'El gran Stan', más divertida de lo que parece

'El gran Stan', más divertida de lo que parece
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Voy a aclarar algo desde el principio para evitar posibles malinterpretaciones. El titular de esta crítica debe entenderse en su justa medida, pues no voy a hablar de una buena comedia, ni siquiera de una película especialmente recomendable; al menos, no para el público más exigente (o en un momento de elevadas exigencias). Nada de eso, lo he puesto porque, como supongo que muchos de vosotros, no esperaba absolutamente nada de ‘El gran Stan’, más allá de encontrar una comedia insufrible, una pérdida de tiempo. Finalmente, la película no es tan mala como parecía, y en un día especialmente apropiado, puede hacer que te partas de risa de principio a fin.

La trama de ‘El gran Stan’ (‘Big Stan’, 2007) es bien sencilla. Gira en torno a Stan, un hombre que se ha saltado la ley para hacerse millonario; cuando le descubren, es juzgado y condenado a varios años de cárcel. Gracias a una artimaña de su abogado, consigue seis meses de libertad antes de ir a prisión; tras darse cuenta de que allí será presa fácil para los más violentos, decide entrenarse y convertirse en “alguien inviolable”. La película se estrenó en España el pasado 23 de enero, en Estados Unidos no tendrá esa suerte y tras dos años finalmente se distribuirá directamente en DVD, algo un tanto incomprensible viendo lo que llega a los cines (y, más aún, al número uno del box office).

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La primera vez que supe de esta película fue cuando salió el horrible póster (eso sí, por lo menos no engaña a nadie, cosa que sí hizo el que salió para nuestro país), y aparte de resultarme divertido por una cuestión personal (uno de mis mejores amigos firma como Stan en Internet), lo que hizo fue activar mis “defensas”, hacer que apuntara mentalmente que debía mantenerme muy lejos del film; es lo que tienen los prejuicios, que a menudo nos guían demasiado y nos perdemos muchas experiencias (como la película recurre a ellas constantemente, las bromas sexuales quedan permitidas). Más tarde, claro, cambié de opinión. Por recomendación (precisamente del amigo Stan) y porque me apetecía probar con una comedia, género castigadísimo siempre; a mi entender, absolutamente necesario.

Pero lo que más me influyó a la hora de abandonar mis prejuicios y decidirme a ver ‘El gran Stan’, fue leer una entrevista que le hicieron a Rob Schneider, productor, director y protagonista del film. No es que el entrevistador fuera David Frost precisamente (los chistes fáciles también son bienvenidos, por la misma razón de antes), muchas preguntas eran absurdas, pero sí me gustaron las respuestas que dio el entrevistado. Más que sorprenderme por lo diferente que se mostraba Schneider respecto a los personajes que interpreta (ahí tenéis ‘Gigoló’, ‘Este cuerpo no es el mío’ o casi todas las que protagoniza su amigo Adam Sandler), me llamó la atención cómo hablaba de su nueva película, que al parecer, según sus propias palabras, es su adiós a la comedia, una transición a una nueva etapa en su carrera.

Vaya, me dije, este tipo se ha tomado muy en serio la realización de ‘El gran Stan’, puede que no esté tan mal como esperaba, a ver qué ha hecho. Y bueno, como he adelantado, no puede hablarse de una buena película, ni mucho menos, de un título que se deba reivindicar ni nada de eso. Definitivamente, no es la comedia más divertida y mejor escrita de los últimos meses (al lado de ‘WALL·E’ puede ser considerada perfectamente como un insulto), pero no es menos cierto que es un producto que debe valorarse en su justa medida, teniendo en cuenta sus escasas pretensiones.

Por más que Rob Schneider mantenga otra cosa, estamos ante una comedia ligera, sin ningún tipo de complejidad, con un toque dramático con el que se intenta rellenar un guión flojo, de trazos gruesos, con abundantes chistes no aptos para todos los públicos; y que quede claro esto último, pues no es una película recomendable para ver en familia (en su sentido tradicional). La única idea es entretener al público durante poco más de hora y media con una historia corriente y llena de tópicos (sus defensores pueden llamarlo referencias). ¿Lo consigue? Bueno, va a depender de cada uno, y como dije, de las circunstancias y exigencias del momento; lo que yo os puedo decir es que me reí en bastantes momentos y que el tono irreverente, políticamente incorrecto, es muy de agradecer.

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Como veis en la imagen, la presencia de Jennifer Morrison (la guapísima doctora de la serie ‘House’) y de David Carradine (¿necesita presentación?) añade un punto más a favor de ‘El gran Stan’, y lo digo en serio, Morrison está encantadora y realmente divertida, y Carradine no deja de reírse de todo por lo que es popular, con un personaje llamado “El maestro” que podría definirse como una mezcla entre su personaje de ‘Kill Bill’, el de Pat Morita en ‘Karate Kid’ (es una de las referencias más evidentes de esta película) y el Roshi de ‘Bola de dragón’.

Rob Schneider no puede evitar intentar lucirse en todo momento, lo que no llega a funcionar porque, sencillamente, no es tan buen cómico como cree, pero hay que reconocer que protagoniza algunas escenas desternillantes (está más acertado con el primer Stan que con el experto en artes marciales). Una pena que no se haya trabajado más el guión de ‘El gran Stan’ y pensado que otro realizador más experimentado (es el debut de Schneider) podría haber exprimido mejor los ingredientes disponibles. Pienso estar atento al siguiente paso del actor, a ver si es cierto que tiene planeado cambiar de aires. Puede que se le de mejor. Mirad a Jim Carrey.

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