Mañana nos llega el estreno de una de las cintas que ya se han colado, sin duda, en mi top ten del mejor cine de este año. ‘El profesor (Detachment)’, de Tony Kaye, protagonizada por Adrien Brody, Christina Hendricks o Bryan Cranston, entre otros, es un retrato punzante y certero sobre varios valores de la sociedad que comienzan desde la enseñanza.
En España, estamos muy asustados, al menos, algunos de nosotros, por lo que está ocurriendo en legislación sobre educación y más aún por lo que está por venir. Por desgracia, no es un problema únicamente nacional. En EE. UU., donde transcurre la cinta que nos ocupa, los recortes también han afectado a esta área, con millones de profesores despedidos y privatizaciones de centros. Una vez leí una frase, que se le atribuía a Derek Bok, muy sabia al respecto: “Si crees que la educación es cara, ya verás la ignorancia”. Que los niños o jóvenes de ahora estén recibiendo una educación defectuosa no supone una precariedad para ellos, supone un problema futuro para toda la sociedad y así lo hace ver esta película sin discursos políticos, solo poniéndonos delante lo que hay: esa devastadora realidad.
Lo que cuenta el guion de Carl Lund no es más duro que lo que podemos leer sobre la situación real al respecto o ver en otras películas. Sin embargo, gracias al acertado tratamiento que le da Kaye, la implicación y la efectividad son totales. Todos los sucesos del film, si se hubiesen contado en cualquier otra película, especialmente en aquellas que subrayan el drama con la música y con interpretaciones cargadas de intensidad, me habría producido un gran rechazo. El tono despegado de ‘El profesor’ (‘Detachment’, 2011), que no mete el dedo en la llaga, no redunda en una eficacia menor, sino todo lo contrario: es difícil abandonar la sala sin sentir un absoluto hundimiento moral.
Brody demostró de lo que era capaz en una de las mejores películas del maestro Polanski y aquí lo vuelve a hacer, extrayendo del personaje descrito sobre el papel todo lo que se puede sacar y aportando, a partir de ahí, una inmensidad. Es frecuente encontrar en mis críticas quejas ante la escasa definición de un personaje, tanto desde el guion, como con la intervención del intérprete. Si alguien alguna vez al leer esas habituales líneas se pregunta qué quiero encontrar, aquí está la respuesta. No le falta nada a este Henry Barthes ni en sus cuestiones profesionales ni en las personales y no hay ninguna duda de qué pasa por su mente, cuáles son sus dilemas y sus conflictos. Detachment, desapego, es lo que este profesor sustituto encarnado por Brody no es capaz de sentir.
Otros de los intérpretes son James Caan, Lucy Liu, Marcia Gay Harden, Blythe Danner, William Petersen, Sami Gayle y Tim Blake Nelson. Estos y los mencionados en el párrafo inicial están perfectos. Si acaso le encuentro un punto de falta de credibilidad a la película –y queda claro que para ser el único defecto que le señalo es realmente insignificante– es una exagerada estilización de estos personajes secundarios que, no solo son atractivos y carismáticos, sino que han preservado un esmero en su estética y atuendo que claramente no encaja con las mentes deprimidas y desalentadas que estamos conociendo.
Las animaciones en stop-motion de Rebecca Foster, que juegan con una inocencia perdida, y otras de las licencias, suavizan, si esto es posible, el duro contenido del film. Resulta patente que el realizador de ‘El profesor (Detachment)’ se ha dedicado estos años en los que parecía desaparecido del cine a la publicidad, pues su atención a la estética es detallista y esmerada. El final poético en el que se superponen imágenes de decrepitud con la lectura de ‘La caída de la casa Usher’, de Poe, resulta armónico con el resto del relato, gracias a la maestría de Kaye para componer planos y para combinar un cierto efecto mágico con un realismo cruel.
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