Hay dos películas bajo el título ‘Ojos de fuego’ que se estrenaron con apenas un año de diferencia, una fue la adaptación de Stephen King con Drew Barrymore ,que ha tenido un reciente remake, y la otra fue de 1983, una joya oculta del folk horror que se erige como la mayor influencia no reconocida de ‘La bruja’ de Robert Eggers y ahora se encuentra por fin disponible en Filmin en su edición restaurada, tras una vida relegada a copias de televisión en la relación de aspecto incorrecta.
El largometraje es una rareza sobre un predicador colonial que busca un asentamiento con sus seguidores llegando a un valle embrujado, pero nunca ha tenido demasiada profusión por pertenecer al difícil submundo del horror regional USA, con muchos de los tics de ese reducto independiente, como los maquillajes y las soluciones ópticas muy artesanales. Es una historia de males ancestrales atacando a a puritanos en una tierra ajena que resulta tan incoherente como extraña, pero también fascinante en su estructura semiantológica de eventos sobrenaturales inquietantes.
La inspiración no reconocida de 'La bruja'
El debut del director Avery Crounse ha permanecido durante mucho tiempo como una de las películas estadounidenses más difíciles de encontrar, tras un pequeño lanzamiento limitado en salas, llegó a los videoclubs a través de la empresa Vestron Video para después desaparecer casi por completo, sin que llegara a editarse en DVD, excepto casos raros que se sacaron a partir de esas primeras fuentes en VHS. Fue en 2022 cuando la empresa Severin anunció una restauración 4K, cuando, tras aparecer en su documental ‘Woodlands Dark & Days Bewitched’, su interés fue creciendo y acabaría dentro del lanzamiento de una caja dedicada al folk horror que ha rescatado del olvido muchos títulos inestimables.
Rodada en Minnesota con un pequeño presupuesto, la película presenta una tremenda ambientación para su presupuesto, con detalles de la época reflejados con una más que resultona fotografía de Wade Hanks que nos traslada a 1750, cuando un soldado francés (Mike Genovese) entrevista a dos niños y un joven que han aparecido misteriosamente en territorio francés sin que apareciera ningún adulto que les acompañase. Los chicos cuentan al hombre cómo han llegado hasta allí, con lo que la historia se nos narrará como si fuera un gran flashback, al estilo de ‘The Terror’.
El relato comienza con Eloise Dalton (Rebecca Stanley) cuando, en ausencia de su esposo trampero, se une al predicador local Will Smythe (Dennis Lipscomb) y su novia Leah (Karlene Crockett). A pesar de ser un reverendo muy estricto, Smythe comete adulterio con ella y esto le lleva a la horca, pero se salva en el último momento gracias a su séquito de seguidores, con quienes escapa para formar su propia colonia. Hasta aquí, ‘Ojos de fuego’ es parecida a la obra clásica de literatura gótica de Nathaniel Hawthorne, ‘La letra escarlata’, pero cuando entran en el bosque, los peligros de la naturaleza y de los indios Shawnee se ve eclipsado por otra amenaza , la de la una malévola bruja del bosque (Russell James Young, Jr.).
Colonos embrujados
Los desterrados vagan por un bosque nativoamericano embrujado hasta que encuentran un grupo de cabañas abandonadas en un valle que los indígenas suelen evitar, con lo que acaban expuestos a distintas manifestaciones y ataques crecientes de espectros. Aquí es donde se denota un parecido más que evidente con la citada película de Eggers, aunque los poderes de esta bruja aquí se intensifican con batallas espirituales, alucinaciones delirantes, apariciones extrañas o estallidos de violencia y desesperación.
La brujería en los albores del Norte de América tal y como lo conocemos era tratada con variaciones de la historia de ‘El crisol’ o los juicios de Salem, y si bien ‘Ojos de fuego’ trata de igual modo la religión, la fe y el conflicto entre la espiritualidad y la condición humana, conecta más con la concepción de la naturaleza como algo desconocido que bebe del concepto británico de terror rural, con una versión pagana más conectada con la tierra y menos con la imagen de la “hechicera en la hoguera” por sus pactos con Lucifer. Aquí se nos muestra el valle como hogar de espíritus malignos, atrapados allí por la Bruja Diablo que acecha en el pantano.
