La temporada 3 de 'Upload' lo borda sin caer en los tropos más manidos del género. No tiene neones, ni megacorporaciones japonesas, pero sí toda la actitud
Es curioso que, de todas las cosas que se han revivido de los 80, el ciberpunk sea algo que tardara tanto en volver. Quiero decir, cuando empieza la ola nostálgica de los 80 (que ahora algunos piden matar), se rememora una suerte de arcadia analógica de tardes de nocilla y televisión, de series como He-Man o G.I. Joe, pero no es hasta la nostalgia noventera, a finales de los años 10, cuando el ciberpunk vuelve a tenerse en cuenta.
Lógico, por otra parte, si se tiene en cuenta lo que significa y a qué responde. En líneas muy gruesas, el ciberpunk occidental trata de la relación simbiótica entre tecnología y ser humano (el japonés, al menos durante un tiempo, fue más de parasitismo y virulencia, pero claro, mientras en Occidente jugábamos a la ciencia, a ellos se la tiraron encima, véase 'Oppenheimer') y responde a una ansiedad social: nos come la tecnología.
Todos estos prolegómenos pueden sonar a que me estoy tirando el pisto, pero tienen un sentido. 'Upload' no es la marca blanca de 'The Good Place', como pensé en un principio, a pesar de esa primera temporada llena de chistes sobre cómo sería un más allá digital en manos de corporaciones. No, 'Upload' tiene entidad propia y es otro tipo de ciberpunk. Aviso que hay destripes mínimos, aunque no te impedirán disfrutar de esta temporada.
Subiendo y bajando almas
La tercera temporada retoma justo donde lo dejó la segunda: con Nathan (Robbie Amell) descargado y saliendo con Nora (Andy Allo), ambos resueltos a desentrañar la conspiración que pende sobre Beyond, el más allá de pago, y Freeyond, la futura versión gratuita por la que fue asesinado.
Ya de por sí, el contraste de haber vuelto a la vida real podría haber llenado la temporada, pero es que precisamente el tema principal de estos nuevos ocho capítulos y sus subtramas es la experiencia y disonancia entre un mundo real hostil que aparenta como puede ser perfecto (a veces, incluso, mediante cortinas de realidad aumentada) y un mundo virtual igualmente hostil, pero en el que es más fácil enmascarar las miserias.
De cómo lo virtual tiene la capacidad de alterar lo real y viceversa, en un juego de constantes idas y vueltas: Nathan vuelve a la vida, una IA experimenta el mundo real, Ingrid (Allegra Edwards) sigue enganchada a Beyond y uno de los protagonistas cree visitarlo aunque es todo mentira… Y, de propina, otro vistazo a un mundo que lleva el ideal capitalista de producción hasta el paroxismo, como esa granja que descubre que es más barato criar tumores enormes de cerdo que a los propios cerdos.
Bajo su apariencia de comedia algo frívola sobre el mundo corporativo y el pago que uno siempre hace cuando se conecta a una red, se esconde una sátira que, con la precisión de un chef colocando una rama de laurel sobre un postre de cincuenta euros, apunta a todos y, sobre todo, arriba.
Desde los tejemanejes de David Choak (William B. Davis, capaz de alternar la jovialidad con la despiadada mentalidad corpo) a las miserias de Ingrid, dividida entre el dinero, su repugnante familia y el amor obsesivo, pasando por Karina (Jeanine Mason), la psicópata ejecutiva, 'Upload' señala sin pudor a quienes instigan, permiten o miran hacia otro lado mientras el mundo de clases bajas y medias se tambalea.
Ciberpunk a tope
Que no os engañe: como decía antes, 'Upload' es una distopía ciberpunk que poco a poco se está ganando su sitio en el panteón de las obras del género. No necesita neones, ni recurrir al socorrido perfil de megacorporaciones japonesas, porque presenta espacios liminales o supermodernistas. El ejemplo más representativo de esto último es el propio hotel de Beyond, ¡por supuesto que es un no-lugar, donde todo se cobra, el espacio predilecto para un más allá comercial!
