Tras su paso por el Festival de Cine de Sundance en 2013 —donde se alzó con el premio a la Mejor Fotografía y nominada al Gran Premio del Jurado— y su paso por la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Cannes, 'En un lugar sin ley' es el segundo largo de David Lowery y se convirtió en uno de esos títulos clave de los que todo el mundo habla por su impecable factura y sus claras referencias a Terrence Malick.
Mucho menos pretencioso que Malick —y aquí, pueden acribillarme si quieren, pero me lo parece—, aunque pueden verse claras similitudes en estilo y narración, David Lowery ha conseguido un film sensible de imágenes bucólicas y aires de western contemporáneo que lo encumbran como uno de los directores indies más interesantes y aumentan las expectativas ante su próximo film, 'Torso'.
El amor en el western contemporáneo
'En un lugar sin ley', conocemos a Bob y Ruth, una joven pareja de fugitivos en los años 70. Enamorados y despreocupadamente felices, sobreviven gracias a los delitos que cometen, ajenos a los peligros de vivir al margen de la ley. Un día, Ruth mata accidentalmente a uno de los policías que los persigue. Bob asume la culpa e ingresa en la cárcel. Cuatro años después, al no poder soportar estar separado de su mujer y de su hija a la que nunca llegó a conocer, Bob se escapa para recuperarlas.
La cinta de Lowery tiene un aire nostálgico de western, con tintes de thriller, pero que termina contando una historia de amor magnífica y al margen de la ley. 'En un lugar sin ley' se adentra en la la historia de amor de dos delincuentes y el sacrificio de uno de ellos por salvar al amor de su vida de una vida a escondidas y llena de huídas, al ver que ella casi ha rehecho su vida.
David Lowery lo consigue jugando con la combinación de géneros. Desde el western más puro de forágidos y emboscadas, jugando con el drama romántico —de como a pesar de todo, Ruth mantiene vivo el recuerdo de Bob y sabe que regresará a por ellas—, hasta el thriller policíaco. Y todo ello, acompañado de una banda sonora sublime, fotografía impecable y planos preciosistas muy al estilo Terrence Malick.
Rooney y Casey, amor sin ley
Para interpretar a estos dos enamorados fugitivos indies, David Lowery ha contado con dos figuras habituales del cine independiente norteamericano: Rooney Mara y Casey Affleck. Con una química innegable hasta cuando ni comparten plano, los dos jóvenes actores saben mantener el tipo en la piel de personajes silenciosos, atormentados y con la mirada puesta en el otro sin estar siquiera en la misma habitación. 'En un lugar sin ley' es el encumbramiento oficial de esa belleza frágil y poderosa que destila Rooney Mara como musa del cine de culto estadounidense y el descubrimiento de Ben Foster —visto en 'El tren de las 3:10' ('3:10 to Yuma', James Mangold, 2007), entre otras—, en la piel del contenido sheriff que vigila de cerca a Ruth, y del que nos gustaría ver un poco más.
En definitiva, 'En un lugar sin ley' es una película pequeña de factura impecable, guión coherente y sutil, interpretaciones brillantes e imágenes arrebatadoras, con un sentimiento nostálgico de western contemporáneo de fondo. Eso sí, quien espere el ritmo frenético y los tiroteos típicos del western mejor que vea otra película, porque al fin y al cabo, la película de David Lowery es una historia de amor sin ley.
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