Con cada nueva película de Yorgos Lanthimos y cada nuevo aparente volantazo en todo lo que había supuesto su cine hasta ese momento, vaticinan su descalabro aquellos incapaces de sintonizar con su humor, su visión del mundo y de las relaciones humanas (empleo el término "sintonizar" muy a conciencia: a veces, sencillamente, se trata de que las sensibilidades de espectador y autor vibren a la misma, extraña e irracional frecuencia). "En esta sí", dicen: "Aquí sí que se le va a ver el plumero y vamos a ver caer al griego".
Y Lanthimos cae, claro, pero siempre lo hace de pie. 'Canino' sigue siendo una pieza única, una joya aislada y una auténtica rareza para el cine europeo de este siglo. 'Alps', un volantazo hacia cierta gravedad intelectual que escondía también una considerable sorna. Su periplo norteamericano nos ha brindado ostentosas extravagancias, cada vez más pulidas en lo estético y lo narrativo, y también capaces de desafiar al espectador con cabriolas argumentales y estéticas, como 'Langosta' y la discutidísima (quizás por ser la que más se acerca a las normas ortodoxas de los géneros) 'El sacrificio de un ciervo sagrado'.
Ahora, Lanthimos, decidido de forma implacable a no dejarse encasillar, presenta con 'La favorita' nada menos que una película de época, algo inaudito en su filmografía. Y, rizando el rizo de lo inesperado, resulta ser su producción más asequible: el humor excéntrico está más moderado, la narrativa es más lineal, y la ambientación histórica permite al espectador agarrarse a hechos conocidos (aunque Lanthimos, cómo no, cede al anacronismo y se toma sus libertades a la hora de volver a contar los hechos reales).
'La favorita' cuenta la relación triangular de admiración, amistad y deseo entre tres mujeres en la Inglaterra del siglo XVIII. Se trata de la Reina Ana, la última de los Stuart (Olivia Colman), su amante y consejera Lady Sarah Churchill (Rachel Weisz) y Abigail (Emma Stone), prima de ésta y recién llegada a la Corte, que usa su inteligencia y ambición para escalar posiciones y convertirse en la nueva favorita. Todo ello en plena guerra con Francia, un conflicto que está minando la moral de la reina y las arcas del país.
'La favorita': todo cambia para que todo siga igual
Pero el gran cambio de 'La favorita' con respecto al resto del cine de Lanthimos no está en el salto de época, sino en la ausencia de Efthymis Filippou, coguionista de todas sus películas anteriores. En este caso, se parte de un guión de Deborah Davis y Tony McNamara que ha ido tomando diversas formas a lo largo de dos décadas en las que ha ido pasando de despacho en despacho. Lo fascinante del resultado es que la película tiene un aire tan a lo Lanthimos como 'Canino' o 'Langosta', coescritas con Filippou, lo que quizás nos deja la enseñanza de que cualquier historia es "lanthimizable"
En este caso, el peso de la excentricidad cae sobre las tres actrices, extraordinariamente bien dirigidas por Lanthimos y que consiguen que la historia sea alternativamente grotesca, dramática, ligera o vodevilesca sin que ellas cambien de registro. En el caso del personaje de Weisz, quizás el más complejo y enigmático de todos, es especialmente notable el trabajo de la actriz, capaz de inspirar compasión a la vez que hace de bruja del cuento, en una creación llena de matices y contradicciones muy humanas.
De nuevo observa Lanthimos a los humanos como animalillos que a duras penas son capaces de estar a la altura de sus patéticas ambiciones. Lo subraya con su forma de rodar el palacio, a través de una casi continua deformación de la óptica que hace que las líneas rectas y regias de los muros transmitan inseguridad y un derrumbe inminente sobre sus habitantes, subrayando esa idea de la corte como meros conejillos de indias que, como mucho, juguetean con otros conejillos de indias. Puede que Lanthimos haya viajado al pasado, pero su despiadada visión de la condición humana apenas ha cambiado desde 'Canino'.
Funcionando a la vez como película de intrigas palaciegas subiditas de tono a lo 'Las amistades peligrosas' (con poca base histórica: al parecer, el componente lésbico de la trama fueron falacias inventadas a posteriori por Churchill para hundir a Abigail) y, a la vez, como comentario de texto sobre esas mismas películas, 'La favorita' puede que no sea tan enigmática y encerrada en sí misma como otras películas de Lanthimos. Pero lo que le falta de estructura de acertijo y de punchlines sordas lo suple con cierta rebaja de la excentricidad que demuestra que puede haber un hueco en el mainstream para uno de los directores más extraños y personales de Europa. Solo cabe desear que no nos lo domestiquen del todo.
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