Las franquicias son más importantes que nunca en Hollywood, pues siempre es más fácil intentar volver a vender al público algo que ya les conquistó en su momento. Lo que resulta mucho más complicado es iniciar una nueva saga cinematográfica que enganche a millones de espectadores. En Netflix llevan años intentándolo sin terminar de dar con ella.
Su nuevo intento es 'La escuela del bien y del mal', adaptación de la novela homónima de Soman Chainani que en todo momento daba la sensación de querer ser la nueva 'Harry Potter', algo que se confirma una vez vista. El problema es que a la hora de la verdad casi parece más una lujosa producción de Disney Channel, y ni siquiera una especialmente memorable.
¿Sencilla o simple?
Tal y como ya adelanta su propio título, el nuevo largometraje dirigido por Paul Feig ('Espías') juega en todo momento con la dicotomía entre el bien y el mal, incidiéndose ya en ello desde ese prólogo que busca ser emocionante y acaba rozando el ridículo, tanto en lo que propone dramáticamente como en el acabado visual de ciertos detalles.
Una vez salvado eso, 'La escuela del bien y del mal' opta por un enfoque más juvenil, tanto para presentarnos a las dos grandes protagonistas de la función como para ir mostrando cómo lidian con el hecho de acabar acabado donde ninguna de ellas esperaba. Ese toque más ligero se complementa con los intentos de crear un universo propio, a caballo entre Harry Potter y las Princesas Disney, que funcionan mejor en detalles puntuales que en su totalidad.
Con todo, la película tiene un puntito de descaro que le ayuda a elevarse por encima de una historia central mil veces vista y que no nos depara la más mínima sorpresa durante sus más de dos horas de metraje. A ello ayuda la entrega de Sofia Wylie y Sophia Anne Caruso en los dos papeles principales, pues puede que ninguna de ellas ofrezca una gran interpretación, pero sí que saben dar con ese punto de frescura para que lo obvio y previsible no moleste tanto.
Sí es cierto que la narrativa resulta fluida -aunque quizá algo atropellada-, por lo que al menos uno no llega a aburrirse, pero es que luego hay un problema de enfoque, porque por un lado se busca cierta pureza en ese arco central que luego se extiende a la forma de resolver la historia, pero a cambio hay infinidad de detalles complementarios que en ocasiones llegan a rozar lo grotesco. Ahí pienso sobre todo en el lamentable uso de los estereotipos para definir rápidamente a la mayoría de estudiantes de la escuela.
Magia defectuosa
Ahí lo que sucede es que 'La escuela del bien y del mal' vende un mensaje pero aplica otro diferente, a veces con dudosas intenciones cómicas pero en general presentándolo como un mero ejercicio de normalidad. El resultado no es confuso pero sí un tanto contradictorio y limita aún más el alcance de una película que a la hora de la verdad se conforma con echar mano de una o dos ideas y ver hasta dónde es capaz de llegar con ellas. Ya os adelanto que no muy lejos.
Por su parte, el apartado visual se conforma más con la apariencia ser vistosa que con tener una idea más clara de qué identidad propia quiere tener. Eso es especialmente evidente en las escenas donde los efectos visuales tienen una mayor presencia, todas ellas marcadas por una querencia algo molesta a lo monótono. ¿Quizá por no tener un presupuesto más holgado para así permitirse ser más ambiciosa? No lo descarto. Y tampoco es que Feig haga mucho por mejorarlo en una película en la que no tengo muy claro que aporte nada reseñable al resultado final. Ya es que ni cuando la película busca ser divertida deja de ser mediocre.
Algo más inspirado está su reparto adulto, en especial una juguetona Charlize Theron que se nota lo bien que se lo está pasando dando vida a la líder de la escuela del mal. También Michelle Yeoh tiene una escena en la que desatarse, mientras que Kerry Washington cumple con creces como la líder de la escuela del bien. Eso sí, el peso de todas ellas es reducido y tampoco es que iluminen la pantalla con sus apariciones, pero al menos algo se anima la función.
En resumidas cuentas
A 'La escuela del bien y del mal' le falta ambición, presupuesto y talento para tan siquiera acercarse a jugar en la misma liga de 'Harry Potter'. No culpo a Netflix por querer tener una saga propia de fantasía de largo recorrido -el original literario tiene seis entregas y está clarísimo que el objetivo es que la película que nos ocupe tenga secuelas- sin hacer una inversión exagerada y que luego pinche en audiencia, pero lo que nos ha dado aquí, sin llegar a ser una pérdida de tiempo, es insuficiente, tanto en lo individual como en lo referente a conseguir que queramos saber más de este universo.
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