En Blogdecine somos 6 editores, número que se obtiene de multiplicar 2 x 3, que juntos son el 23. Dios mío, el 23 nos persigue. Pero aún hay más, observad. El número de letras de los nombres Teresa Morales y Chico Viejo suman 23, al igual que el de Teresa Morales y Red Stovall. Si investigamos un poco más, el número de letras de Beatriz Maldivia y el de carlanga también suman 23. Pero aún hay más y esto es verdaderamente preocupante, el número de letras de Antonio Toca y cortometraje (algo muy común en sus posts) suman 23. El número de letras de Teresa Morales y tía desnuda (algo muy común en sus posts) suman 23. El número de letras de Red Stovall y films clásicos (algo muy común en mis posts) también suman 23. ¡¡¡Dios Mío!!! el 23 nos persigue. Es una maldición.
Los nombres de Joel Schumacher y Jim Carrey suman 23. La maldición del 23 les persigue y no me extraña, porque Schumacher ha realizado la que muy probablemente sea su peor película. Sobra decir que el buen hacer del director en grandes películas como 'Un Día de Furia' o 'Última Llamada', no se ve aquí ni con prismáticos. Ni siquiera la solvencia de productos como 'Jóvenes Ocultos' o 'Línea Mortal'. Asi que evidentemente, el penoso realizador de cosas como 'Elegir un Amor' o 'Batman y Robin', es el que hace acto de presencia en esta enorme tomadura de pelo. Qué va, esas dos películas son obras maestras si las comparamos con ésta, donde el director no tiene ni idea de cómo crear un ambiente claustrofóbico, y encima arranca una interpretación de risa de su actor principal, que en ningún momento hace creíble su obsesión por el fatídico número, el cual tiene relación con absolutamente todo. Carrey ha estado mucho mejor en papeles más puramente dramaticos que en ésta su primera (y esperemos que última) incursión en el suspense, si podemos llamarlo así. Thriller le vendría mejor, o no, nada le vendría mejor, porque la película juega en todo momento con lo obvio y lo elemental de una forma asquerosamente alarmante, llegando a un supuesta sorpresa final, que es uno de los mayores insultos jamás hechos de cara al espectador.
Los nombres de Jim Carrey y Virginia Madsen suman 23. La maldición del 23 les persigue. Del primero ya he hablado, y de la segunda, pues que cualquier tiempo pasado fue mucho mejor. Aunque esta señora está todavía de muy buen ver, sobre todo si nos la enfundan de negro, sigo prefiriendo la época de películas como 'Labios Ardientes', donde sí sabía explotar toda su sexualidad, y no aquí, en esa parte de la película que pretende ser cine negro, y lo único que logra es ser una verdadera vergüenza en todos los aspectos, ya que no nos interesa ni lo más mínimo. Aún así, si tuviéramos que salvar algo de esta deleznable película, sería el trabajo de la actriz, que últimamente vuelve a estar de moda, pero creo que totalmente desaprovechada.
En la película se pasean dos secundarios que están por adornar simplemente. Me refiero a Logan Lerman, que interpreta al hijo de la pareja protagonista, y que es simplemente tonto, repitiendo todo lo que dice su padre, y poniendo falsas caras de asombro. El otro es Danny Huston, que todavía hoy me estoy preguntando cuál es su cometido en la película, porque no termino de dar con ello. Nunca dos personajes sobraron tanto en la trama de un film. 'El Número 23' es una pretenciosidad totalmente plana y vacía de contenido, y que ni siquiera entretiene, sus idas y venidas con el dichoso número no tienen razón de ser, porque puestos a buscar podríamos hacer lo mismo con cualquier otro número. El film intenta navegar entre realidad y ficción, o sueño, o lo que queráis, y ninguna de las dos cosas funciona. La realidad porque se convierte en el típico drama de familia que quiere ayudar al patriarca a que no se le vaya la olla de una forma descomunal. Y la ficticia porque simplemente está mal construída y carece de toda sorpresa. Por no hablar de la desfachatez del guionista y del propio director al realizar la típica trampa de desvelar algo esencial que no nos habían contado antes, y que cuando lo sueltan se lo sacan directamente de la manga, o la consabida manía de emplear diez minutos en volverlo a explicar todo con un flashback, para que nos enteremos bien, no vaya a ser que nos hayamos perdido o seamos cortos de miras.
Un bodrio descomunal, de lo peor de este año, y del otro, y del otro, y seguramente de los próximos 23 años.
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