Especial Paul Newman: 'Quinientas millas' de James Goldstone

‘Quinientas millas’ (‘Winning’, James Goldstone, 1969) iba a ser en un principio una miniserie de televisión de bajo presupuesto, pero debido al interés de Paul Newman por los coches de competición, hubo un cambio considerable de planes. Con la intervención del popular actor y director en la producción, el proyecto pasó a tener un presupuesto elevado y su distribución en cines. Para sentarse en la silla de director se eligió a James Goldstone, de larga trayectoria televisiva y algún largometraje interesante, caso de ‘Sólo matan a su dueño’ (‘They Only Kill Their Masters’, 1972).

El guion fue obra de Howard Rodman, que venía de trabajar en un par de películas dirigidas por el gran Don Siegel, en concreto ‘Brigada homicida’ (‘Madigan’, 1968) y ‘La jungla humana’ (‘Coogan´s Bluff’, 1968) –curiosamente ambas provocaron series de televisión−, concluyendo su currículum cinematográfico con la excepcional ‘La gran estafa’ (‘Charley Varrick’, Don Siegel, 1973). El guion del film de Goldstone se aparta considerablemente de las citadas. Carreras y amor se dan la mano en un film con puntos de interés, aunque no memorable.

El film da comienzo con la victoria en una carrera del piloto Frank Capua (Newman) que en la noche de celebración deambula borracho por la calle y se para delante de un negocio de alquiler de coches, punto con cierta ironía en la trama, donde conoce a Elora, personaje al que da vida Joanne Woodward, en una de las muchas colaboraciones que hizo con su marido, demostrando, como siempre, una química en pantalla fuera de lo común. Elora y Frank se enamoran, se casan, y él conoce al hijo adolescente de ella, Charley, a cargo de un jovencísimo Richard Thomas, al que actualmente podemos ver en la excelente serie ‘The Americans’ (id, 2013- ).

A partir de ese instante, el film se convierte en una especie de reflexión que empareja la vida matrimonial con la competición automovilística; en ambas hay que sortear obstáculos si se quiere ser un ganador –atención al título original, mucho más significativo−. El matrimonio de los Capua pasa por diferentes fases, una de ellas la pasión de Frank por su trabajo, que parece no le importa nada más, lo cual conduce a Elora a cometer una infidelidad con el competidor más directo de Frank, Luther, papel cargo de Robert Wagner, con quien Newman ya había coincidido en la estimable ‘Harper, investigador privado’ (‘Harper’, Jack Smight, 1966).

Joanne Woodward y Paul Newman en un descanso del rodaje de 'Quinientas millas'

Las carreras y el amor

Dicho personaje, en principio bien presentado, pierde fuelle en la segunda mitad del film, dando la sensación de estar sólo para subrayar lo evidente en cuanto al paralelismo carreras/relaciones. No obstante, tanto Wagner como el matrimonio nos regalan una secuencia para el recuerdo en la que demuestran un feeling estremecedor, sobre todo por la situación. Frank decide descansar un día de su pasión y regresa feliz al lado de su esposa, encontrándola en la cama con Luther. El instante es sobrecogedor debido al montaje, pero sobre todo el silencio de los tres actores, transmitiendo una tensión que se extenderá durante el resto del film.

Es precisamente, en el apartado técnico, el montaje lo que deja con la boca abierta en muchos momentos, sobre todo aquellos en los que hay una carrera. Un trabajo a cuatro manos por parte de Edward A. Biery y Richard C. Meyer –y que me da la sensación de que Ron Howard se lo estudió al dedillo para su excelente ‘Rush’ (id, 2013)− en el que se intercalan escenas de carreras con los rostros de Wagner, Woodward y Newman, aumentando más la tensión en el espectador. Un trabajo prodigioso que destaca por encima de todo lo demás.

En cuanto a Paul Newman se le nota lo cómodo que está con una película que seguro quería filmar, destacando aquí las miradas que lanza en determinados momentos, por ejemplo, el de la infidelidad o cuando está “concentrado” mientras participa en una carrera. El actor no fue doblado en la secuencias automovilísticas –conviene recordar que Newman corrió hasta casi el final de sus días−, aunque no las hay demasiado arriesgadas o espectaculares, salvo la del accidente, absolutamente brutal, y que es un choque múltiple real acaecido en 1965 en el circuito de Indianapolis. Funciona además como metáfora del inicio de la ruptura en la relación de Frank con Elora.

Quizá demasiado larga, y pasando por encima por temas como la adopción, más algunos bajones considerables de ritmo, ‘Quinientas millas’ se sostiene gracias a la trabajo de su pareja protagonista, el montaje y una maravillosa banda sonora de Dave Grusin. Ese mismo año Paul Newman protagonizaría uno de los westerns más míticos jamás hechos.

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