Los idílicos planos del bosque y el río son progresivamente oxidados por signos del mal, como árboles en lo que parecen rostros viscosos creciendo en ellos, como si estuvieran incrustados en la corteza gris, aumentando la tensión mientras el incrédulo oficial francés sigue escuchando el relato. Otras víctimas anteriores del lugar corretean como fantasmas condenados entre la niebla que brillan con luz rojiza, hay desapariciones y dan lugar a imágenes perturbadoras que no se explican; simplemente existen en ese lugar.
El mal en el bosque
Por ejemplo, uno de los niños de la colonia ve cómo unos espíritus blanquecinos sujetan a una vaca mientras uno de ellos la amamanta, colonos espectrales se aparecen en una cañada mirando y luego mueven la mirada a la vez, hacia algo que parece que se acerca a la derecha, hay una lluvia de piedras, huesos y cráneos, un demonio con cabeza de vaca que se burla del reverendo, e incluso un poltergeist destruye la colección de libros de la colonia mientras una cabra se come el papel.
Muchos efectos parecen improvisados y tienen una cualidad artesanal que recuerda a los espantos de la primera ‘Posesión Infernal’, con buenos maquillajes de Annie Maniscalco, pero no es el único punto en común con el debut de Sam Raimi ya que, tras un nudo al estilo de ‘El proyecto de la Bruja de Blair’, en el que los colonos parecen no poder encontrar la salida del bosque y son eliminados uno por uno, se desata el infierno y Marion Dalton (Guy Boyd) se convierte en una heroína del grupo para luchar contra “Reina del Bosque” (Karlene Crockett) y sus espíritus, en un momento del largometraje dirigido de forma más alocada y hasta psicodélica en el tramo final.
‘Ojos de fuego’ tiene el aspecto pulido y profesional de algunas producciones de televisión de la época pero como con algunas técnicas cinematográficas y de edición mucho más alocadas, que hasta parecen influenciadas por la vanguardia del momento, con ideas como fotogramas quemados, saltos de montaje y un simbolismo acompañado de la partitura experimental de Brad Fiedel, que cuenta con una siniestra mezcla de sonidos naturales, efectos electrónicos y pistas de música irlandesa. El músico fue exteclista de Hall & Oates y luego luego compuso la música de ‘Terminator’, ‘Gladiator’, entre otras películas importantes.
Un ejemplo moderno de Folk Horror estadounidense
La restauración de ‘Ojos de fuego’ pone de manifiesto es que, a pesar de haber pasado bajo el radar durante décadas, presenta una fotografía, vestuario y efectos visuales excelentes, que comparten un tono alucinógeno y singular similar al de ‘Phantasma’, pero ademá, permite ver, solo en su edición física, un montaje anterior inédito y más largo que han titulado como ‘Crying Blue Sky', que fue modificado por el director después de algunos pases de prueba que le habrían dejado insatisfecho. Al menos pudo hacerlo antes de su muerte, justo el año pasado.
‘Ojos de fuego’ es uno de los pocos ejemplos en los que la fantasía y el folclore genuinamente estadounidenses se plasman en la pantalla, siguiendo la herencia de los relatos de los primeros pueblos y colonias que han ido construyendo sus leyendas durante pocas generaciones. Historias como la desaparición de la colonia Roanoke o el canibalismo de la expedición Donner surgen como pilares fundamentales de los que parten historias como ‘Sleepy Hollow’ (1949) o ‘El diablo y Daniel Webster’ (1941), ejemplos tempranos que abrieron el camino al cine, donde pocos cineastas han explorado este territorio, acaso en ciertas bases de ‘El resplandor’ (1980) o historias de lugares con pasados muy turbios.
No hay muchos ejemplos de estas historias arraigadas en el folk yanqui y ‘Ojos de fuego’ merece ser rescatada como uno de sus ejemplos modernos clave para entender un tipo de historia netamente estadounidense que sirve de precedente para muchas posteriores, muchas de ellas sobre la paranoia y la desorientación de un grupo a medida que su número comienza a disminuir. Terrores de época con bestia como ‘Ginger Snaps 3’ (2004), la segunda temporada de la serie ‘Castle Rock’, o ‘From' le deben un poquito a esta rareza que sigue luchando por hacerse un nombre entre los clásicos.
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