Cambios vitales y personales en una adaptación de una imprescindible novela juvenil
El género del descubrimiento adolescente, o el "coming of age", ha encontrado en el indie no sólo la manera de subsistir sino también de enriquecerse con diferentes perspectivas (algo que podemos comprobar en España gracias a una serie de películas de diferentes directoras con esta temática). Aunque a veces queda la sensación de que acaban allí incluso películas no necesariamente independientes, sino que serían películas comerciales en otro contexto donde el cine medio no estuviese asfixiado.
Así, películas como la oscarizada 'CODA: Los sonidos del silencio' aparecen como la última sensación indie, a pesar de que en los noventa habrían tenido detrás a un estudio grande para hacer la misma película, aunque con más presupuesto. Es raro que salga una película con esta clase de estudios produciéndola, y cuando lo hace a veces quedan relegadas a estrenos menores donde parece que tienen que dar gracias por existir. Es el caso de '¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret', aunque merezca más que eso.
Llamar a Dios y que esté comunicando
30 millones de presupuesto y un estudio como Lionsgate hacen de esta película de Kelly Fremon Craig un intento por recuperar esa clase de película media centrada en personajes medianamente auténticos y una historia que apele al público general. No tuvo esa suerte, con un estreno pobre a nivel comercial en Estados Unidos y en países como España relegada a llegar de tapadillo directamente en plataformas de alquiler como Apple TV, Rakuten o Amazon. Pero, de nuevo, la película merece más que eso.
Abby Ryder Fortson es la Margaret del título de la película, que adapta una seminal novela juvenil de Judy Blume. Junto con su familia, esta niña de 11 años tiene que dejar la vida en la ciudad y mudarse a los suburbios, donde vivirá distanciada de su abuela y tendrá que hacer nuevos amigos y enfrentarse a un nuevo instituto. Todo ello mientras intenta acelerar la llegada de su pubertad y tantea la exploración religiosa, explorando tanto sus raíces cristianas como las judías (procedentes de su madre y su padre respectivamente).
El coming of age parece ser la especialidad de Kelly Fremon Craig, que ya destacó con su anterior película adolescente 'Al filo de los diecisiete' donde explora la experiencia femenina de crecer y ver que los cimientos vitales se van transformando. Aquí abre un poco más el foco para que haya espacio también para la perspectiva de la madre (una fantástica Rachel McAdams) y parte del de su abuela paterna (Kathy Bates, que nunca decepciona), acercándola en parte al drama familiar que su productor James L. Brooks contaba en películas como 'La fuerza del cariño'.
'¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret': al filo de la adolescencia
Aunque la escala de los problemas que quiere contar '¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret' es mucho, mucho más modesta. El cambio de contexto y las dificultades del crecimiento están contadas con una comedia ligera muy confortable, dando momentos simpáticos como los intentos de las jóvenes de esta edad por llegar pronto a la adolescencia. Hay también un esperable derribamiento de prejuicios que van ligados a la vida de instituto que marca la convencionalidad de la película.
Pero mostrar también la perspectiva de la madre ayuda a dar otra dimensión a los problemas familiares, y permite a la película entrar en el terreno del drama con más fluidez que 'Al filo de los diecisiete'. La relación compleja de esta familia es uno de esos aspectos, como la ambigua relación con la espiritualidad, que muestran que esta película es capaz de arañar más allá de la superficie, contemplando cosas que parecen mundanas pero resultan más cruciales de lo que parece. O, dicho de otro modo, parece que no está contando nada, pero en realidad está contando mucho de lo que merece la pena contar.
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