La figura del psicópata en el cine aún estaba dando sus primeros pasos cuando se estrenó 'El malvado Zaroff' ('The Most Dangerous Game'), adaptación de un relato corto de Richard Connell. El original había causado furor y se centraba en dos hombres que luchaban a muerte en una remota isla debido a que la obsesión por la caza de uno de ellos le había llevado a utilizar a seres humanos tras considerar que los animales no eran ya un reto.
Estamos ante un titulo que surgió antes de que el código Hays entrase en vigor, por lo que 'El malvado Zaroff' pudo tratar abiertamente ciertos temas escabrosos, lo cual provocó que luego fuese sepultada durante varias décadas, negándose a sus productores cualquier posibilidad de ser reestrenada durante mucho tiempo. Por suerte para todos, eso no ha impedido que pase a la posteridad como la primera gran película americana sobre el tema que ahora nos ocupa.
Los cambios de 'El malvado Zaroff'
Una de las mejores formas de introducir a un villano es equipararlo lo máximo posible al héroe de la función, con la diferencia esencial de que cada uno de ellos decidieron aplicar su ideología de forma completamente opuesta. Eso es algo que 'El malvado Zaroff' ya hereda del relato de Connell, aunque la cinta de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, pero me gustaría dedicar un pequeño instante a las importantes diferencias antes de entrar en ello.
Dejando de lado el efectivo prólogo, la diferencia más sustancial es la introducción de dos hermanos que están viviendo en la mansión de Zaroff a la espera de poder abandonar su isla. Uno de ellos es un borrachín bastante molesto que llega a crear el deseo en el espectador de que tiene que ser eliminado de una forma u otra, lo cual podría verse como una solución audaz para que nos identifiquemos más con el asesino, pero a la hora de la verdad no fue más que una imposición del productor, quien quería así criticar la excesiva glamourización del alcohol en el cine.
Más efectiva resulta la presencia de Fay Wray, quien al año siguiendo volvería a trabajar con los mismos directores en la mítica 'King Kong' (1933), interpretando a Eve, el evidente objeto de deseo de los protagonistas -esto se haría más patente en posteriores adaptaciones del relato de Connell que a la hora de la verdad bebían más de 'El malvado Zaroff' que del original literario-. Así se logra profundizar un poco más en su rivalidad y alargar el metraje -conviene recordar que ya de por sí apenas supera la hora de duración- sin hacer grandes sacrificios a cambio.
Un villano antológico
La elección de Leslie Banks para dar vida a Zaroff se revela como un acierto indiscutible, algo especialmente valioso si tenemos en cuenta que fue su primer papel en el cine sonoro. Es obvio que su herida de guerra en la cara resulta esencial para dar ese aire siniestro que necesitaba el personaje, pero Banks esquiva todo exceso en beneficio de una actuación fría y contenida, aunque luego es capaz de helarnos la sangre únicamente a través del uso de sus expresivos ojos -atención sobre todo al tenso duelo de primeros planos con el protagonista-.
Sin embargo, Pichel y Schoedsack intentan despistarnos un poco de entrada y centran las acusaciones vía puesta de escena en Noble Johnson, el temible criado de Zaroff que parece estar deseando aniquilar a los protagonistas. Tan efectiva resultó su presencia que en RKO no dudaron en repescar a Johnson para el rodaje de 'A Game of Death', segunda y no especialmente inspirada adaptación cinematográfica del relato de Connell en la que se llegaron a reutilizar planos de 'El malvado Zaroff' para reducir costes.
Las dudas sobre Zaroff no tardan en disiparse, dando paso a un interesante duelo dialéctico con el héroe interpretado con convicción por Joel McCrea, pero a la hora de la verdad es indiscutible que el único personaje con capacidad para fascinar al público es nuestro malvado psicópata, quien considera que no hay diferencia alguna entre cazar animales o humanos, siendo ahí donde surge la confrontación, ya que por lo demás defienden ideas muy similares.
Pichel y Schoedsack no dudan en reforzar todo lo posible la autoridad de Zaroff -el plano de presentación o ese travelling escaleras abajo que acaba con un primer plano de Banks-, pero será durante la cacería cuando echen el resto y consigan que 'El malvado Zaroff' siga funciona como un perfecto mecanismo de relojería cuando se abandona el tono pausado en beneficio de un vertiginoso aumento del ritmo, con cambios de plano mucho más rápidos -incluso hay algún momento en el que debió usarse la aceleración de la imagen-.
Se consigue así que el espectador se sumerja en el frenesí de la caza, pero sin dejar de lado el enfrentamiento intelectual entre héroe y villano, con el segundo anticipando en todo momento los movimientos del primero y sabiendo siempre cómo reaccionar ante cualquier adversidad. Sólo al final habrá sorpresas, pero dejaré que lo descubráis por vuestra cuenta, ya que además el tramo final está repleto de imágenes poderosas gracias al trabajo de ambientación -reutilizado poco después para 'King Kong'- y a la dirección de Pichel y Schboedsack.
Las pequeña pega de 'El malvado Zaroff'
La única pena que me queda en lo referente a Zaroff es que RKO decidió recortar quince minutos del metraje original de la película por las reacciones que hubo durante los pases de prensa hacia ciertas escenas especialmente escabrosas que habrían reforzado aún más la bestialidad de nuestro psicópata.
Quedan pequeñas muestras de ello en la parte ambientada en la sala de trofeos y a veces sugerir es mejor que mostrar, pero considero que incidir más en ello hubiese mostrado más de la perturbadora personalidad de Zaroff sin la necesidad de que Banks hiciese nada más que estar allí explicando lo que hay a su alrededor.
Hay varios puntos de mejora en 'El malvado Zaroff' -el personaje de hermano borrachín acaba siendo una molestia-, pero ninguna de las versiones cinematográficas posteriores consiguieron estar a su altura -otro cantar es la adaptación radiofónica de 1943 con Orson Welles interpretando a Zaroff-, llegando a niveles alarmantes en casos como el de la ridícula 'Esclavas del espacio' ('Slave Girls From Beyond Infinity'), por no hablar de la obvia inspiración de 'Blanco humano' ('Hard Target').
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