En las anteriores críticas sobre ‘A ciegas’ vertidas en este blog, tanto Beatriz Maldivia como Juan Luis Caviaro adoptan prácticamente la misma postura sobre la película, con el detalle añadido de que la primera había leído el libro, y el segundo no. Por lo tanto, dos percepciones distintas coinciden. Por un lado, alguien que conoce la base literaria del film, y sale decepcionado; y por otro, alguien que desconoce esa base termina llegando a la misma conclusión. Siempre que he visto una película basada en un libro que he leído he procurado dejar de lado la obra escrita, concentrándome en la cinematográfica, la cual posee una técnica narrativa totalmente distinta, algo obvio por cierto.
‘A ciegas’ está basada en ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago, sobre la que lo único que puede decir es que posee una premisa que me parece muy interesante, la misma que evidentemente posee la película. Desconozco por completo cómo se las ha ingeniado Saramago para desarrollarla, pero fílmicamente, Fernando Meirelles se ha preocupado únicamente de dotar a la historia de una fuerza visual con la que experimenta demasiado, y se olvida precisamente de poner en imágenes la historia en sí.
No leer si no se ha visto la película.
‘A ciegas’ da comienzo cuando un hombre normal y corriente, se queda ciego sin causa aparente. A partir de ese momento, todos los que están a su alrededor irán corriendo la misma suerte, y muy pronto estallará la alarma, las autoridades pondrán en cuarentena a los afectados, recluyéndolos en edificios de los que no podrán salir, abandonándolos a su suerte. En uno de esos edificios, los protagonistas de la historia, entre los que se encuentra una mujer que no ha sido afectada por la extraña epidemia, experimentarán hasta dónde es capaz de llegar el ser humano en un situación caótica que parece irreversible.
El sólo hecho de pensar que toda la población se pueda quedar paulatinamente ciega nos hace pensar en la multitud de situaciones desastrosas y caóticas que se producirían, y ésa es la intención de Meirelles al narrar la historia. Sin embargo, el director de ‘Ciudad de Dios’ (aún hoy su mejor película, y que curiosamente está co-dirigida por Kátia Lund), pone en evidencia todo lo que en ‘El jardinero fiel’ eran sospechas. Meirelles está capacitado para filma planos deslumbrantes, para jugar con la iluminación hasta conseguir escenas preciosistas únicas, pero no es capaz de penetrar en el drama en sí, y hacernos partícipes de él. Con su cargante estilismo visual termina por estropear las enormes posibilidades de la historia, y que en cierto modo sean las mismas por las que juzgamos a veces un film y no por lo que nos ofrece realmente.
Esta vez Meirelles no saca provecho de la forma, y ésta se separa del fondo, quedando un producto vacío, con algunas pinceladas de buen cine, sobre el que apenas quedan ganas de ponerse a reflexionar. Tratar de captar el punto de vista de alguien que se queda completamente ciego, en cine es prácticamente imposible, y Meirelles opta por dejar entrever algunas cosas cuando hace uso de la cámara subjetiva, lo cual es un error, porque no tendríamos que ver absolutamente nada. Pero eso no es lo más preocupante, sino todos los puntos flacos del relato, cuando se supone que todo estalla. Todos los planteamientos de tan horrible situación están desaprovechados. Que la gente que se queda ciega sea encerrada, que se confundan a los que son ciegos de verdad y no por la epidemia, que se creen grupos sociales dentro del encierro, que los de fuera los abandonen a su suerte incluso disparando contra ellos si es necesario, que la ceguera venga sin más, que se vaya también sin más, que la única persona que ve no sea capaz de sacar provecho de su ventaja, y muchos más apuntes, quedan bien como eso, como apuntes. En ‘A ciegas’ no están desarrollados, y mucho menos formando parte de un todo.
Uno de los aspectos para mí más preocupantes de la película, es su limitado registro de personajes. Todos y cada uno de los que salen en pululuando por el film carecen de profundidad, y ni siquiera son arquetipos bien utilizados, lo cual hubiera llegado de sobra. Tampoco sentimos nos identificamos con alguno de ellos, ni siquiera con el personaje de Julianne Moore (tan preciosa y efectiva como siempre), que es el único que ve, y por lo tanto el único que en esa situación puede cambiar el curso de las cosas, como de hecho hace en cierto momento. Al respecto, yo sólo me pregunto porqué Moore no le quita la pistola a Gael García Bernal, no para matarle, algo a lo que se ve absurdamente obligada luego, sino para sacarle el poder que el arma le da, y deshacerse de ella. Es precisamente en toda esta parte, en la que la película parece que va a sacar sus mejores cartas, pero todo queda reducido al efectismo, otra vez visual, pero no por cómo Meirelles lo filma, sino por lo que muestra. La degradación a la que llega el ser humano en esa parte de la película es lo mejor del film, aunque lamentablemente está resuelto de un plumazo.
A la carencia de personalidad de muchos de lo personajes hay que sumar las pobres interpretaciones de prácticamente todo su elenco. Mark Ruffalo, Gael Gacía Bernal, Alice Braga, Yusuke Iseya y Danny Glover, entre otros, están tan perdidos como los personajes que interpretan. Sólo la gran Julianne Moore parece estar a la altura, aunque más de la mitad de la película, Meirelles se dedique a filmar su rostro de infinidad de maneras y todas bonitas. Una manía del director que le lleva también a querer plasmar las consecuencias de una ceguera mundial, pensando que con sus juegos de luces y montaje podría conseguirlo.
‘A ciegas’ supone un resbalón en la carrera de un director que quedará siempre marcado por una película (‘Ciudad de Dios’) cuya fama le sobrepasa. Pero sobre todo es una gran oportunidad desaprovechada, la de poder realizar una de las cumbres sobre historias apocalípticas. La humanidad se ha quedado ciega, no hay futuro. ¿Hay algo más terrible que eso? Sí, que Meirelles se dedicase a otra cosa en lugar de narrarlo.