'El renacido (The Revenant)', salvaje venganza

'El renacido (The Revenant)', salvaje venganza

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'El renacido (The Revenant)', salvaje venganza

Todo apunta a que Leonardo DiCaprio conseguirá su primer Oscar dentro de apenas unas semanas gracias a su participación en ‘El renacido (The Revenant)’, la nueva película de Alejandro González Iñárritu tras triunfar el año pasado en esos mismos premios gracias a la excelente ‘Birdman’. De hecho, sería una sorpresa histórica que ganase cualquiera de los otros cuatro nominados.

Bastante menos probable parece que ‘El renacido (The Revenant)’ sea elegida como la mejor película de 2015 por la Academia de Hollywood. No seré yo el que se queje por ello, ya que la salvaje venganza tiene muchas fortalezas, pero también algunas debilidades que la alejan de ser tan impresionante como sí es en algunos apartados y de ser la mejor de las candidatas a la estatuilla.

La brutal sencillez de la película

Escena El Renacido The Revenant

Tanto el argumento como la evolución del mismo no podría ser más sencillo: Un hombre se sobrepone a una muerte casi segura para vengarse de otro. Además, no esperéis grandes sutilezas en ‘El renacido (The Revenant)’, ya que, como comentaba mi compañero Sergio, opta por una visceral sencillez en lugar de por profundizar realmente en las emociones detrás de la misma.

¿Tiene algo de malo esa decisión? Para nada, sobre todo si tenemos en cuenta que tanto Leonardo DiCaprio como Tom Hardy saben amoldarse perfectamente, el primero mostrando a la perfección su brutal determinación y el segundo incidiendo en lo sabandija que es. Ambos comparten un potente espíritu de supervivencia, aunque por motivos diferentes.

Leonardo Dicaprio El Renacido

No obstante, es evidente que DiCaprio es el que tiene más espacio para el lucimiento, ya que él es el renacido que logra salir adelante contra todo pronóstico. Empezando por el instinto de supervivencia mostrado con el ataque del oso, siguiendo por su rabia al no poder hacer nada en cierta situación y acabando por su odisea para ejecutar su venganza. Lo borda en todas ellas.

Además, DiCaprio lo logra sin contar con el apoyo de un guion que se preocupe tanto en su lucimiento personal como en el de Iñárritu, ya que la fuerza de su interpretación viene de sus reacciones casi propias de animales salvajes –los sonidos que emite y sus reacciones físicas dicen mucho más que las escasas líneas de diálogo que tiene a su disposición- y de cómo va aclimatándose a todo con se encuentra en su camino.

Por su parte, Hardy también demuestra su gran capacidad para los papeles más físicos y también para saber representar a alguien totalmente controlado por su instinto. Por desgracia, la película muestra ciertas debilidades cuando se centra en personajes con reacciones más racionales -ahí Will Poulter no termina de dar la talla-, algo que al menos Domhnall Gleeson logra compensar con una sobriedad y saber estar encomiables.

La irregular inspiración de Iñárritu en ‘El renacido (The Revenant)’

Imagen Leonardo Dicaprio El Renacido

El director mexicano ha demostrado en varias ocasiones que tiene una gran confianza en sí mismo, por lo que no duda en alardear de ello siempre que se presenta la ocasión, llegando incluso a resultar arrogante. Eso ya se percibía en el falso plano secuencia sobre el que construía ‘Birdman’ y aquí también hace acto de presencia, aunque sin ser algo necesariamente negativo.

Sospecho que a algunos espectadores les dará un poco de pereza la generosa duración de ‘El renacido (The Revenant)’, y eso es algo que en parte se debe a la aparente necesidad de Iñárritu de dotar de toques de trascendentalidad sensorial –algunos hasta han exagerado su parentesco con el cine de Tarkovsky- que no termina de encajar del todo bien con esa visceralidad que caracteriza la salvaje venganza de su protagonista.

Entiendo que el viaje emocional de Hugh Glass tiene una importancia casi tan notable como el físico, pero en el caso que nos ocupa creo que es utilizado por Iñárritu más para su lucimiento propio –ojo, ‘El renacido (The Revenant)’ es potentísima a nivel visual, aunque ahí también resulta esencial la hipnótica fotografía Emmanuel Lubezki usando en exclusiva luz natural, algo que provocó grandes retrasos durante el rodaje- que por el bien de la película.

Sin embargo, Iñárritu lo borda cuando tiene que, literalmente, bajar al barro y retratar los momentos más físicos, desde la impresionante batalla inicial hasta el vibrante ataque del oso. Son momentos que ya de por sí tienen muchísima fuerza, pero es su manejo de la cámara y su querencia por los planos secuencia lo que los eleva a un nivel extraordinario que pocas veces vemos en una película.

Está claro que esos momentos –y algunos más que no desvelaré para no dar demasiadas pistas- compensan con creces esas licencias que se toma, pero lo que no logran es impedir una sensación de irregularidad durante la odisea del protagonista, provocando algo de cansancio en el espectador antes de, por así llamarlo, llegar a la meta.

De esta forma, lo que podría haber sido una experiencia arrebatadora se convierte en una vivencia con unos altos y bajos bastante marcados, en especial tras sus primeros 45 minutos, donde quizá se extiende un poco más de la cuenta, pero todo resulta tan estimulante que sólo reflexionando a posteriori se percata uno de ello. A partir de ahí, un recorte de metraje para potenciar más lo terrenal de la lucha por la supervivencia le hubiera venido de fábula.

En definitiva, ‘El renacido (The Revenant)’ es la película por la que Leonardo DiCaprio al fin debería ganar el Oscar por su "inhumana" interpretación, y cuenta además con otras muchas virtudes, pero Iñárritu peca de cierta arrogancia que desequilibra el resultado final, pasando de poder aspirar a ser extraordinaria –que lo es en algunos aspectos, sobre todo técnicos- a quedarse “sólo” en notable. Eso sí, es uno de esos títulos que hay que ver en cine sí o sí.

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