Cada vez se hacen más películas que nacen con la idea clara de tener una o varias secuelas. Luego algunas no tienen el éxito necesario para ello, provocando un especial desencanto en aquellos espectadores que disfrutaron con ellas. Por el lado contrario existen ciertos títulos con los que nadie contaba que acaban arrasando en taquilla y provocando la rápida puesta en marcha de una segunda entrega para aprovecharse de esa inesperada popularidad.
No voy a decir que en estos últimos casos siempre acabemos encontrándonos con una secuela insatisfactoria, pero sí que es algo demasiado habitual, sobre todo cuando se trata de una comedia. Mucho me temo que eso es exactamente lo que ha sucedido en el caso de la franquicia Malas madres, ya que el ‘El gran desmadre’ (‘A Bad Moms Christmas’) resulta más convencional, no sabe cómo ser irreverente y acaba cansando bastante antes de llegar a su final.
Más es menos
El gran aliciente de ‘El gran desmadre’ es la aparición de las madres del trío protagonista de ‘Malas madres’. Justo es reconocer que la mayoría de los pocos instantes divertidos de la función están reservados para los personajes interpretados por Susan Sarandon, Christine Baranski y Cheryl Hines, en parte por el ingenio ocasional del libreto firmado por Jon Lucas y Scott Moore, también directores de la película, pero sobre todo por la capacidad de ellas para que esos momentos sean más graciosos de lo que son sobre el papel.
La cuestión es que ‘El gran desmadre’ se construye sobre la idea de cuanto más, mejor, llevando a los personajes de Mila Kunis, Kristen Bell y Kathryn Hahn a un retroceso respecto a ‘Malas madres’ para simplemente justificar otra historia -hasta ellas mismas mencionan dos veces que han ido hacia atrás-. A eso le añaden el toque navideño y creen que es suficiente para volver a conquistar a un público deseoso de volver a ellas. Y rentable ha sido, pero ha desaparecido ese entusiasmo que sí acompañó a la primera.
Otro daño colateral de la presencia de seis madres es que todos los demás personajes acaban completamente desdibujados, tanto los que ya aparecieron en la primera entrega como los recién llegados. Simplemente están ahí para hacer bulto, ser objeto de alguna broma recurrente de dudosa gracia o para que en determinado momento sean necesarios para que la historia vaya hacia alguna parte.
‘El gran desmadre’ no hace nada especialmente bien
No obstante, lo realmente molesto es que se reduce su toque irreverente y encima Moore y Lucas no saben cómo enfocarlo, Puede estar totalmente fuera de lugar -esa escena con Santa Claus es un absoluto sinsentido-, limitarse a bromas poco efectivas sobre penas y vaginas -ahí al menos Hahn logra sacarlas adelante con un poco de chispa- o simplemente acabar volviendo sobre ideas ya tratadas mejor en la primera entrega.
Contaba con que todo fue previsible, que las actuaciones tampoco fueran nada del otro mundo -se basan en la química entre actrices, tal y como ya sucedía en la primera- y que los directores se limitasen a poner la cámara y no molestar al público, pero ‘Malas madres’ tenía algo de refrescante que compensaba sus limitaciones, mientras que aquí predomina lo rancio -disimulado pero rancio-, solamente saliéndose de ello en los puntuales golpes cómicos que sí funcionan. El resto del tiempo va resultando todo cada vez un poco más cansino hasta el punto de que casi te alegras de que aparezcan los títulos de crédito finales.
Con todo, al final lo importante es las veces que te acabes riéndote. En mi caso no voy a llegar que fueron varias, pero casi siempre eran ideas que acababan estirándose demasiado -Hines mintiendo a su hija sobre estar enferma- o que a continuación llevaban a otras que no funcionaban. Y es que ese es el otro gran problema de ‘El gran desmadre’: no tiene malas ideas y su punto de partida da mucho de sí pero luego resulta perezosa y repetitiva. Así no.
En definitiva, ‘El gran desmadre’ es una floja película con la que al menos te puedes reír alguna vez, algo que la aleja de ser una pérdida de tiempo. Más allá de eso, las seis protagonistas cumplen pero no tienen entre manos un material que realmente las permita brillar, culpa sobre todo de un guion que pedía a gritos haberse hecho con más calma para encontrar el equilibrio que necesitaba. Por desgracia, imperó el estrenarla cuanto antes.
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