Es cierto que se hacen muchas películas malas dentro del cine español, pero eso es algo que sucede en todas las cinematografías, siendo no tan habitual que haya directores que parezca que su objetivo en la vida es rodar películas malas. Los que hay que se lo toman más o menos en serio como es el caso de Julián Lara, el cual, ente otras, dirigió ‘Deadhunter: Sevillian Zombies’, una de las experiencias más lamentables que ha tenido que padecer quien esto escribe, o los que optan por un camino más desenfadado como Pedro Temboury, artífice de ‘Kárate a muerte en Torremolinos’, una de esas películas que bien podríamos considerar una joya de la basura.
Para el que no la conozca, ‘Kárate a muerte en Torremolinos’ toma como base las películas con científico loco para construir un alocado híbrido entre parodia, homenajes pasados de vueltas, cine de karatekas y, sobre todo, muy poca vergüenza. Todo ello para contar la historia de cómo el Doctor Malvedades hacia todo lo posible para despertar a Jocántaro, un monstruo mitad pulpo, mitad centollo, para así proceder a la dominación mundial. Además, Temboury contaba con el apoyo de una banda sonora de Jorge Explosion tan demencial como simpática (aquí podéis escuchar el tema dedicado a Jocánataro para haceros una idea más clara) para poner la guinda a la función. La cuestión ahora es ¿fue ‘Kárate a muerte en Torremolinos’ flor de un día o ha conseguido repetir el milagro casposo con ‘Ellos robaron la picha de Hitler’?
Temboury lo tiene claro y opta por repetir las líneas maestras de su ópera prima: Se localizan los restos del bunker secreto de Hitler y allí el cadáver de Eva Braun conserva el miembro viril de Hitler bien protegido en una urna. Tal descubrimiento lleva una idea a la cabeza del Doctor Weissmann: Apoderar del pene para construir un nuevo Führer y luego proceder a la ansiada dominación mundial. Y si en ‘Kárate a muerte en Torremolinos’ eran cuatro karatekas zombis los que ayudaban a Malvedades, aquí son cuatro nazis andaluces los que ayudarán a Weissmann a intentar completar su maquiavélico plan. ¿El problema? Pues que son tontos de remate. Obviamente, Temboury vuelve a apostar por un tono lúdico-festivo en el que todo vale si así consigue hacer reír al espectador.
¿Tiene algo de malo querer que el público se descojone de risa ante un esperpento como el que plantea ‘Ellos robaron la picha de Hitler’? Obviamente, la respuesta es no, pero donde sí surgen las pegas es en las formas de intentar conseguir esas risas. Era de esperar que eso a lo que llaman humor inteligente (una forma como cualquier otra de querer dar más importancia a lo que les hace gracia a una pequeña élite) no hiciera acto de presencia, aunque también tenía esperanzas en que Temboury no recurriese con tanta pasión hacia los chistes de culo-caca-pedo-pis. Hay hasta una escena en la que los cuatro nazis de pacotilla acompasan con sus pedos una melodía musical. Sí que resulta curiosa la idea de la sociedad de mujeres (su nombre: ‘Sociedad secreta para la destrucción del macho’ y ‘Chocho loco’ el de una de sus miembros) que colecciona los penes de los hombres más importantes de la historia y su pone una traba en los planes de Weissmann, pero, por desgracia, su presencia se reduce a una serie de diálogos irrelevantes y un par de destetes gratuitos.
La querencia por el homenaje (la mujer biónica forma parte de la agrupación de mujeres que menciono en el párrafo anterior) es otro de los ejes de ‘Ellos robaron la picha de Hitler’, siendo obvio qu Jesús Franco es el gran referente para Temboury, no por nada hace breves apariciones tanto sus dos películas. Además de eso, se mantiene la línea de referencias evidentes al llamar Morpho al ayudante de Weissmann, mismo nombre del secuaz del Doctor Orloff en ‘Gritos en la noche’, seguramente el trabajo más renombrado de la carrera de Franco. No es la única alusión así, pues en determinado momento se llama Klaus y Kinski a un par de personajes, pero quizá lo más afortunado sea el giro de guión que recuerda bastante a uno de los momentos más celebrados de ‘El jovencito Frankenstein’. La gran pega es que no se aprovechan estos homenajes no dan nada más (al menos el personaje paródico de Bruce Lee en ‘Kárate a muerte en Torremolinos’ se aprovechaba para algo), y ni tan siquiera resultan simpáticos mientras estás viendo ‘Ellos robaron la picha de Hitler’. Simplemente te da todo un poco igual.
Uno de los aspectos que más llaman la atención a priori es la presencia de Manuel Tafallé, un actor habitual del cine de Álex de la Iglesia o, lo que es lo mismo, un actor de verdad. Y es que eso no era algo que pudiéramos esperar dando el componente amateur de la producción, pero tampoco es algo que se traduzca en una mejora sustancial, ya que se nota que Tafallé disfruta con su personaje, llegando a interpretar una canción (poco lograda, como sucede también con la banda sonora de Jorge Explosion) durante los créditos finales, pero el problema de tono también afecta a un Weissmann que en lugar de simpáticamente alocado resulta cansinamente chiflado y redudante. Además, la actuación de Tafallé no destaca sobre la del resto del reparto, y éstos no son actores profesionales por un buen motivo.
En definitiva, ‘Ellos robaron la picha de Hitler’ intentar ser una simpática mamarrachada al estilo de ‘Kárate a muerte en Torremolinos’, pero lo que acaba siendo una memez que rara vez acierta con las bromas que utiliza. Y es que no es tan fácil como parece hacer una buena mala película, especialmente si es algo que te planteas como objetivo (lo suyo es que salga de forma involuntaria intentando hacer una película seria). A veces salen entretenimientos tan divertidos como la mejor de las comedias, pero normalmente acabamos encontrando una tontería de mucho cuidado como la película que nos ocupa. Una pena, pero no por ello hay que perder la esperanza en que Temboury vuelve a conseguir dar en la diana. ¿Quizá con una secuela de ‘Kárate a muerte en Torremolinos? Habrá que esperar.