Hace poco os hablaba de la película de Sidney Lumet 'Llamada Para un Muerto', una maja adaptación de una obra de John le Carré. El pasado domingo en una de nuestras sesiones cinéfilas, seguimos con otra de las adaptaciones del famoso escritor, concretamente con la primera que se hizo de una de sus novelas, y sin lugar a dudas, la mejor de todas ellas (cosa no muy difícil ya que la mayoría son un aburrimiento impresionante). 'El Espía que Surgió del Frío' fue realizada en plena efervescencia de las películas de espías, sobre todo las de James Bond. Obtuvo un éxito crítico y de público realmente sorprendente para la época, ya que nos encontramos ante un relato de espías bastante distinto a lo que suele y solía verse. Una visión del mundo del espionaje bastante desencantada, desde la perspectiva del lado humano del personaje, excluyendo cualquier elemento fantasioso o aventurero que uno de estos relatos demandan. No estamos ante un guaperas que se las lleva a todas de calle, ni ante un superhombre capaz de lidiar con un montón de enemigos. Nuestro protagonista es un hombre normal y corriente, con sus sueños y sus desgracias personales. Y como casi siempre en las adaptaciones de le Carré, el protagonista lleva una vida personal de lo más deprimente.
Alec Leamas es un agente británico que últimamente realizaba misiones poco importantes. Cuando sus jefes lo quieren sacar de la clandestinidad y darle un trabajo en un despacho, éste se niega en principio, pero luego ya con su trabajo fijo y convertido en un ciudadano "normal" comenzará a beber, cayendo cada vez más en la autodestrucción hasta llegar a la humillación pública.
Un punto de partida desolador, para una película aún más desoladora y donde no tiene cabida ni la esperanza ni las alegrías de ningún tipo. Martin Ritt era el director adecuado para esta historia, un realizador especializado en relatos decadentes, como por ejemplo la estupenda 'El Largo y Cálido Verano' o esa obra maestra de título 'Hud' (de espantos como 'Un Hombre' es mejor ni hablar). Ritt, apoyado en una excelente fotografía en blanco y negro incide en los aspectos más melancólicos y amargos de lo que significa ser un espía, rehuyendo todo el glamour típico del cine de espías. En esta película el personaje nos es totalmente cercano y llegamos a empatizar con él, aunque uno de los aciertos del film es que nunca sabemos por dónde nos va a asalir dicho personaje. Si esta película tiene una virtud, es la de sorprender argumentalmente hablando, aunque evidentemente tiene una base literaria en la que se apoya.
Y para que eso quede más claro, Ritt opta por los diálogos, algunos de ellos interminables en largas secuencias en las que hay que estar totalmente atento para no perderse detalle. Habrá quien piense que esto puede ser una lata, pero yo pienso que el film tiene un ritmo increíble y la "acción" está en esos mencionados diálogos, recitados con endiablada rapidez, confundiéndonos cada dos por tres y dándonos nuevos datos de su intrincado argumento. Gracias a esto, llega un momento en el que no sabemos qué es verdad y qué mentira. Acción física apenas hay, y la puesta en escena es seca, dura, áspera, en consonancia con la historia que se cuenta.
La película tiene su baza más fuerte en la poderosa interpretación de Richard Burton, totalmente antológica. Sorprendiendo en cada escena, Burton construye un personaje complejísimo, un hombre de a pie, con los típicos problemas de cualquier persona, pero totalmente eficiente en su trabajo, un trabajo que la mayoría de la gente no podría hacer. Curiosamente Burton fue nominado muy merecidamente al Oscar al mejor actor, al lado de Rod Steiger por 'El Prestamista' (de la que os hablaré próximamente), Oscar Werner (que aquí acompaña a Burton en un buen número de escenas inolvidables) por 'El Barco de los Locos', Laurence Olivier por 'Otelo', y el ganador: Lee Marvin (que compartía cartel con Werner en 'El Barco de los Locos') por 'La Ingenua Explosiva'. Aunque estaba difícil, no hace falta decir quién se merecía más el premio.
Una película muy buena, que no ha perdido ni un ápice de su fuerza, y con un final totalmente desgarrador, a tono con la historia, y más significativo de lo que parece a simple vista. Dejaos de cacharradas vacías, o de películas infladas hasta la desesperación. Si queréis pasar un rato de buen cine, entretenidísimo y lleno de sustancia, id a esa tienda de procedencia francesa y haceos con una copia de 'El Espía que Surgió del Frío'; está a un precio de risa, y no os arrepentiréis.
Más adaptaciones de John le Carré en Blogdecine: