‘En defensa propia’ es el muy efectista título que tiene en nuestro país el largometraje ‘The Keeping Room’, que llega con dos años de retraso a nuestros cines —nunca es tarde si la dicha es buena—. Se trata del segundo trabajo de dirección de Daniel Barber, de quien no sabíamos nada desde el 2008 cuando realizó aquel producto al completo servicio de Michael Caine, ‘Harry Brown’. Ahora ha cambiado el thriller por el western, género en extraño proceso de resurrección.
La película está escrita por Julia Hart, que marca la evidente diferencia que existe en un guion cuando éste lo escribe una mujer y no un hombre, y más aun tratándose de un género normalmente “de hombres”. Hart pone toda la carne en el asador en su libreto, sin andarse por las ramas, encontrando en Barber un buen traductor a imagen de sus palabras. Probablemente el único entendimiento entre una mujer y un hombre que se da en un film que, entre otras cosas, utiliza el cliffhanger de forma brillante.
(From here to the end, Spoilers) En cierto momento de la película, el personaje al que da vida Brit Marling narra una historia al que interpreta Hailee Steinfeld, tras el ataque de un mapache a ésta, para que se tranquilice. Sorprende, hasta cierto punto, que la historia elegida sea la de ‘Las mil y una noches’, o más bien la de Sherezade. Ni título ni autor ni personaje son citados, pero el espectador reconoce fácilmente la historia. En la secuencia parece que es para que la joven se olvide de su dolor; sin embargo dicha historia resuena entre las imágenes de la película más de una vez.
El film de Barber se sitúa en un condado del sur con el fin de la Guerra de Secesión cerca. En una graja tres mujeres deberán sobreponerse a lo peor cuando dos soldados renegados las acosan. Además de tener que soportar hambre y falta de medicamentos, han de enfrentarse al peor enemigo posible, el ser humano, y más concretamente el hombre. Por momentos ‘En tierra de hombres’ parece un drama con diálogos profundos sobre la vida, en otros un terrorífico cuento con el género masculino como ogro que se extiende cual virus.
Desconcertante pero directa y sin concesiones
El título español es evidentemente más comercial, aunque recuerde a título de telefilm de cinco de la tarde en Antena 3. ‘The Keeping Room’ es el nombre que se le daba a ciertas habitaciones de las casas en la época colonial. Como una especie de sala de estar; la más caliente del hogar al estar cerca de la cocina y donde la familia podía dormir plácidamente. Dicho de otro modo, un lugar en el hogar donde sentirse completamente seguro, o a salvo. Toda una ironía cuando en esa habitación tiene lugar un terrible punto de inflexión en el relato, la violación de una de las mujeres.
Con el contexto de una guerra, aunque ésta esté llegando a su fin, ‘En defensa propia’ pone sobre la mesa cuestiones como la diferencia racial —impresionante el momento de la bofetada— la innata maldad, o las cosas que hay que hacer para sobrevivir en el peligroso mundo que el propio ser humano ha creado. También del miedo como arma de doble filo, traducido, quizá con demasiada evidencia, en el personaje del soldado de color que regresa a un hogar que ya no proporciona comodidad ni calidez. Un hogar derruido por la estupidez masculina.
La puesta en escena de Barber desconcierta por momentos. Extrañas elipsis en la narración, algún salto de eje —ese “fallo” que si la película nos gusta, el director lo ha hecho adrede, y si no nos gusta, es un grave error—, y una planificación muy cuidada. Por momentos el film se acerca al terror puro y duro, como ese impecable plano del soldado herido que se acerca a Steinfeld; o el plano más terrorífico de todos, el final. Al igual que el rey que escuchaba las historias de Sherezade, el espectador queda expectante, pero sobre todo impactado, por lo que puede pasar a continuación.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 4 Comentarios