'El extraño', más allá de la subversión de géneros

'El extraño', más allá de la subversión de géneros

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'El extraño', más allá de la subversión de géneros

‘El extraño’ (‘Goksung’, 2016) es el tercer largometraje de Na Hong-jin. El director coreano se adentra en los terrenos del fantástico después de haber ofrecido su mirada sobre el thriller con las contundentes, y muy violentas, ‘The Chaser’ (‘Chugyeogja’, 2008) y ‘The Yellow Sea’ (‘Hwanghae’, 2010), Y se mete a raíz de haber experimentado el fallecimiento de varias personas cercanas en un período corto de tiempo, lo que dejó al director en un estado profundamente pensativo e intentando buscar respuestas.

Pero si algo nos enseña esta vida es que muchas veces no hay respuestas. Ni lógicas ni absurdas. Simplemente no las hallamos. Na Hong-jin, católico aunque no devoto, intentó buscarlas entrevistándose con varios miembros de diferentes religiones. Con ello obtuvo el punto de partida de un film atrevido, diferente dirán algunos, muy incómodo y que ofrece al espectador la oportunidad de cuestionar todo lo que está viendo. La eterna lucha entre el Bien y el Mal a través de un film que subvierte todos los géneros por los que transcurre.

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Mezcla de géneros

Una de las principales características del cine coreano de los últimos años es la mezcla de géneros. En ‘El extraño’ Hong-jin lo lleva prácticamente al extremo. Afortunadamente estamos ante una película que huye de etiquetas. Sin duda, el fantastique predomina en el relato, pero éste también discurre por senderos del drama o el thriller. El director se toma su tiempo para contar la historia y precisamente ese elemento, que a simple vista puede parecer un defecto, nos envuelve en una sugestiva capa dramática ejercitada con un sensacional sentido del crescendo rítmico.

En Goksung, un pueblo de Corea del Sur, se suceden una serie de asesinatos que parecen no tener explicación alguna. La policía —puesta, una vez más, en tela de juicio por su director, que los retrata como unos auténticos torpes, sobre todo al protagonista— cree que se trata de la ingestión de unos hongos que alteran a las personas. Sin embargo cuando la hija del protagonista empiece a comportarse de forma extraña, los prejuicios, dominados por la ignorancia, harán acto de presencia. Al igual que un japonés que vive en la zona, aislado, y al que todo el mundo parece culpar.

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Tras un primer tercio en el que Hong-jin nos presenta a los personajes y nos introduce en la cotidianidad del pueblo, cuando menos lo esperamos, comienza a juguetear con nuestra percepción, obligándonos en cierta medida, a ese ejercicio tan denostado hoy día: pensar. Antes de ello, incluso utiliza el humor —también muy presente en el cine coreano— en determinados momentos, cuando aún no se sabe qué está pasando. De repente, prescinde de él, y el film se adentra en terrenos mentales nada humorísticos.

El Bien y el Mal, los eternos temas del arte, la lucha entre ambos, su necesidad mutua, las creencias religiosas al respecto, los prejuicios. Todo ello está presente en ‘El extraño’, en la que los apartados de fotografía —con el habitual colaborador de Bong Joon-ho— y montaje tienen mucho que decir. La opresiva atmósfera que va formándose atrapa al espectador sumiéndolo en un estado casi de hechizo, al igual que los sugestionables personajes que no entienden qué está pasando ni quién es el culpable.

...y el infierno le seguía

Precisamente en ese punto, y que tiene que ver con el catolicismo, es la necesidad de culpabilidad cuando algo terrible sucede. Hong-jin efectúa un juego de traspaso de culpa de unos personajes al que le da las necesarias vueltas —me refiero a los personajes del japonés y la misteriosa mujer que deambula por la zona— para despistar completamente. El director empareja varias secuencias en las que el montaje alcanza puntos frenéticos realmente incómodos. Todo ello a partir de la fascinante secuencia de exorcismo.

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Secuencia que a nosotros, occidentales, puede chocarnos por la evidente distancia cultural, pero que a poco que abramos la mente, resulta mucho más atractiva, al menos para mí, que ver a un tipo con sotana negra, crucifijo en mano y echando agua de un frasquito. A ello se suma la fuerza expresiva de los actores, incluida la niña Kim Hwan-hee, que practicó danza durante seis meses para las escenas en las que está poseída. Hwang Jung–min —visto en ‘Veteran’— y el japonés Kunimura Jun se entregan a un brutal tour de force, reforzado por el angustioso montaje que les une.

“¿Qué crees que soy” es una de las vitales frases de ‘El extraño’. Alrededor de la misma y su posible respuesta navega la película. El impresionante encuentro final entre el hombre japonés y el cura, también en montaje paralelo con lo que hace el chamán (Jung-min), es uno de los momentos impacto más sugestivos del fantastique reciente. Creemos lo que queremos creer. Tememos lo que no comprendemos, y enseguida buscamos diablos a los que aniquilar.

‘El extraño’ ofrece en cada visionado una nueva capa en la que adentrarse, y al igual que sus perdidos personajes, tal vez no nos guste lo que (no) encontremos. Peor aún, que lo rechacemos —la mayor parte de las veces, una decisión promovida por el miedo— por no comprenderlo.

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