De todos los nombres propios que hay detrás de 'Feedback', quizás el que menos destaca es su director, Pedro C. Alonso, que debuta con esta producción española rodada en inglés y con ambientación completamente foránea (la acción se sitúa en Londres con múltiples referencias a la agitada situación política actual). Más conocido es el coguionista junto a Alonso, Alberto Marini, que ha firmado guiones mejores (la soberbia 'Tu hijo', 'Para entrar a vivir', 'El desconocido') y peores ('Mientras duermes', 'Extinction', 'Summer Camp').
Finalmente, destaca como productor del invento Jaume Collet-Serra, de envidiable carrera en Hollywood con películas como 'La huérfana', 'Non-Stop' o 'Infierno azul'. Son Collet-Serra y Marini los que permiten vaticinar el estilo de 'Feedback', ya que ambos atesoran unas cuantas películas de género, comerciales, directas, sencillas, con pocos personajes, interpretadas y escritas con intensidad y con una estimable tendencia a ir al grano sin demasiadas monsergas. En ese sentido, 'Feedback' entra perfectamente en la plantilla.
El debut de Alonso cuenta cómo el periodista estrella de un exitoso late night radiofónico, Jarvis Dolan (Eddie Marsan), es asaltado en su propia emisora por unos enmascarados que le obligan a continuar con el programa para sacar a la luz un escándalo. Según se van revelando las identidades de los asaltantes y la propia implicación del locutor con los hechos, la trama se enreda hasta que queda claro que todos los presentes tienen mucho en juego con lo que se está confesando en directo.
Es un punto de partida potente que recuerda, más que a clásicos del periodismo cinematográfico, a thrillers contrarreloj como 'Grand piano' o 'El diablo sobre ruedas' donde en otros entornos pero con motivaciones similares, el protagonista no tiene la opción de frenar. Solo pisar el acelerador (real o metafórico) e intentar buscar una ventana de huída en una situación al límite.
En ese sentido, el guión de Alonso y Marini sabe cómo mantener la tensión: desvela secretos sobre todos sus personajes con cuentagotas e introduce elementos y giros para que el espectador vaya asimilando con naturalidad la información. El momento álgido que marca el ecuador del film, con unas cuantas revelaciones de impacto, son meramente verbales y sin embargo consiguen mantener la tensión al límite gracias al buen hacer de los actores (Marsan, cascarrabias pero con un punto frágil, está soberbio) y lo inteligente del guión.
'Feedback': Video killed the radio star
Alonso saca un gran partido del reducido espacio con el que cuenta (el estudio, la cabina de control) y sus aledaños, que se internan ocasionalmente en el disparate estético pero sin nunca abandonar cierta intención de verosimilitud. El director aprovecha reflejos, luces, cristales, perspectivas deformadas para que pese a las limitaciones autoimpuestas el ritmo de la película no se frene. Y lo consigue: sobrevolando un guión interesante pero con altibajos, la puesta en escena del film es modesta pero brillante, jugando con perspectivas, metáforas visuales y composiciones atrevidas.
Sin embargo, no todas las piezas del puzle encajan a la perfección: en algún momento la cuerda de la verosimilitud se destensa, y la estupenda idea de "hay que emitir sin parar" flojea, sobre todo porque la película no explica nunca a qué viene esa obsesión con estar en el aire en todo momento. El por qué de la decisión por parte de los guionistas está claro, para que la película vaya como un cohete. Y en cierto sentido es suficiente, pero en algunos momentos se resiente la credibilidad del conjunto, lo que en última instancia acaba repercutiendo en su mensaje: si en algún momento había intención de que el artefacto funcionara como una crítica social de algún tipo, la inestabilidad del guión y la contundencia de las imágenes la difuminan.
'Feedback' no es más que un juguete bien construido, estupendamente interpretado y con alguna imagen para el recuerdo, pero que carece de la precisión de relojero de las películas de Collet-Serra. Con todo, una intriga sólida y negra, con inesperadas dosis de crueldad y que no hace prisioneros en su relato de una sociedad desesperada y sin códigos morales claros.
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