'Upload' tampoco necesita implantes agresivos: le basta con un gesto de la mano sencillo, la extensión de índice y pulgar, para proyectar una pantalla intrusiva en cualquier momento y lugar.
Su capacidad para leer nuestro presente y predecir nuestro futuro inmediato llega, incluso, a alcanzar nuestra realidad (por ejemplo, en los problemas de moralidad relacionados con la IA y el uso de la apariencia de una persona), lo que quizá explica que Amazon se empeñe en mantenerla viva, dejando que hable a gritos de los peligros que nos acechan, mientras la despoja de publicidad. Un movimiento típico de megacorporación.
Todo eso, sin abandonar cuestiones míticas del subgénero como la duplicidad del alma en lo virtual, los problemas de identidad derivados de existir en dos mundos a la vez o, cómo no, la forma en que las tecnologías ayudan a ciertas personas a apuntalar su poder a cualquier precio.
Lo único malo de verdad de esta temporada es su longitud: ocho capítulos de treinta minutos saben a muy poco hasta para los guionistas. Y a ti. En un capítulo ocurre una divertida aventurilla en una versión primigenia de Beyond, y sientes que los responsables podrían sacar más punta en una temporada de veinte episodios a la antigua usanza.
Se les ve constreñidos y pasa factura, ahora que están más centrados en una trama a gran escala y no en un enigma que orbita alrededor del protagonista.
Traducción y doblaje humanos
En pleno debate sobre la bajada de calidad y de las condiciones laborales que suponen el uso de inteligencia artificial en la traducción y la posedición, el mimo de Mario Pérez y Ana Plaza en la traducción y doblaje de 'Upload' en España demuestran el valor del componente humano.
Por ejemplo, cuál fue mi sorpresa cuando un diálogo se dobla de una manera de acuerdo a los labios, pero el subtítulo se permite adoptar un modismo actual como "fiera, mastodonte" en la expresión de un personaje. Detalles que enriquecen la experiencia y que una máquina no te sacaría en su empeño por traducir literalmente.
Respecto a doblaje, de nuevo el reparto español se luce adaptándose a sus personajes. Juan Logan Jr. supera a Robbie Amell en cuanto a calidez y encanto, mientras que Danai Querol (para Nora) y Ana de Castro (para Ingrid) se mimetizan con las actrices originales.
Se echa de menos en esta temporada al fallecido Jesús Barreda, que interpretaba con inocencia y gracejo a Owen Daniels, la IA encargada del hotel de Beyond, pero su sustituto Sergio Liébana llena muy bien sus zapatos. Tampoco podemos olvidar a Juan Antonio Soler (Luke, interpretado por Kevin Bigley), un actor todoterreno que lo mismo te hace de gañán simpático que de psicópata o de mono manitas.
¿Desea cerrar sesión?
En definitiva, 'Upload' se parece a 'The Good Place' en la capacidad de ir mejorando y ampliando su mundo con cada temporada, pero ahí acaba la similitud. Porque mientras la serie sobrenatural de Netflix creía en la bondad inherente de sus personajes y su capacidad para transformar el más allá, la de Amazon solo deja resquicios a la esperanza, pero les sabe incapaces de sacudir siquiera el status quo.
Y quizá eso dice mucho de nuestras ficciones y del mundo que tenemos ahora: que veamos más fácil cambiar el más allá que el más acá. Pocas cosas me ponen más los pelos de punta que eso, pero es lo que queda.
Porque, a ver, ¿qué podemos hacer? Sobre el mundo, no sé; sobre 'Upload', paguemos la suscripción y crucemos los dedos para que dejen a Greg Daniels continuar la historia, mientras tu pedido llega en menos de 48 horas y la avarinflación sacude el streaming.
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