El póster de 'El Territorio de la Bestia' nos muestra una escena bajo el agua, en la que un cocodrilo enorme, fauces abiertas de par en par, está a punto de alcanzar a una de sus víctimas. La imagen es tramposa, no se verá eso en la película, pero intenta captar al público. Y lo hace copiando el famoso cartel de 'Tiburón', una de las obras maestras de Steven Spielberg. Aunque pueda parecer una simple artimaña publicitaria, lo cierto es que la comparación con dicho film no se queda sólo en el cartel ni en el recurso de un gran animal que se dedica a masticar personas.
A menudo, en cine, las apariencias engañan. Y aunque todos parecemos saber esto, es difícil, muy difícil, hacer que las personas se atrevan a mirar más allá de lo que ven sus prejuiciosos ojos. Interesado por esta película, pregunté a mi buen amigo Snake si ya la había visto, y él, acostumbrado a que sus gustos no suelan coincidir con el de la mayoría, me respondió: "dentro del género de cocodrilos, no está mal". Cierto es, puedo corroborarlo ahora. Pero en mi opinión se quedó corto. Comparada con el resto de películas que se estrenan hoy día, 'El Territorio de la Bestia' está muy bien.
Pero claro, ahí están el cartelito y el argumento de la película para dar a entender que se trata de una simple chorradilla de terror cuyo único atractivo es ver cómo un puñado de personajes estúpidos son despedazados sangrientamente por un supercocodrilo asesino. Es lo que ve y piensa la mayoría. Supongo que es normal, hay tanto cine malo que uno necesita defenderse y huir a lo seguro, a los dramas románticos, las comedias gamberras y los thrillers policiacos. Ya digo, en este caso, las apariencias engañan. Y es que hay algo fundamental que la mayoría de personas que van al cine o al videoclub pasan por alto, como si no importara. El nombre del director de la película. En este caso, Greg McLean, quien consigue, sin demasiados artificios, estupendamente resultados, manteniendo nuestra mirada fija en la pantalla.
McLean es un cineasta australiano que se dio a conocer en todo el mundo con 'Wolf Creek', una poco corriente vuelta de tuerca al tópico argumento del psicópata asesino en serie que persigue a jovencitos estúpidos y perdidos. En 'El Territorio de la Bestia' ('Rogue'), nos presenta de nuevo una historia simple y tópica, donde pero sólo a priori, como hizo en la anterior. Afortunadamente, 'El Territorio de la Bestia' mejora con su siguiente trabajo, especialmente en lo que a mi entender eran los dos mayores defectos de 'Wolf Creek'. En primer lugar, la acción no tarda tanto tiempo en arrancar, lo cual llegaba a resultar desesperante en la del asesino humano; y en segundo lugar, cambiamos a los pesados jovencillos sin cerebro por un variado grupo de personajes que, sin ser una maravilla, resultan más que interesantes, con comportamientos y diálogos que resultan (casi) siempre verosímiles.
Los protagonistas de 'El Territorio de la Bestia' son Michael Vartan y Radha Mitchell, rostros más o menos populares, a los que acompañan Sam Worthington, al que vamos a ver próximamente en más de un megaproyecto, Mia Wasikowska y John Jarratt, en un papel muy distinto al que tenía en la anterior película de McLean. Precisamente, el personaje que interpreta este actor proporciona uno de esos momentos que hacen especial este producto; atención a cómo se resuelve el pequeño misterio del asiento extra. Al igual que en 'Wolf Creek', McLean aprovecha al máximo el paisaje australiano y lo convierte en un protagonista más; un personaje que parece actuar de forma traicionera, como si fuera la bella madre que ha dado origen al terrible monstruo (ya sea humano o animal). También es muy llamativo cómo se va eligiendo a las víctimas del cocodrilo, huyendo una vez más de las cosas ya vistas en muchas ocasiones.
De hecho, el personaje que encarna Vartan, y lo que ocurre en el último acto, me parece lo más flojo de 'El Territorio de la Bestia', y no porque el actor sea inexpresivo o soso (que lo es), sino por ser algo ya muy visto, algo que nos sabemos de antemano y que nos aburre. Con esto no quiero decir que toda la parte final sea mala, al contrario, tiene momentos buenos, con un duelo entre especies cargado de tensión, pero a menudo pasan cosas que te hacen pensar que han bajado los brazos y que han rodado lo que venía en el manual de "los tópicos que el público quiere ver". Una lástima.
Sin grandes pretensiones, 'El Territorio de la Bestia' cumple a la perfección con su principal objetivo, entretener a base de suspense, terror y aventuras, alejándose de lo que vemos habitualmente (no hay más que ver cómo sucede la primera baja en el grupo). Hay que seguir a Greg McLean, aunque su próxima película sea sobre las terribles consecuencias de entrenar canguros para la guerra.
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'Rogue. El Territorio de la Bestia', manejando el tópico
'El territorio de la bestia (Rogue)', terror y humor en un producto correcto