Ha llegado un punto en el que contar con un reparto más o menos llamativo no es suficiente para que una película tenga la visibilidad esperada. De hecho, ya ni siquiera te garantiza que llegue a estrenarse en cines; y no hablo únicamente del caso español, donde cada vez es más habitual que haya títulos que queden en un extraño limbo a la espera de llegarnos con meses u años de retraso, aparecer directamente en dvd o blu-ray o ser estrenadas directamente en plataformas de pago por visión como ocurrió en el caso de la excelente 'Warrior' (Gavin O'Connor, 2011)
El caso de 'El poder del dinero' ha acabado ajustándose finalmente a la primera opción que comentaba en el párrafo anterior, pues su estreno en Estados Unidos tuvo lugar el 13 de agosto de 2013, no siendo hasta mañana 28 de febrero cuando se estrenará casi de tapadillo. En otros casos diría que es una pena, pero estamos ante una película tan anodina e intrascendente que tampoco hubiésemos perdido gran cosa si directamente ni hubiera existido.
Un thriller olvidable
El dinero muchas veces equivale a poder, por lo que es bastante razonable llegar a la conclusión de que puede corromper casi a cualquiera. Esa idea es el eje que sostiene 'El poder del dinero' y la que se convierte en su perdición al plantear un juego de corrupción y traiciones que nos resulta tan conocido que sólo un guión de primera categoría, un director valiente o un reparto luciéndose podrían convertirlo en algo interesante. No hay nada de eso aquí.
Todos tenemos derecho a soñar y esperar que hasta los thrillers ideados como mero pasatiempo oculten pequeñas reflexiones que los conviertan en títulos valiosos, pero lo cierto es que esas pequeñas victorias para el cinéfilo escasean cada vez más y la máxima alegría que podemos encontrarnos es que al menos no nos aburra demasiado. Eso es exactamente lo que sucede en el caso de 'El poder del dinero'.
Esa es la apuesta de Jason Dean Hall y Barry Levy con su guión, los cuales muestran un total desinterés en profundizar en cualquier idea que plantean --lástima que no incidieran más y mejor en la rivalidad entre los personajes interpretados por Gary Oldman y Harrison Ford, de largo lo más interesante de la función--, siendo eso lo que limita sobremanera las aspiraciones de 'El poder del dinero'. ¿Qué sentido tiene ver algo que ya se ha hecho en otras muchas ocasiones si no vas a aportar nada, ya sea a nivel de trama o de intensidad?
'El poder del dinero', rutinaria y anodina
Es cierto que '21: Black Jack' (2008) fue un éxito comercial y que estaba dirigida por Robert Luketic, pero sigue sorprendiéndome mucho su elección para dirigir la cinta que ahora nos ocupa, ya que aquella pudo haber sido dirigida casi por cualquiera sin que hubiésemos notado cambios de importancia. Por triste que suene, seguramente sea ese el motivo de su presencia aquí, ya que no son pocos los productores que tienen en alta estima a realizadores totalmente impersonales, pero que hacen su trabajo sin rechistar, dentro del plazo establecido y sin superar el presupuesto fijado.
El problema es que esa fiabilidad comercial no encuentra sustento en lo artístico y la combinación entre un guión estándar y una puesta en escena genérica limita su atractivo a lo que su reparto pueda o quiera ofrecernos, ya que es también bien sabido que son muchos los actores de talento que se relajan y abordan con cierta indiferencia producciones más comerciales en las que aceptan participar con el único objetivo de ganar un cheque bien jugoso que les permita aparecer por poco dinero en otros títulos más atractivos. Por suerte, ese temor no se confirma del todo aquí.
Es perfectamente comprensible que en Hollywood quieran convertir a Liam Hemsworth en una estrella como ya lo es su hermano, pero en 'El poder del dinero' demuestra una preocupante falta de carisma para liderar el reparto de cualquier película, sorprendiéndome mucho menos su incapacidad para dar mayor vigor dramático a su personaje --ver por ejemplo el encuentro con su amigo tras no haber hecho el favor que le había prometido o su presunta batalla interior por tener que manipular al personaje interpretado con anodina corrección por Amber Heard--.
Salvando la losa de Hemswroth, al que al menos hay que concederle que es un protagonista en perfecta sincronía con el cobarde guión y la irrelevante puesta en escena de 'El poder del dinero', sí que encontramos pequeños oasis de entretenimiento con las apariciones de Oldman y Ford, quienes están lejos de su mejor nivel, pero al menos no se dejan llevar y se esfuerzan un poquito --tampoco demasiado, ¿eh?--. El par de secuencias que comparten son, con muchísima diferencia, lo más jugoso de la función, aunque también funcionan bien por separado.
Con todo, lo más molesto de 'El poder del dinero' no es que sea una mala película, porque tampoco lo es exactamente, pero sí una que abraza de lleno la mediocridad esperando que con no hacer algo que moleste realmente al espectador sea suficiente para recuperar lo invertido y seguir haciéndolo en el futuro. Por suerte, ha sido un fracaso comercial bastante importante --otro de los motivos de su tardía llegada a España--, algo que se ha ganado a pulso.
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