Este fin de semana se ha estrenado en España ‘El estudiante’ (2009), una película que ha sido un éxito inusitado en su país de origen, México, donde permaneció en cartel más de veintidós semanas, recaudando aproximadamente tres millones de euros —cuando había costado más o menos uno—, y donde obtuvo 6 Diosas de Plata, entre ellas a la Mejor Película y al Mejor Director.
Este film de Roberto Girault, protagonizado por Jorge Lavat, Norma Lazareno o Cristina Obregón, entre otros; cuenta la historia de Chano, un hombre que, a sus más de 70 años, decide inscribirse en la universidad para estudiar Literatura y, con una marcada actitud quijotesca, romper la brecha generacional.
Estamos acostumbrados a que nos llegue de México un cine que pasa por festivales, que obtiene prestigio mundial y que es aclamado en los cinco continentes, con representants como Iñárritu y los hermanos Cuarón. También existe una tradición de cineastas que hacen un cine muy de allí, pero para todas partes, como Arturo Ripstein o Alfonso Aráu. Sabemos de otros mexicanos, como Guillermo del Toro, que además de premios y el mismo prestigio, cuenta con un gran apoyo de seguidores incondicionales. Incluso tenemos a un importantísimo director español, como Luis Buñuel, con una gran etapa de su carrera en México. Pero en esta ocasión, lo que nos llega es el tipo de cine que triunfa entre los espectadores mexicanos, que, como modo de conocer culturas, puede ser mucho más significativo que los productos que se suelen exportar.
Este tráiler puede dar la impresión de que se trate de una comedia, quizá no demasiado brillante, actual u original, pero simpática, con algo de gracia y un punto de partida al que se le pueden sacar jugosas ocurrencias de humor.
Sin embargo, el tono de ‘El estudiante’ no va por ahí, ya que el film tiene una intención más elevada que la de simplemente hacer reír. La historia se nos cuenta con una gran carga emocional para que la sensación más poderosa con la que se salga del cine, por encima de la de haber pasado un rato divertido, sea la ternura hacia el protagonista, su familia y sus recién adquiridos amigos. Con esta noción, que podría suponer una buena decisión si se aplicase solo hasta cierto punto, el director se ha excedido llegando a filmar un trabajo blando, afectado y sentimental.
No solo se quedan ahí las aspiraciones del director, sino que, además, pretende hermanar dos generaciones a través de un clásico: ‘El Quijote’. Así, ‘El estudiante’, pese a estar enfocado a un público mayoritario y jugar con los elementos que más fácilmente puedan funcionar, no escapa a la pretenciosidad, que se deja ver en la voz en off, excesivamente literaria, que hace obvio lo que ya claramente se ve en imágenes y acciones, y en todas las incorporaciones de la representación de una adaptación al teatro de la novela de Cervantes.
La película de un director joven
Es muy difícil creer, a la luz de las imágenes y del tono de ‘El estudiante’, que su director, Roberto Girault sea un hombre joven que debuta con esta película. No por que haya escogido el tema de introducir a un anciano en la Universidad, pero sí por la forma en la que están pintados los jóvenes, sus fiestas, su diálogos, sus comportamientos… cualquiera creería que es la visión de alguien muy mayor la que ha retratado a esta nueva generación. Y precisamente ahí está otro de los fallos del film: si estos estudiantes están caracterizados como gente de la tercera edad o como jóvenes de hace cinco décadas, no puede haber contraste y el mayor motivo de humor del film se pierde.
El estilo empleado en la realización de ‘El estudiante’ nos retrotrae, asimismo, décadas atrás, a causa de una fotografía nada lucida, de encuadres como mucho funcionales y del empleo de determinados recursos, como puedan ser los ralentís y otras fórmulas, que han caído ya en el olvido, salvo para la parodia. El uso de la banda sonora, siempre a punto para recalcar las fases más repletas de sentimentalismo, así como las interpretaciones exageradas y nada naturales, contribuyen a recargar del todo el film. Aunque sí hay algo de humor, el ritmo que tiene su montaje no se corresponde con el género de la comedia, sino que arrastra las acciones, con repeticiones de conceptos ya dichos, hasta el hastío.
Se han hecho ya comedias con un tema de corte similar, como ‘Regreso a la escuela’ (‘Back to School’, 1986), con Rodney Dangerfield; o en estos momentos, la serie ‘Community’, con su incorporación de Chevy Chase, que ya explota todo el humor que puede sacarse del contraste entre unas generaciones y otras.
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