'El hijo de Saúl', asfixiante

Apenas queda un día para que la Academia de Hollywood anuncie las nominaciones de los próximos Oscar, un tema que lleva ya varias semanas ocupando un lugar privilegiado en los medios dedicados al séptimo arte y cuya presencia no va a dejar de aumentar hasta que se conozcan los ganadores el próximo 28 de febrero, algo lógico si además tenemos en cuenta que en España aún son muchos los títulos que no han llegado a estrenarse.

Centrándonos en la categoría de mejor película de habla no inglesa, ‘El hijo de Saúl’ (Saul fia) lleva varios meses siendo la gran favorita, algo que ha ido a más tras hacerse hace bien poco con el Globo de Oro en esa misma categoría. El impacto de la ópera prima del húngaro László Nemes es indiscutible, y será a partir de este próximo viernes 15 de enero cuando los espectadores españoles puedan vivir por sí mismos una obra imprescindible y asfixiante que dudo mucho que pueda dejar indiferente a nadie.

Sobrecogedora y escalofriante

El cine nos ha contado tantas veces el infierno que fue la II Guerra Mundial que resulta complicado concebir la posibilidad de que alguna película pueda ofrecernos un punto de vista realmente original al respecto. En el caso de ‘El hijo de Saúl’ es cierto que Nemes, también guionista de la cinta junto a Clara Royer, a nivel argumental no difiere en demasía de otros muchos títulos, pero sí que ofrece interesantes variaciones en la aproximación formal de Nemes que intensifica lo que sucede, tanto lo que vemos como lo que queda claro que está sucediendo fuera de pantalla.

Son dos las grandes decisiones de Nemes para conseguir una continua sensación de agobio: La utilización del formato de pantalla 1.33:1, es decir, con la imagen cuadrada, limitando así la cantidad de imagen que el espectador de nuestro tiempo está habituado a ver, y la dictadura de los planos cerrados, optándose por los primeros planos siempre que resulta acorde a la decisión estilística de Nemes de echar mano de forma constante de la cámara en mano, creando un punto de vista constante sin que pertenezca realmente a ningún personaje. Una presencia invisible que lleva un paso más allá su fuerza.

Ese cierre en lo referente a la información que enseñe al público se realza de forma brillante con la información fuera de campo y con la utilización de sonidos que dejan claro lo que no vemos. Sin embargo, lo realmente llamativo es que todo ayuda a crear una extraña intimidad que nos ayuda a entender mejor la odisea emocional que está viviendo su protagonista sin hacer por ello de menos las trágicas experiencias de sus compañeros de campo de concentración. Se consigue así al mismo tiempo transmitir el horror individual y el colectivo, reforzándose ambos entre sí.

Sin concesiones

Sin embargo, ‘El hijo de Saúl’ no busca alimentarse de la implicación emocional del espectador por la dureza sin concesiones –pero tampoco cayendo jamás en el regodeo, ya que opta siempre una fría neutralidad que llega a helar la sangre- que muestra tanto como de la incómoda reflexión que induce, lo cual seguramente provoque el rechazo de cierto tipo de público. Su aire devastador tampoco ayuda demasiado a ello, pero sí que es la guinda perfecta para la apuesta formal de Nemes.

No me olvido tampoco de lo que decía más atrás sobre que la historia que nos cuenta no ofrece nada distinto, pero el debutante Géza Röhrig consigue que esa relativa debilidad se disuelva con suma facilidad al ofrecernos una interpretación muy en la línea de la puesta en escena de Nemes, lo único que ayudando a dar algo de corazón a un relato marcado por su certero retrato de una vivencia inhumana. Además, lo hace desde la contención, ya que es cierto que se guía por sus emociones, pero no es algo que realmente llegue a mostrar explícitamente, haciendo también un uso muy medido del lenguaje no verbal.

Lo que sí me gustaría señalar es que la clarividencia de Nemes no impide que la cosa decaiga ligeramente durante su tramo final, aunque es más por el hecho de que hemos visto tantas historias así que ya nos olemos lo que va a suceder –y cómo va a suceder- que porque haya cualquier tipo de traición a lo visto hasta entonces. De hecho, ‘El hijo de Saúl’ es fiel en todo momento a lo que quiere ser, pero el punto de destino es donde más recordamos que la historia en el fondo no deja de ser la misma de siempre.

En definitiva, ‘El hijo de Saúl’ es una película asfixiante y sobrecogedora con cuya apuesta formal simplemente conectas o no. Además, nada se deja al azar y ofrece un punto de vista diferente sobre un hecho histórico ya muy manoseado. Eso sí, no es una obra cómoda de ver, algo que os recomiendo tener muy en cuenta antes de proceder a su visionado. Simplemente buscad el momento idóneo para verla, porque lo que no deberíais hacer es dejarla pasar de largo.

Otra crítica en Blogdecine: Cannes 2015 | 'El hijo de Saúl' y otras triunfadoras

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