‘El chico de la última fila’, que perfectamente podría haber servido de traducción española para distribuir ‘En la casa’ (‘Dans la maison’, 2012), de François Ozon, es el título de la obra de teatro de Juan Mayorga en la que el director francés se inspira libremente para obrar esta lúcida maravilla que mañana llega a los cines.
Un profesor desencantado con sus alumnos y amargado con la vida en general lee sorprendido a su esposa una intrigante crónica sobre cómo un alumno se cuela en la casa de uno de sus compañeros, que ha encontrado entre las redacciones anodinas e insuficientes que suele recibir como deberes de sus clases de lengua.
Esto da pie a un prisma de múltiples lecturas, como son la confusión entre autorías, la figura del maestro o mentor, el juego entre realidad y ficción –que se van fusionando más según avanzan los minutos, en especial desde la intromisión del profesor en la ficción del chaval, como lo hace en muchas ocasiones el alter ego de Woody Allen–, ciertos asuntos sociales y mucha crítica a la falsedad del arte moderno y de la pose intelectual. Sobre la enseñanza reglada, que tantas veces se ha utilizado como argumento para films reivindicativos, François Ozon también señala algún aspecto con intenciones críticas, pero no este contexto es más que un marco ambiental para hablar de fantasía y creación.
Asistimos, también, a la creación de una obra literaria, por lo que la película incluye, además de todo, lecciones fundamentales sobre creación, que van formulando un estudio sobre los géneros, los estereotipos y los cánones artísticos desde el teatro clásico a la televisión contemporánea. Desde Sherezade hasta Victor Hugo no han cambiado tanto los recursos narrativos. El plano final, acompañado de las palabras que lo apoyan, es evocador y provocador, pues quiere decirnos que tras cualquier ventana se esconde una historia que merece ser contada.
Tal cantidad de contenido se envuelve en una divertidísima trama que no elude el humor y que se va complicando con cada nueva página entregada, sustentada por la perversa y seductora mirada de un joven autor enigmático, del que nunca se sabe si lo oculta todo o si todo lo deja traslucir.
Intérpretes sublimes
Los protagonistas están espléndidos, mérito que puede achacárseles tanto a ellos ya la dirección de actores, como a la base de guion que les ofrece personajes con una construcción muy completa y diálogos fabulosos que seguro que da tanto gusto declamar como escuchar.
El joven Ernst Umhauer, que podría parecer apocado a simple vista, tiene una capacidad para lanzar una mirada aviesa en los momentos oportunos y puede tanto someterse al profesor durante las clases como enfrentarse a una mujer madura de clase media cual si ya fuese un hombre. El profesor, Fabrice Luchini, es igualmente expresivo con sus gestos y miradas y borda cada uno de sus instantes.
Igual de acertados están los secundarios, hombres y mujeres. Kristin Scott Thomas funciona como interlocutora del protagonista, pero tiene su trama propia y mucha personalidad. Emmanuelle Seigner, como tipo de mujer opuesto, lo expresa todo sin apenas manifestarse, permite ser estudiada y deja su personaje tan abierto que cualquiera de las opciones que se le achacan resulta verosímil.
Como informábamos a los pocos instantes de su entrega, obtuvo la Concha de Oro del último festival de Cine de San Sebastián, así como el Premio del Jurado al Mejor Guion. En Toronto recibió el premio de la crítica del Festival de Toronto. Merecidos premios para esta película que Ozon ha hecho suya, no solo por ser un director completo que adapta el guion y maneja la cámara, sino porque en ella están sus inquietudes intelectuales y porque en ella su amor al cine queda patente a través de su discurso como creador.
Poco más hay que decir salvo invitar a verla, animar a cualquiera a que se acerque a los cines desde esta tarde en Madrid y desde mañana en el resto de España. Por una vez, lo que llega desde prestigiosos festivales no es cine plomizo o snob. ‘En la casa’ es una película con mayor contenido, profundidad y capas de lectura que muchas de las que dan esta imagen al cine de autor. Pero es, además y por fortuna, entretenida, cómica y muy memorable. “Continuará”.