'Ellas hablan' es la respuesta del cine a una sociedad en retroceso: Sarah Polley aspira a reeducar a un público que no va a ver su película

'Ellas hablan' es el testimonio de una sociedad podrida que en cinco años ha dado cuatro pasos hacia atrás por cada paso hacia delante. Es una película de reeducación básica rodada para un público que, ya desde su título, no va a ir a verla poniendo como excusa palabras que no significan nada en un mundo cada vez más conservador. Sarah Polley predica a los conversos, habla de los derechos humanos más básicos y pese a todo se ve obligada a poner algunos añadidos para no enfadar a esa gente cuya opinión ya está rubricada antes de empezar a verla. Su existencia es tan absolutamente comprensible... como terriblemente triste.

Al granero

La película de Polley tiene aires de obra de teatro, pero intención de llegar a la mayor audiencia posible para esparcir los puntos clave de un mensaje con el que hace años cualquiera estaría de acuerdo, pero que el retroceso cultural (le pese a quien le pese) hace tristemente necesario recalcar. Por obvio que parezca, sí, violar está mal, las mujeres tienen derechos y elección propia. Esgrimir estas afirmaciones parece cada vez más algo subversivo en los tiempos en los que ver una mujer en un cartel ya se denosta como "woke".

Aunque está dirigida a ellos, los que llevan el "anti-wokismo" por bandera no tenían pensado acercarse a 'Ellas hablan'. ¿Cómo, si el título y el póster dejan claro lo que es? Y así llegamos al problema básico de la cinta: su público va a asistir a una reeducación básica con la que va a estar inherentemente de acuerdo, pero que va a caer en saco roto, como enseñar a sumar a un matemático. Personalmente, me ocurrió lo mismo que viendo 'En los márgenes', la cinta de Juan Diego Botto: sí, estoy de acuerdo con lo que dices, pero tu mensaje no está dando en la diana conmigo.

No deja de ser interesante que una película, en el fondo, tan simple en su planteamiento como 'Ellas hablan' esté nominada a mejor película en los Óscar al lado de maravillas repletas de capas y complejidad en sus protagonistas femeninas como 'Tár' o, a su manera, 'Todo, a la vez, en todas partes'. Películas perfectas de personajes imperfectos, algo a lo que la corriente que explotó la década pasada nos estaba llevando. Me apena que esta sea la única película dirigida por una mujer que se ha colado entre las diez nominadas del año (dejando aparte cosas como 'To Leslie', 'Aftersun' o 'The eternal daughter'), porque es exactamente lo que la gente que no ve películas dirigidas por mujeres cree que se está perdiendo.

La pasión por Cristo

Pero no todo es el mensaje, por suerte, sino cómo se expresa. Y aquí Sarah Polley consigue sacar pecho con una dirección precisa que convierte la teatralidad en cinematografía y unos personajes que muestran las diferentes capas de reacción hacia un abuso como el que se muestra: desde la que opina que todo debe seguir igual porque de nada vale resistirse hasta la que opta por cortar cabezas, pasando por las más calmadas, que opinan que es mejor marcharse sin dejar rastro. Todas ellas tienen una argumentación potente, están bien planteadas y convierten lo que podría ser un debate estéril en uno más similar a 'Doce hombres sin piedad'. ¿'Ocho mujeres sin piedad'? No es mala definición.

Ante tantos rape and revenge como estamos acostumbrados a ver, 'Ellas hablan' propone un rape and consequences en el que las mujeres de una pequeña colonia menonita deben enfrentarse a un problema que las une de manera inevitable con el siglo XXI, pese a estar apartadas de todo atisbo de modernidad en pleno 2010. En solo dos días, las mujeres de esta película aprenden a hacerse escuchar, descubren que tienen opinión propia y que esta es modificable a lo largo del tiempo. Empiezan siendo extras de su propia vida, pero acaban convirtiéndose en las protagonistas. Y es emocionante y empoderante ver cómo las cadenas se rompen ante la mayor injusticia que han vivido.

El metraje comienza con cientos de mujeres descubriendo la democracia y finaliza con cientos de mujeres asumiéndola tras pasar por un guion fabuloso que, en lugar de incidir de manera repetitiva en los mismos problemas y soluciones, siempre tiene una nueva mirada, un giro inesperado, una bifurcación ineludible. Lo único de lo que están seguras es de que ellas, mujeres analfabetas que tan solo han vivido la vida que conocen, necesitan un cambio. Por el camino habrá discusiones sobre familia, tradición, carcajadas redentoras y catárticas y fe siempre con la mirada masculina sobre unas mujeres que creen aborregadas como telón de fondo. Como os digo, son ideas muy bien lanzadas y entretejidas, pero es una pena que sean tan necesarias en el clima político de 2023.

Alejad la política de mis películas

No serán pocos los que se quejen de que "esta película tiene demasiada política", como si 'El nacimiento de una nación', 'Intolerancia' o la mismísima saga de 'Indiana Jones' fueran simples divertimentos apolíticos. El cine ha sido un modo de traspasar las barreras del conocimiento desde sus inicios y de plantearnos nuestras convicciones. Sí, 'Ellas hablan' es profundamente política, pero también lo son 'Tár', 'Top Gun Maverick', 'Avatar: el sentido del agua', 'El triángulo de la tristeza' y 'Sin novedad en el frente', sin que a ellas les caiga rapapolvo alguno. La política forma parte de la vida y también del cine, y negarlo es negar una faceta básica del ser humano.

En su afán por hacerse entender, 'Ellas hablan' incluso pronuncia la temida frase "Not all men", como queriendo contentar a un sector del público que a duras penas llegará para verla en su contexto. Es una película interesante, bien rodada, fabulosamente interpretada y con un guion poderoso, pero que en su mera existencia tiene su penitencia. En un mundo que cada vez rechaza más los matices, esta película se pregunta si es posible perdonar a tu violador, si el perdón obligado es realmente perdón o si este puede confundirse con permisión. Son preguntas duras, necesarias y que hace no tanto podríamos haber contestado sin dudar. En 2023, causarían un agrio debate en Twitter.

La cinta de Sarah Polley tiene el mismo problema de quien pretende conversar con alguien que claramente no tiene interés en cambiar de opinión: su puesta en escena es convincente, su guion tiene frases fabulosas, su argumentación es poderosa y su reparto es increíble, pero, más allá de los curiosos que lo hagan por su nominación en los Óscar (que viendo la taquilla en España, no son muchos), su discurso llegará a los mismos que ya lo esgrimimos. En tiempos sin matices, es triste que 'Ellas hablan' sea tan necesaria.

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