'El mundo según Barney', convertir lo corriente en extraordinario

Richard J. Lewis, con 'El mundo según Barney' ('Barney’s version', 2010), trata de convertir una historia corriente, acaecida a un tipo corriente, en algo tan extraordinario como para mantener al espectador entretenido durante dos hoyas y cuarto. Y en este mismo intento, en esta ambiciosa noción, residen enteramente los problemas de la película, pues el autor se ha metido sin darse cuenta en una contradicción.

Si el resultado ha de ser, quizá no extraordinario, pero suficientemente brillante y llamativo como para que interese, es necesario tornar los sucesos de esa vida real, común y moliente, en material de ficción —literario o cinematográfico—. Pero en ese proceso, el personaje dejaría de ser un hombre del montón y se convertiría en el consabido héroe de las narraciones. Ya que el autor no desea que el personaje se eleve, pues entonces se perdería la premisa principal por la cual ha pensado que merecía la pena acercarse a esta historia, debe estar constantemente anclándolo a lo terrenal y eso impide la otra mitad de su premisa: convertir lo cotidiano en algo sublime.

No afirmaría que la contradicción supone un imposible o que el proyecto era irrealizable, pues incluso de la existencia más anodina se podría extraer un interesante relato siempre que se sepa cómo contarlo. Pero el director debutante y procedente de la televisión no está capacitado para tan complicada misión.

Paul Giamatti y su personaje

Podría parecer que el mayor disfrute de la película recaerá en observar a Paul Giamatti. Sin duda, es un enorme cómico con una gran capacidad interpretativa y una gran versatilidad. Pero la elección de este actor contribuye en gran medida a que la empatía hacia el personaje principal se muestre tan difícil.

Aunque Mordecai Richler —en cuya autobiografía se basa la película— no era guapo ni alto ni delgado, sí tenía un atractivo del que carece Giamatti, una mirada inteligente y algo morbosa. Muchos años antes, quien lo podría haber encarnado perfectamente es el propio Hoffman, que quizá por ese motivo, se ha empleado aquí como padre. Giamatti, por el contrario, produce un rechazo físico que no sería problemático en otras ocasiones, pero que en la encarnación de un seductor como éste lo que produce es la imposibilidad de creer lo que estamos viendo y de, por lo tanto, conectar con los hechos.

No es necesario que un personaje nos caiga bien o que sea susceptible de ser nuestro amigo si viviese en la vida real y contemporánea para que empaticemos con él; con mucho menos podemos identificarnos con su causa. Los autores saben que el personaje tiene muchos aspectos negativos, pero esperan que, tras todo ello, lo percibamos como un romántico incurable y que en el fondo exista cierta comprensión. Nada se ve de la forma intencionada, pues lo que él entiende como enamoramiento no se percibe más que como un encaprichamiento testarudo basado en el físico, de la misma forma que cuesta compartir el rechazo hacia otras de sus mujeres. La etapa del presente es la única que mueve alguna emoción, claro que, quién no se enternecería ante un anciano con Alzheimer.

Incluso así, la mejor baza con la que cuenta este film sigue siendo su espectacular reparto. Dustin Hoffman, en el papel del padre de Barney, obtiene el mejor personaje de todo el elenco y es asimismo el actor que más acertado está. Rosamund Pike, con un complicado papel que irá pasando por diferentes edades, logra un encantador retrato de una mujer misteriosa, aunque nunca llega a convencernos de que sienta algo por Barney. En los papeles secundarios, grandes intérpretes consiguen trabajos con similar acierto: Minnie Driver, Rachelle Lefevre, Scott Speedman, Bruce Greenwood y Macha Grenon.

Reflejo de varias décadas de vida

A base de extensos flashbacks, se van contando las distintas etapas de la vida personal de Barney Panofsky. Gracias a un generoso diseño de producción, donde se clava la ambientación de todas las épocas 'El mundo según Barney' tiene apariencia de un gran film.

Admito que las películas biográficas, ya sean los biopics de famosos, o estas otras historias de seres comunes, no suelen tentarme. En ellas, la narración se compone de episodios más o menos autoconclusivos, que responden a las etapas vitales de estas personas, en lugar de presentar una unidad de historia que se mantenga a lo largo de todo el metraje. No obstante, a esto puede haber excepciones y existen películas que reflejan una larga extensión temporal que me han enganchado gracias a sus personajes o a la forma en la que se cuentan los sucesos. 'El mundo según Barney' lucha contra esa dificultad, pero no halla aquí su principal obstáculo.

Concluiría diciendo que habrá quien halle satisfacción con esta película, solo por el elenco que luce y por los destellos de humor que se salpican a lo largo de todos su minutos. Personalmente, hacía esfuerzos denodados e infructuosos por encontrar algo de empatía con el personaje que, a su vez, me despertase algo de interés hacia 'El mundo según Barney'. Si la intención es dejar claro que Panofsky fue un hombre corriente, se consigue. Si además había que transmitir que, a pesar de todo, su vida resulta extraordinaria, eso ya no.

Mi puntuación:

Portada de Espinof