'El Próximo Oriente', que Alá nos coja confesados

Caín es gordo, tímido e invisible para las mujeres. Trabaja como carnicero en el barrio madrileño de Lavapiés, rodeado de inmigrantes marroquíes, bangladesíes, chinos, senegaleses, búlgaros, peruanos… Pero Caín se encuentra solo. Su familia se reduce a su hermano Abel, que tiene todo lo que Caín envidia: es guapo, seductor, está casado con una mujer de bandera y es padre de dos preciosas gemelas. Cuando Caín descubre que su hermano Abel ha dejado embarazada a Aisha, una atractiva vecina, hija de inmigrantes de Bangladesh de religión musulmana, sorprende a todos cuando decide hacerse pasar por el padre y asumir el mantenimiento y la educación de la criatura.

Este es el argumento de 'El Próximo Oriente', film estrenado el pasado viernes y que yo me metí a ver en una de las salas de unos multicines después de comprobar que casi nadie asistía al resto de estrenos de la semana en favor de los famosos piratas. Lo cierto es que el trailer a mí me había hecho cierta coña pero el saber que en la silla de director se sentaba el señor Fernando Colomo, a quién casi prefiero como actor, pues lo cierto es que no me esperaba nada bueno. Sin embargo me armé de valor y me dije a mí mismo: "venga, que de vez en cuando hay que tirar por lo nuestro". Tengo que confesar que no me he encontrado con una película tan mala como puedan serlo otras de Colomo, pero desde luego este señor con el paso de los años es que no mejora ni lo más mínimo.

El punto de partida es realmente original y da mucho juego para recrear un montón de situaciones de confusión que hubieran dado luagr a una comedia interesante a ser posible con unas gotas de mala leche. Sin embargo Colomo opta por lo fácil desde el principio, tanto en la trama como en la descripción de los personajes. El argumento avanza por los caminos más trillados y previsibles sin desviarse ni un sólo centímetro hasta llegar a su lógico desenlace. Por el camino no se han aprovechado las múltiples oportunidades de haber hecho algo con mucha más chicha. A parte de eso, todo avanza muy rápidamente sin que nos de tiempo a creernos las situaciones, a sus personajes y las decisiones de éstos, sobre todo las del principal, el cual hace un sacrificio muy grande para estar con la mujer que ama. Amor que por cierto, no vemos bien reflejado en el film.

Las escenas cómicas podían haber estado también mucho mejor desarrolladas, y a pesar de que hay algún momento divertido (me reí sin parar ante cierta explicación de cierto médico) bien es cierto que todo es muy light. Colomo ha querido ser amable y se ha quedado en blandengue, sin ser capaz de narrar una historia con la suficiente firmeza, desaprovechando cosas como el encarar culturas distintas a través de personajes de distinta nacionalidad pero que todos terminan entendiéndose cuando hay buenas intenciones de por medio. Al respecto destaca el grupo de músicos peruanos que viven prácticamente en la casa del protagonista y que siempre están de buen humor. Desgraciadamente, algunas de las situaciones no son muy creíbles.

En el apartado actoral nos encontramos con los extremos. Los protagonistas Abel y Caín representan el bien y el mal, pero en la película se le da la vuelta: Caín es el bueno y Abel es el malo, por así decirlo. Una metáfora un poco evidente. Lo curioso es que los actores que los interpretan representan también el día y la noche. Por un lado Javier Cifrián que hace de Caín, y que es realmente lo mejor de la película. El actor hasta ahora televisivo está francamente bien y consigue hacer el personaje completamente suyo ganándose al público enseguida al desprender en todo momento simpatía y al mismo tiempo resultar muy convincente. Cosa que no se puede decir de Asier Etxeandia que interpreta a Abel y lo hace de pena. De hecho no hay quién se crea ni una sola de sus aparciones en escena, a parte de que su personaje es una mera excusa argumental para en cierto momento provocar un clímax que no existe, y es que la película tiene un falso in crescendo para llegar a una parte final precipitada y mal acabada.

Una floja película con alguna secuencia aislada conseguida pero que no levanta vuelo en ningún momento. Una muestra más de cómo nos van las cosas por aquí, aunque es probable que en taquilla se defienda decentemente. Algo es algo. Pero Colomo debe de centrarse más en dirigir y dejar el trabajo de guión a otro, como Joaquín Oristrell, que es mucho mejor guionista que él.

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