Ayer llegaba a nuestras pantallas 'Love and Honor', la penúltima película dirigida por Yôji Yamada, con la cual cerraba su trilogía sobre el samurái. 'El Ocaso del Samurái' fue la primera de ellas, obteniendo un gran éxito en su momento en Japón, haciéndose con nada menos que 13 premios de la Academia de allí, lo que sería el equivalente al Óscar, en el 2003. Al año siguiente aspiró a la dorada estatuilla hollywoodiense, premio que le sería arrebatado por la floja 'Las Invasiones Bárbaras', la gran favorita de aquel año. En nuestro país tuvo una de esas típicas distribuciones que dan pena, y aunque afortunadamente la película puede encontrarse en una decente edición en dvd, una vez más quedó al descubierto la incompetencia de algunas distribuidoras, que simple y llanamente apuestan por blockbusters (algunos de los cuales fracasan estrepitosamente, todo hay que decirlo), en detrimento de producciones infinitamente mucho más interesantes, pero cuya vida comercial es similar a la de una mosca. Tal vez el público de este país tan querido culturalmente, tenga la culpa, si éste sólo quieren ver un determinado tipo de cine, las distribuidoras no van a a arriesgar su dinero en algo que nadie verá. ¿O sí?
Y es que este problema de la distribución, independientemente de quien sea la culpa, que eso daría para toda una disertación secular, afecta sobremanera a cinematografías como la oriental (sí, a muchas más, pero ésta es la que toca hoy), cuyos éxitos taquilleros no tienen nada que envidiar a los todopoderosos yanquis. Películas que arrasan de un forma increíble, compaginadas por supuesto con aquellas que también reciben un respaldo crítico considerable (más que eso, diría yo) y que son las que suelen cruzar las fronteras camino de algún festival, con la posibilidad de que al final del tortuoso camino de la exhibición puedan llega a nuestro país. 'El Ocaso del Samurai' es una de esas películas totalmente a contracorriente, y con un aroma clásico que ya quisieran para sí otros. Todo un riesgo, la verdad, en una época en la que se apuesta más por el cine de rápido consumo y que no resiste un segundo visionado, apúntense aquí un montón de superproducciones recientes cuya calidad es equivalente a la de una hamburguesa de McDonald´s (por cierto, que rico está el menú de cuarto de libra sólo con queso). Yôji Yamada, que tiene a sus espaldas un buen número de films, de los que aquí han llegado...dejémoslo, realiza una película sencilla, que no simple, con una historia aún más sencilla en la que toca temas como el amor, la familia, el honor y el deber. Todo ello entremezclado de forma prodigiosa, armónica, sin que nada chiirie. Por supuesto, un occidental debe acercarse a esta película con otros ojos, y todo aquel que tenga mentalidad televisiva/adolescente/mononeuronal, será mejor que cambie el chip, o sufrirá de lo lindo (sí, sé que es pedir peras al olmo, pero nunca hay que perder la esperanza).
Aún así, Yamada realiza un film de fácil "acceso", en el que es maravilloso perderse, por su equilibrado sentido de la sutileza. 'El Ocaso de un Samurái' es la historia de un hombre, padre de familia, viudo, y al que sus compañeros de armas vacilan por considerarlo un acabado que ni si quiera puede irse con sus amigos a emborracharse. A él no le importa, su mayor satisfacción en la vida es ser un buen padre para sus hijas, y ser amado por alguien. No importa si no gana batallas o sus días como guerrero llegan a su fin, lo que le hace más feliz en esta vida, e incluso mucho más hombre, es un corazón atravesado por su cariño como persona, y no por su espada. Aún así, llegado el momento de la verdad, se verá obligado a demostrar, en un último acto de honor hacia un mundo que toca a su fin, que es el mejor de todos. Planteado esto en una prodigiosa secuencia de acción, una lucha a espadas entre dos hombres íntegros que combaten cada uno por ideales distintos. Resulta sorprendente, como en esos momentos, que se apartan de la historia central, la película sigue destilando sobriedad por los cuatro costados. Y contención, una enorme contención.
Contención que consigue una emotividad máxima, sin caer en falsos sentimentalismos ni cargar las tintas en ciertos aspectos. A ello no sólo contribuyen las excelente interpretaciones de todo su reparto, encabezado por un sereno Hiroyuki Sanada (que en estos momentos trata de hacerse con un hueco en el cine hollywoodiense, lo que son las cosas), si no también por el inteligente uso de una banda sonora, compuesta por Isao Tomita, de la cual no se abusa, pero suena en los momentos adecuados, reforzando la belleza visual de algunas de sus imágenes, sobre todo en sus momentos finales, un cierre de película totalmente perfecto.
'El Ocaso del Samurái' es una estupenda película para disfrutar con los cinco sentidos. Su único defecto es, una vez más, es esa manía en el cine reciente de querer alargar las películas hasta lo innecesario. Tan sólo unos diez o quince minutos menos, hubieran convertido a la película en la perfección absoluta, algo que es en sus momentos más inspirados. Para pensar, para relajarse, para aprender, para vivir, para todos. Un film muy humano, del que se hubieran enamorado completamente directores de la talla de John Ford o Yasujiro Ozu. Recuperadla, no os arrepentiréis.
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