Un decepcionante regreso que no funciona como secuela del mítico original y tampoco como película de exorcismos
Hay muchas grandes películas de terror a lo largo de la historia del cine, pero, por encima de preferencias personales, creo que ninguna es tan aclamada como 'El Exorcista'. El largometraje dirigido por William Friedkin también es muy influyente y multitud de títulos han intentado replicar su aterradora magia sin quedarse tan siquiera cerca conseguirlo.
Su enorme éxito dio pie a dos secuelas -ojo a la muy estimable 'El Exorcista 3'-, una precuela de la que se lanzaron dos versiones diferentes y una serie de televisión de dos temporadas finalizada hace ya seis años. Estaba claro que en Hollywood no estaban por la labor de dejar que la saga reposase más tiempo, ya que Universal no dudó a la hora de pagar la friolera de 400 millones de dólares por hacerse con sus derechos con la intención de hacer una trilogía. La primera entrega llega este viernes 6 de octubre a los cines, se titula 'El Exorcista: Creyente' y ha hecho realidad mis peores miedos sobre ella.
Muy floja como secuela
La apuesta de 'El Exorcista: Creyente' es seguir esa moda reciente de ignorar todas las secuelas preexistentes para proponer una continuación de la película original. Sin embargo, las particularidades de este universo llevan a que la esperada reaparición de Ellen Burstyn como Chris MacNeil quede relegada a poco más que un cameo de lujo.
Eso se puede entender teniendo en cuenta su avanzada edad -cumplirá 91 años el próximo 7 de diciembre-, pero provoca la primera decepción, ya que esa baza de la conexión directa con una obra tan emblemática se diluye -y además el intento más evidente por reforzarlo carece del impacto emocional que buscan sus responsables-, a lo que tampoco ayuda el escaso uso de 'Tubular Bells', la canción que todo cinéfilo asocia a esta saga.
Todo eso lleva a que 'El Exorcista: Creyente' no tenga demasiada razón de ser por ese lado, ya que se podría introducir perfectamente a otro personaje para hacer la misma función que Burstyn sin que la historia central se resintiera de forma alguna. Y lo que aporta a la mitología de la saga no es más que un añadido insustancial. Mal vamos por ahí.
Peor aún como película de exorcismos
Teniendo todo lo anterior en cuenta, ¿funciona al menos 'El Exorcista: Creyente' como una película de exorcismos si dejamos totalmente de lado la saga a la que pertenece? Mucho me temo que la respuesta también es que no, tanto cuando se centra en el aspecto más humano de la historia como cuando toca dejar paso a cómo se intenta combatir la posesión de esas dos niñas.
Sí m gustaría romper una pequeña lanza a favor del trabajo de Leslie Odom Jr. ('Hamilton'), pero no porque esté brillante, sino porque al menos entiende lo que el personaje requiere de él, lo cual le permite apostar por una interpretación más sobria y contenida, evitando así tanto sobrecargas dramáticas mal llevadas -y mira que en la propia motivación de su Victor hay un trauma bien gordo- como coquetear con el ridículo en ciertas situaciones. No digo esto por casualidad, ya que es lo que sucede con la práctica totalidad del resto del reparto.
Lo curioso es que el primer gran fallo de 'El Exorcista: Creyente' lo ejemplifica realmente bastante bien el personaje de Odom Jr.: una alarmante falta de garra, tanto cuando muestra una cotidianeidad que casi parece propia de un telefilm discreto de sobremesa como cuando el terror gana presencia. Y es que hay una línea muy delicada entre ofrecer una visión siniestra de una menor de edad poseída y que esto resulte un tanto grotesco. Aquí se tiende demasiado a lo segundo, quedándose además en tierra nadie en la gran traca final. Una vez acaba piensas, ¿y ya está?
Tampoco ayuda demasiado que David Gordon Green ofrezca un acercamiento tibio a la historia en términos visuales, llegando a dar la sensación de que se han gastado tanto dinero en los derechos para luego no invertir lo suficiente en ella, porque esos 30 millones de presupuesto no lucen. Desde un acabado visual más propio de una serie de televisión del montón hasta un deficiente trabajo a la hora de lograr una atmósfera inmersiva cuando llega el exorcismo en sí mismo, lo mejor que pude decirse de su trabajo aquí es que resulta bastante tibio.
Ni siquiera en lo puramente conceptual ofrece nada estimulante, pues todos los detalles necesarios sobre la importancia de la fe para enfrentarse a una posesión resultan rudimentarios y, peor aún, vistos en demasiadas ocasiones -y de nada me sirve que se incluyan elementos de otras creencias más allá del catolicismo si acaban estando ahí más para sobrecargar que para aportar nada jugoso-. Es más como si simplemente tuvieran que estar allí que porque la historia lo requiere que porque sus guionistas quieran darle peso alguno.
Dicho todo esto, está claro que el auténtico festín para los amantes del cine de posesiones de este año sigue siendo 'El Exorcista del Papa', donde ese tono más desenfadado funciona de miedo. Aquí no hay ningún espacio para fugas cómicas, pero es que su enfoque mucho más serio nunca despega más allá de lo mediocre y en no pocas ocasiones desciende hasta el inframundo...
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