Cuando termina 'Enemy', la segunda película que el canadiense Denis Villeneuve estrena en 6 meses, uno no puede moverse de la butaca. Lo primero que te viene a la cabeza es un alto y exclamatorio "Jooode...", seguido de un —esta vez ya audible— gritito de desesperación y euforia, acompañado de unos ojos como platos. Y es que 'Enemy' no deja satisfecho al espectador al terminar, pero sin que te des cuenta, se queda en tu cabeza para ir dando respuestas poco a poco.
La nueva cinta de Villeneuve está basada en la compleja novela 'Un hombre duplicado' de José Saramago y no hay que avergonzarse si al terminar la proyección uno no ha entendido nada —yo me incluyo— y muchos la rechazarán por este motivo. Pero quizás este sea uno de los grandes encantos —si se puede utilizar esta palabra sobre una película como esta— de 'Enemy', que cada uno es libre de analizar la intensidad y el planteamiento de la propia existencia que nos propone el canadiense.
'Enemy', de arañas y dobles
En 'Enemy', Denis Villeneuve nos presenta a Adam, un afable profesor de historia que lleva una vida bastante monótona. Un día, viendo una película, descubre a un actor que es idéntico a él. La búsqueda de esa persona le traerá consecuencias inesperadas que le llevará a obsesionarse con su propia existencia y con entender por qué su vida es como es y la de su doble parece tan idílica.
Puede que 'Enemy' sea demasiado filosófica y que a veces, se nos llegue a escapar de las manos —vamos, que es toda una paja mental—, pero puede que sea una de las películas más cautivadoras y tensas de los últimos años. Una muestra de ello es que todavía vengan a mí cabeza secuencias muy nítidas varios meses después de haberla visto —la vimos en el pasado Festival de Cine de San Sebastián—, y que vengan a modo de rompecabezas cuyas piezas todavía buscan su sitio.
Que la película esté abierta a infinidad de interpretaciones puede que sea su punto fuerte para unos y su punto débil para otros. Es imposible que nadie pueda dar respuestas a todas las cuestiones de la cinta, pero si hacer sus propias conjeturas. Para una servidora, la cinta de 'Enemy' es un retrato retorcido sobre la crisis de identidad masculina cerca de los 40 y el miedo al compromiso.
El canadiense lleva esta crisis de identidad hasta la paranoia destructible y la desesperación total con estos dos personajes idénticos que viven vidas completamente diferentes y la confusión que supone mezclar esas dos formas de vida. Una paranoia cuyo máximo llega en forma de araña gigante y deformada que aparece en sueños —aunque no lo tenemos tan claro— y que da cuerpo a ese miedo patente de los dos personajes.
Un tema que, siguiendo la novela de Saramago, Denis Villeneuve transforma en un thriller paranoico, rodado brillantemente y con un guión que a simple vista parece caótico pero que está perfectamente escrito y construido al milímetro para confundir y enloquecer al espectador para que llegue a no distinguir entre los dos personajes y hasta poner en duda de si existen los dos o uno de ellos es el simple desdoblamiento del otro.
Jake Gyllenhaal x 2
Una puesta en escena sobria y las portentosas interpretaciones de Jake Gyllenhaal en 'Enemy', contribuyen a crear ese ambiente tenso, ese mundo paranoico y perturbador del que querríamos huir, pero que nos cautiva sin saber muy bien por qué. Bueno, sí. La mirada inquieta —e inquietante— de Gyllenhaal en sus dos personajes idénticos y extremos, el buen chico y el chico malo, llenos de matices, miedos y curiosidad.
Un trabajo que, junto al de 'Prisioneros' ('Prisioners', Denis Villeneuve, 2013), le convierten en uno de los actores más interesantes de su generación. Un retrato masculino que se ve equelibradísimo por el excelente trabajo de las actrices Mélanie Laurent y Sarah Gadon.
'Enemy', la última pelicula de Denis Villeneuve es una paranoia en toda regla. Una reflexión inusual y disfrazada de thriller perturbador y cautivador sobre la crisis de identidad masculina y la dualidad. Un título que no convencerá a todos pero que, sin duda, no dejará indiferente.
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