Después de la apabullante victoria de ‘Titane’ en la última edición del Festival de Cannes, precedida y seguida por el triunfo masivo en festivales de películas dirigidas por mujeres, cabría esperar que el festival de festivales que es Cannes tomara buena nota.
Sin embargo, en esta nueva edición en la que únicamente cuatro directoras compiten por la Palma de Oro (dos de ellas, precisamente dentro de esos pesos pesados del cine francés que por defecto suelen hacerse hueco en la parrilla de programación), no parece haber mucho más margen para ese cambio.
Las rondas de debate organizadas por el festival en los últimos días para discutir sobre el futuro del cine no incluían la visión femenina de ninguna cineasta del presente, ni siquiera la de la última ganadora de la Palma. Un vacío que ha levantado ampollas entre la comunidad cinematográfica. En este contexto y ya con un festival llegando a su recta final, analizamos los nuevos trabajos de dos de las invitadas a competición en Cannes 2022, Claire Denis y Valeria Bruni Tedeschi.
‘Stars at Noon’ (Claire Denis)
A juzgar por los comentarios alrededor de la Croisette, parece que, como la mayoría de lo que hemos visto en esta competición oficial, la de Claire Denis también ha provocado la reacción dividida de la crítica. Absolutamente infumable y vacía para unos, de lo mejor de la directora para otros, ‘Stars at Noon’ tiene un extraño magnetismo de ese amar peligrosamente a la fuga y pasionalmente en una historia profundamente política disfrazada de gran romance.
Sostenida enteramente por el carisma de Margaret Qualley, protagonista indiscutible ante la que su compañero de reparto, Joe Alwyn, no tiene siquiera opción de comparación, con el hipnotismo de un personaje insoportablemente intenso, pero con tal vitalidad que inevitablemente te engancha, ‘Stars at Noon’ nos arrastra corriendo arriba y abajo por las calles nicaragüenses en un intento imposible de escapar de su destino.
Una persecución política incesante en una Centro América extremadamente violenta y corrupta, volcada ante los intereses del mejor postor. Un ambiente pesante y enrarecido al que la protagonista se ha adaptado y en el que ha aprendido a moverse como cualquier local, entre historietas y triquiñuelas, y que finalmente cala en el espectador también.
Una película que, con la excusa de ese tórrido romance tropical, va ganando conforme se adentra más y más en esa atmósfera selvática y salvaje, a medida que se destapan las razones de unos y otros de estar ahí. Probablemente, de las que ganan con un segundo visionado, ciertamente mejor cuanto más la piensas.
‘Les Amandiers’ (Valeria Bruni-Tedeschi)
Un grupo de actores principiantes hacen audiciones para entrar a formarse en la prestigiosa escuela del Théâtre des Amandiers, en las afueras parisinas, cuyo director teatral, el prestigioso Patrice Chéreau (Louis Garrel) es uno de los grandes ídolos de todo actor principiante. Durante su entrenamiento, como en todo ambiente cerrado, los chavales experimentan toda clase de emociones y relaciones entre ellos, intensificadas y magnificadas en esa época de descubrimiento.
Basada a los inicios de la escuela, como la juventud de entonces, la de ‘Les Amandiers’ también sufre y disfruta de la singular situación de aquellos tumultuosos años 80, en un ataque de nostalgia de la propia directora, que inspirada por su propio entorno, acaba contando el retrato generacional de sí misma.
Vista la de Valeria Bruni Tedeschi en este contexto de veneración de la propia industria francesa y con ese cierto aire heredado de la repetidamente referenciada y emulada Nouvelle Vague de final de los 60, se entiende la razón natural de esta película por competir en la Sección Oficial de Cannes, aunque su discurso se siente un poco desfasado.
En ese sentido, ‘Les Amandiers’ falla en cuanto a la naturalidad de aquel movimiento surgido de esa generación de cineastas que quería romper el status quo, entregando una revisión aburguesada y algo egocéntrica, que al fin y al cabo proporciona una visión romantizada que legitima con cierta nostalgia una serie de comportamientos tóxicos que, tras años de revisión de los nuevos cines de entonces, ya parecían superados en el cine del nuevo milenio.
Una película que, en el contexto de su directora y de no estar compitiendo en Sección Oficial, podría tener un cierto encanto con las idas y venidas de ese grupo de protagonistas en busca del disfrute de la vida y la belleza del arte, pero que en ese codiciado espacio en el mayor festival del mundo resulta forzada y algo pedante. En esa revisión de intocables referentes, las interpretaciones de esta nueva generación de jóvenes actores parecen heredar los peores vicios de aquellos y acaban por parecer impostadas. Queda esperar la reacción del jurado oficial, presidido por la venerada figura del actor francés Vincent Lindon.
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