La gran cantidad de películas inspiradas por la Segunda Guerra Mundial conforman, más que un subgénero, un tapiz que va recorriendo distintos vericuetos del conflicto más grande del siglo XX. En un collage del que quedan no pocas historias que relatar, surge la necesidad de conocer la némesis principal de Hitler en el bando aliado, una figura que había sido tratada desde perspectivas oblicuas, dada la usual americanización de los mitos históricos.
Y es que, durante los primeros años de la guerra, la situación no era la que deja otear el cine de Hollywood, habitualmente obcecado en los periodos más plásticos de la contienda, es decir, una vez que los distintos frentes del ejército aliado entraron en combate. Pero no hay tantos filmes que reflejen el periodo de esta 'El instante más oscuro' ('Darkest Hour'), es decir, cuando el Reino Unido se quedó solo en su posición forme contra la Alemania nazi. Justo en los primeros meses del gobierno del Primer Ministro, Winston Churchill.
Guerra o rendición
En ese bautismo de fuego, el Primer Ministro se vio obligado a elegir entre luchar contra Hitler con toda la carne en el asador, y las bajas que ello conllevaba, o aceptar el acuerdo de paz que Alemania le ofrecía pactar ya cuando la amenaza de invasión a Gran Bretaña era inminente. En verdad, fue la hora más oscura de Europa, y este biopic parcial solo trata de reflejar cómo el político ejerció su papel de jefe de estado reuniendo a la nación y convenciéndola de lo importante de la lucha por los ideales y la libertad.
Y aunque sea complementaria, y realmente una película diferente, resulta muy superior a la reciente ‘Churchill’(2017), que pese a una gran interpretación de Brian Cox, acusaba un exceso de melodrama que este nuevo acercamiento esquiva con un planteamiento más equilibrado. Su peculiar perfil del político encarrila un tono ligero y cómico, casi de parodia, hasta que la progresión de Hitler en Europa enfatiza la gravedad del conflicto principal, traduciéndose en una nueva aspereza en el tono.
El núcleo central de ‘El instante más oscuro’ disecciona un dilema alejado de las clásicas estampas de cine bélico para poner los aumentos sobre las conversaciones de paz y capitulación frente a las opciones de guerra a la desesperada. Por ello, pese a que hay alguna escena en el frente, las batallas viscerales se omiten en beneficio de los discursos prominentes, enfatizando la responsabilidad y el valioso papel de los políticos en tiempos convulsos.
'El instante más oscuro': Gary Oldman, presidente
Aunque las secuencias con más peso transcurran en una cámara, salas de reuniones o la morada de Churchill, hay un impecable trabajo de ambientación que nunca es el objetivo final. Dado que en su tesis las armas son las palabras, Wright se apoya en un guion elegante y algunas interpretaciones excelentes, por supuesto, con el reciente ganador del Globo de Oro Gary Oldman a la cabeza.
El actor hace olvidar su fantástico maquillaje en los diez primeros minutos y se inventa, crea y acaba siendo el mismísimo Churchill, que pese a ser la atracción principal del conjunto, no es más que el protagonista, conductor de la trama y catalizador de la idea de la importancia de la dialéctica y el rigor en un momento clave de la historia. Por tanto, no es tanto un estudio del personaje, salvo en los primeros compases del primer acto, aunque sí cobra cierta importancia su papel como hombre de familia y la figura de su esposa, una añorada Kristin Scott Thomas.
‘El instante más oscuro’ no tiene grandes ambiciones salvo ofrecer una pequeña reivindicación del poder de la oratoria, que además sirve de recado envenenado para las clases políticas que gobiernan actualmente. Pero el ángulo más interesante para visionarla es como contrapunto perfecto para 'Dunkerque' (Dunkirk, 2017), aportando la dosis emoción sincera que le faltaba a aquella, al retratar la épica del rescate y el verdadero efecto palanca que tuvo su símbolo de esperanza en la visión de la guerra de toda Gran Bretaña.
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