En ocasiones, las películas o novelas de guerra que mejor tratan el tema son aquellas que no muestran escenas bélicas, sino que se quedan con lo que ocurre antes o después de las batallas o a varios metros de ellas. Ésta es la manera de mostrar el absurdo de las contiendas y con ello lograr un mensaje antibelicista. Como decía Kurt Vonnegut en su obra maestra —el libro, no la película— ‘Matadero 5’, lo importante es restarles toda la épica. Si incluyes épica, la guerra puede percibirse como algo atrayente y positivo, la engrandeces, la conviertes en heroica. Demostrar los sinsentidos de muchas acciones las despoja por completo de este sentimiento.
En el film ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’, de Kathryn Bigelow, nos encontramos en uno de esos momentos: los soldados norteamericanos protegen al pueblo iraquí de los ataques de sus propios insurgentes, sin participar activamente en ninguna ofensiva. No estamos en plena guerra, sino en meses posteriores en los que las vidas de los estadounidenses se arriesgan para que una situación poco sostenible no explote por completo. No se percibe solución inmediata o siquiera posible al problema y, a pesar de ello, se mantiene allí a las tropas. Sin que haya discursos políticos ni se hable siquiera del asunto, la película deja muy claro que la situación es absurda.
“The Hurt Locker” es una expresión de la jerga militar que aparecía ya en los artículos de Mark Boal, autor del guión. “To put someone in the hurt locker” significa causarle dolor. Literalmente podría traducirse como “la taquilla del dolor” y eso es más o menos lo que quiere decir: habla de todo el daño concentrado y encerrado. Las bombas pueden ser esos artilugios que concentran dolor y destrucción.
La dirección de Bigelow
Cuestionaba en otro post la validez de diferenciar la labor pura de dirección de una película de la autoría completa de ésta. Nos encontramos aquí ante un caso clarísimo donde el verdadero mérito del film recae en Bigelow: los valores de la cinta radican casi exclusivamente en la forma en la que está dirigida —siempre que la directora haya supervisado el montaje, que, al parecer, es el que tiene más “brutos” de la historia del cine—.
La tensión es la sensación que predomina en ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’. Bigelow sabe crearla de maravilla. Divide el film en escenas muy extensas que tienen su proceso de crecimiento con una estructura igual a la que arma las películas. Va entrando en ellas de manera casual, incluso con algún chiste, haciendo planos generales que nos sitúan. Introduce entonces un conflicto, una dificultad. Comenzamos a sentir tensión. Se va desarrollando, a base de un crescendo, el peligro al que se someten los personajes y finalmente, la solución, positiva o negativa, rompe ese sentimiento de tensión. Tras ello, existe el instante en el que nos damos cuenta de lo que estaba ocurriendo, cuando ha llegado la calma.
La herramienta del suspense la maneja Bigelow como una maestra. Dilata las situaciones todo lo que es posible para aumentar nuestro nerviosismo. Emplea planos inserto que cortan el fluir en tiempo real y alargan la duración del proceso. Utiliza los encuadres subjetivos para que comprendamos el miedo que tienen los soldados ante cualquier presencia cercana y se nos contagie. La amenaza está presente y cada vez es más inminente, cual espada de Damocles. Juega con nosotros, nos manipula expandiendo esos momentos, pero lo disfrutamos, como el protagonista disfruta la adrenalina.
Es impresionante también cómo están rodados los disparos y las explosiones. En la primera escena, esa cámara lenta —o rápida, según si hablamos de cómo se filma o cómo se percibe— que hace saltar las partículas de óxido y las piedrecitas es espectacular. Podría ir secuencia por secuencia, mencionando aquellas que me han parecido portentosas, pero mejor que las veáis sin saber nada sobre ellas.
Entre las grandes escenas de tensión, encontramos instantes relajados en los que los protagonistas necesitan liberar su testosterona. Aunque son los menos potentes de una película que, quizá por ellos, es larga; no carecen de interés y se aderezan con la curiosidad de que sea una mujer quien refleje esos desahogos tan característicos masculinos, como son los insultos y las peleas sin objeto.
Lo que está por debajo
La trama de ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’ parece mínima o inexistente, pero no es cierto que el film permanezca detenido sin avanzar argumentalmente. El contenido de esta película es la evolución de los personajes y de la relación entre ellos y eso sí muestra una progresión. El sargento Sanborn ha perdido a un amigo y recibe a un nuevo jefe de artificieros con tremenda buena fe, pero le choca encontrar que es un hombre más temerario que valiente y que desobedece las indicaciones que él le da para protegerle. El sargento James es un adicto a la adrenalina que se comporta como si no tuviese nada que perder. Su actitud, sorprendente y pasota, da un aliciente a la película en el momento en el que aparentaba que no iba a ser sino escenas de acción.
Jeremy Renner —protagonista de una serie que ya recomendé y que creo que se canceló injustamente: ‘The Unusuals‘— interpreta a William James, ese cowboy que no le tiene miedo a nada, pero en cuyo ánimo poco a poco van a ir calando los horrores que va a vivir. El espectador pasa por el mismo proceso de evolución que este personaje: disfruta de la tensión y la adrenalina de las escenas del inicio como si fuesen una pura atracción entretenida, pero más adelante no puede seguir viéndolo todo de forma fría. Existe un punto a partir del cual cambia la actitud y ya es difícil que vuelva atrás. Son escenas muy asiladas, pero la suma de ellas no es igual al conjunto que forman. El orden en el que están situadas obedece a un sentido.
Decir cualquier cosa sobre los actores famosos que trabajan aquí, como Ralph Fiennes y Guy Pearce, supondría spoilers.
La postura de los autores con respecto a la guerra —no a la guerra de Irak, sino a las guerras— no se da de forma explícita, pero eso no significa que no exista. En cierto sentido el protagonista se parece al Billy Pilgrim, de ‘Matadero cinco’, porque ambos viven despegados de las realidades en las que están sumidos: aquel por sus viajes en el tiempo que le hacían aterrizar, desconcertado, en un terreno donde no sabía cómo comportarse y éste porque su adicción al riesgo le convierte casi en un ser sin sentimientos… casi porque cuando algo es realmente atroz, se desmorona. Si lo de Vonnegut era un alegato antibelicista tan poderoso, se puede considerar la obra de Boal-Bigelow como algo semejante. SPOILER: El protagonista, al final, vuelve a la tierra hostil porque es adicto a vivir en peligro, pero no por ser lo que cierra significa que se presente como la decisión positiva. Como cualquier adicción, es algo nocivo, que se hace sin reflexionar y que probablemente acabará matándolo FIN DEL SPOILER.
La experiencia de ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’ es el equivalente a entrar en la montaña rusa del parque de atracciones y, sin haberte dado cuenta del cambio, terminar el viaje en el túnel del terror. Es un film lleno de méritos por la forma en la que está rodado, pero nada desdeñable por su contenido.
Mi puntuación:
Otras críticas de ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’ en Blogdecine:
‘En tierra hostil’, la adicción al peligro, por Jesús León.
Sitges 09 | ‘The Hurt Locker’ da lo que promete, por Juan Luis Caviaro.
Kathryn Bigelow y la guerra, por Adrián Massanet.