar la descomposición de los cadáveres allí enterrados como (extravagante) alivio para el dolor y el duelo.
En las primeras escenas se aclara que Karsh inventó GraveTech tras la muerte de su esposa, como una manera de seguir con ella. Le tranquiliza saber que puede monitorizar en todo momento los restos de su amada, Becca (Diane Kruger). Muy romántico todo. Al observar el cadáver, Karsh encuentra un detalle que le extraña y decide investigarlo, dando inicio a una intriga que va a desafiar los delicados cimientos de su realidad.
La muerte como origen de una violenta transformación
El protagonista comparte su preocupación con su excuñada, Terry (Kruger), gemela de Becca, convencida de la existencia de una conspiración de médicos para realizar experimentos ilegales en sus pacientes. Una semilla para la paranoia que aumenta cuando el cementerio es atacado y varias de las tumbas son destruidas, incluyendo la de Becca. Así entra en escena Maury (Guy Pearce), expareja de Terry que está atravesando su propia crisis y acepta ayudar a Karsh, aunque las cosas sólo se complican aún más.
La confusión se dispara con pesadillas donde Karsh se encuentra con su esposa muerta, desnuda, desfigurada, donde dialogan sobre el procedimiento médico al que se está sometiendo, liderado por un viejo amor de Becca. Estas inquietudes se unen a sospechas de espionaje, teorías sobre oscuras corporaciones, viejos rencores, oscuros secretos, perversiones, celos y fantasías. Su mundo ha volado por los aires.
Por otro lado, David Cronenberg quiere explorar el conflicto del deseo en el protagonista viudo, que en un intento por pasar página vuelve a tener citas y relaciones sexuales mientras tiene esos sueños horribles con su esposa, seguramente como manifestación de un sentimiento de culpa. Esta lucha interna durante la búsqueda de la verdad llega a provocar una confusión de identidades, potenciada por detalles como la elección de Kruger en el doble papel de las hermanas, cuya relación con el protagonista cruza todos los límites.
David Cronenberg vuelve a mostrar interés por el horror corporal y los efectos físicos en 'The Shrouds' pero su principal foco de interés son las consecuencias psicológicas, la transformación interior provocada por una muerte que desestabiliza por completo la vida del superviviente. Detalles como el efecto en su dentadura o la decoración japonesa de su hogar sirven para concretar los efectos.
Asimismo, su nueva película recupera temas como la paranoia del protagonista que empieza a perder la noción de la realidad, el grupo clandestino que intenta reventar el sistema para renovarlo, la tecnología como pérdida de lo humano o las prácticas sexuales poco convencionales, pero coherentes con los personajes, que pueden escandalizar a parte del público. Es un delicioso festín para el admirador de la filmografía de Cronenberg.
También cabe destacar el gran trabajo del alter ego del realizador, Vincent Cassel, que vuelve a colaborar con él tras 'Promesas del este' y 'Un método peligroso'. Por tanto, 'The Shrouds' ahonda en las obsesiones del canadiense y su fascinación por los mecanismos de la mente, así como la construcción de diálogos como parte del desarrollo narrativo de los personajes.
Hay mucha conversación pero creo que no entorpece la narración y forma parte de la elaboración de la atmósfera y la experiencia que Cronenberg propone al espectador. Una película de ideas violentas que no necesita ejercer la violencia. Una obra exquisita, diferente y estimulante.
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