'Equinox' tenía todas las papeletas de convertirse en la primera obsesión del año (o la última, si hubiese dado tiempo a verla), por lo menos para los fans del fantástico. Estrenada por Netflix el 30 de diciembre, la serie prometía un sugestivo cóctel a través de la historia de una desaparición misteriosa que, veinte años después vuelve a la palestra y a atosigar a los habitantes de la zona.
Así, la nueva serie danesa arranca con un grupo de estudiantes preparándose para realizar un viaje. Pocos sospechaban que ninguno volverá. Un misterio sin resolver que atosiga desde niña a Astrid (Danina Curcic), hermana pequeña de la desaparecida Ida (Karoline Hamm) y que en la actualidad es locutora de un programa de radio.
Tenía bastante interés en ver esta serie. Por un lado porque le estoy cogiendo algo de gusto a la ficción nórdica... aunque a veces resulta decepcionante. Por el otro, la premisa es interesante y esa tan innecesaria como solvente etiqueta de ser la "nueva 'Dark'" llama la atención, lo admito. Eso sí, ya advierto que una y otra tienen poco que ver.
Un thriller nórdico con ecos de terror rural
Sí que es cierto que podemos encontrar elementos comunes. Con esa y con numerosas otras obras. Desconozco el podcast en el que se basa, pero la versión televisiva de 'Equinox' cae claramente en la obsesión cada vez más habitual en Netflix y otras productoras de coger todos los elementos que recuerden a fenómenos recientes y cuadrarlos como sea.
Así, la serie está llena de ecos de películas de terror rural —con rituales paganos equinocciales— y elementos de género fantásico adornando un thriller nórdico. Un cóctel que rodea la serie de principio a fin, adornando una fuerza visual de por sí apabullante. En este sentido creo que, si bien las comparaciones con 'Dark' son válidas, se acerca más estética y temáticamente a 'El tercer día', por poner un ejemplo de este pasado 2020.
Tea Lindeburg, autora del podcast original aprovecha el salto a la televisión para reforzar el apartado visual. Se deleita en los momentos oníricos y de visiones gracias a una eficiente dirección de Søren Balle. Sin embargo, la trama avanza a un ritmo irregular, a saltos. Y no solo por el tema de los flashbacks, sino porque nunca da la sensación de que los giros y revelaciones están bien colocados en el metraje.
Una protagonista obsesionada pero que acaba lastrando la narración
Es en el personaje interpretado por Curcic donde nos encontramos por un lado lo más interesante y por otro lo que más lastra en la serie. Como ocurre algunas veces en los true crime y otros dramas de ese corte, la historia no va tanto sobre los que no están o sobre el criminal como sobre los supervivientes de la tragedia. O los que la investigan ('El asesino sin rostro' es muy buen ejemplo al respecto).
Astrid es la protagonista y esta investigación obsesiva es el vehículo para adentrarnos en ella, en su pasado y en su salud mental. A los pocos minutos de serie ya sabemos (casi más gracias a Curcic que al guion) que es más que el arquetipo de alma dañada con traumas pendientes. Que ahí hay mucha miga.
Por alguna razón, Lindeburg no sabe exactamente qué hacer con este elemento tan integral en la construcción del misterio y la investigación, convirtiéndolo más que en aliado para la historia que quiere contar en un lastre. Es aquí donde considero que 'Equinox' resulta más fallida, logrando que sus seis horas se hagan largas para todo lo que cuentan.
Vista un poco en frío, hay que reconocer que 'Equinox' sale airosa en su curiosa mezcla de géneros. Es un thriller (demasiado) pausado y serio, como podemos esperar de la televisión danesa. Eso hace que los elementos sobrenaturales y los alocados personajes con los que se encuentra Astrid en su investigación sean más perturbadores que si fuese algo que abrazase el terror rural en todo su esplendor.
La pena es que, tan rodeada de ingredientes interesantes, la miniserie de Netflix no opte por potenciarlos lo suficiente como para convertirse en uno de esos pequeños triunfos que logra la plataforma de vez en cuando.
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