Dice mi compañera Beatriz en su crítica de 'El Espía' ('Breach', 2007) una cosa con la que estoy totalmente de acuerdo, y otra no. Comparto la observación de que el film dirigido por Billy Ray es una película sobre todo de personajes, pero para nada que esta película sea un buen producto de suspense, o que contenga un mínimo de escenas de esas en las que te muerdes las uñas. Cuando hablamos de suspense, yo pienso en gente como Hitchcock, o Robert Siodmak, por citar sólo dos ejemplos, o incluso Shyamalan. Pero lo que ha hecho Ray con su película no se acerca ni de lejos a ese género, a no ser que no saber cuando te vas a quedar dormido con este plomazo de película se le pueda denominar suspense.
Al igual que en su anterior film, el correcto 'El Precio de la Verdad', Ray se inspira en hechos reales polémicos para narrar su historia. En este caso se centra en la vida del agente del FBi, Robert Hanssen, que en 2001 fue acusado de alta traición, después de haber sido sometido a una estrecha vigilancia, llevada a cabo por un compañero que le asignaron, y que tomaba nota de absolutamente todas sus actividades. 'El Espía' narra la relación entre estos dos personajes.
Lo único destacable de esta película es Chris Cooper, excelente actor donde los haya, y que evidentemente carga con el complejo personaje de Hanssen, el traidor que abrió una brecha en la seguridad de los USA. Pero es única y exclusivamente la absoluta entrega del actor la que da vida al personaje, su forma de moverse, mirar y hablar llegan para que sintamos fascinación o interés por él. Sin embargo, el guión es tan sumamente esquemático y pueril, que no hay apenas situaciones que ayuden a dibujar un mejor perfil del personaje. Algo parecido sucede con el de Ryan Phillippe, pero es que en éste además tenemos que soportar la endeble interpretación del actor, que curiosamente elige mejor sus proyectos, aunque como actor no se esfuerce ni lo más mínimo. Aquí pone siempre la misma cara para cualquier cosa, ya puede estar enfadado, o estar a punto de ser descubierto en su misión, que el tío ni se inmuta.
Puede que la puesta en escena de Ray tire hacia la sobriedad, tan difícil de encontrar en nuestros días como un trébol de cuatro hojas. Pero eso no llega, el ritmo es de lo más pausado, cayendo una y otra vez en el aburrimiento más desesperante. Y es que en la película no pasa absolutamente nada, salvo el hecho de que un agente tiene que vigilar a otro. Cuando la cosa parece que va a estallar, ya sea porque nuestro joven protagonista está a punto de ser descubierto, o porque tiene que entretener al personaje de Cooper en un decisivo momento, la película pierde más fuelle todavía, porque ninguna de las situaciones mentadas está bien desarrollada, y mucho menos resuelta.
La película también pretende contar algo cuando nos habla de las vida privadas de los dos personajes centrales, pero en el caso de Cooper todo está cogido con las pinzas, ya que uno nunca termina de saber bien si es o no un pervertido, y la interesante (sobre el papel) relación con su mujer se disuelve a pesar de un par de apuntes curiosos. Por lo que respecta al personaje de Phillippe, todo cae en el más absoluto de los tópicos, y tiene la misma falta de pasión que el resto. Menos mal que aparte de Cooper, tenemos a un pedazo de actriz tan inmensa como es Laura Linney, quien se merienda a todo aquel que le acompaña en escena con su personaje, que sólo sale un determinado número de escenas, pero las llena completamente.
Una película muy floja, que por cierto se une al grupo de films que nos llegan con un montón de retraso y que cuando se estrenan duran un par de semanas en cartelera y nadie se acuerda de ellas. En este caso, es algo lógico y comprensible.