Hace apenas unos meses que Movistar dio inicio a un ambicioso plan para convertirse en referente de las series de ficción españolas. La primera en llegar fue ‘La zona’ a finales de octubre y más tarde hemos podido ir viendo títulos como ‘Vergüenza’, ‘La peste’ o ‘Mira lo que has hecho’, todas ellas desviándose de lo que uno suele ver en las producciones televisivas de nuestro país y que gozaron de una acogida mayoritariamente positiva.
Ahora es el turno de ‘Félix’, la primera serie de televisión creada por Cesc Gay, responsable de películas como ‘Una pistola en cada mano’ o ‘Truman’, que llega este viernes a Movistar. En ella se desmarca un poco de lo habitual en su obra para apostar por el thriller, pero siempre manteniendo su estilo personal. El resultado es de lo más refrescante, ya que la parte de suspense te mantiene interesado y el humor funciona muy bien, sobre todo cuando aparece el amigo del protagonista.
Una mezcla arriesgada que sale bien
Sobre el papel parece sencillo asociar a ‘Félix’ con los hermanos Coen, ya que la ambientación andorrana puede traer a la mente ‘Fargo’ y también cierta tendencia al humor negro, pero por otro lado tenemos a un personaje protagonista que parece más propio de la obra de Alfred Hitchcock. Una especie de héroe inesperado en la línea de, por citar un único caso, Cary Grant en ‘Con la muerte en los talones’ (‘North by Northwest’).
Todo ello pasado por el filtro de Cesc Gay –personajes cercanos con cierto pie en la realidad pero también un puntito excéntrico, más marcado según el caso, que les viene de perlas- aplicado a un thriller. Sé que es un cóctel difícil de concebir, pero el gran logro de ‘Félix’ durante su primer episodio, que es lo que he tenido la ocasión de ver, es saber que todos esos elementos aparentemente incompatibles encajen y hay varios responsables para que así suceda.
El primero es el propio Gay, quien apuesta por un enfoque ligero al que ir añadiendo detalles de suspense a medida que Félix va indagando para dar con Julia, una mujer de la que quedó prendado tras su primer encuentro y de la que no ha vuelto a saber nada. Ese punto de partida permite mostrar el recelo de otros ante los escasos datos que tiene de ella e incidir de forma brillante en la particular personalidad del protagonista interpretado con gran acierto por Leonardo Sbaraglia.
'Félix' es deliciosa
Es ahí donde encontramos otra de sus principales virtudes, ya que es muy fácil coger cariño al protagonista por la cercanía que transmite -es inseguro e inocente pero para nada tonto- y porque simplemente quiere conseguir una cosa razonable y no deja que lo que parece un callejón sin salida se interponga en su camino. Eso además le lleva a tomar una serie de decisiones un tanto peculiares en las que el contraste a través de otros personajes funciona de maravilla.
Sobre ese último punto conviene destacar los casos de Ginés García Millán y Pere Arquillué, el primero por ejercer como voz de la razón que además de recalcar el toque especial del protagonista lo ayuda a pesar de la peculiar relación que les une, mientras que el segundo por llevar la excentricidad al extremo, normalizando así un poco a Félix, y por contar con varias líneas de diálogo impagables.
Es cierto que no sé muy bien cómo va a lidiar Gay con la parte de thriller cuando éste gane intensidad, ya que un error habitual de las producciones que unen un lado serio con otro cómico es que el interés se desequilibra cuando lo primero gana protagonismo en el tramo final. En el primer episodio sí que hay algún detalle que cuadra un poquito peor en el conjunto -principalmente cuando ha de dar a entender que alguna persona puede ser peligrosa-, pero sin llegar nunca a ensuciar lo divertida que resulta.
En definitiva, ‘Félix’ nos da una serie con una historia interesante que sabe cómo balancear el thriller con la comedia, añadiendo además un curioso elemento romántico, cuenta con un inspirado reparto en el que nadie desentona, su primer episodio se pasa volando y te deja con ganas de más y Cesc Gay vuelve a demostrar lo buen guionista que es sin por ello descuidar la puesta en escena, aunque destaque más por la ambientación elegida y el uso de los colores que por otros aspectos técnicos.
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