El pasado fin de semana, a la espera de que la selección española de fútbol cumpliera los pronósticos y se proclamase nuevamente campeona de Europa (la historia de este formidable equipo daría para una emocionante película), me acerqué a uno de los dos multicines que quedan en el centro de Granada por pura necesidad. Me encanta ir al cine, a pesar de las numerosas razones para dejar de hacerlo, como el excesivo precio de las entradas o las palomitas, el doblaje, la insulsa oferta de la cartelera (cuya variedad es mera apariencia)… Da igual, sigo yendo cada semana. Había visto todo lo que había que ver, así que aposté por uno de los estrenos del viernes, el thriller ‘El enigma del cuervo’ (‘The Raven’), en especial por la curiosidad que me despertaba ver a John Cusack en la piel de Edgar Allan Poe. A los cinco minutos ya estaba lamentando mi decisión…
Según cuentan los guionistas, la idea de ‘El enigma del cuervo’ nació del misterio y la leyenda que aún rodea la muerte de Poe. A partir de ahí se jugó con la posibilidad de convertirle en auténtico protagonista de sus famosos cuentos de terror, mezclando la ficción con detalles auténticos de su vida. De este modo, la película nos traslada a la ciudad de Baltimore en 1849 para hacer de Poe el eje central de una siniestra trama detectivesca con un asesino en serie obsesionado con la obra del autor de ‘El cuervo’ (de ahí el título original del film), ‘La caída de la casa Usher’ o ‘El pozo y el péndulo’. Cuando un joven y modélico inspector descubre que los detalles de un brutal y complicado crimen aparecen descritos en uno de los relatos de Poe, intenta implicar a éste en la investigación; el famoso escritor, desesperado ante la falta de inspiración y de trabajo, se verá obligado a colaborar con la policía cuando el fanático secuestra a su prometida. Poe debe seguir las reglas de un macabro juego, publicando nuevos relatos basados en los crímenes, si quiere volver a ver con vida a la mujer que ama.
Siempre dije que ‘V de Vendetta’ (2005) podía valer como simple espectáculo de acción para pasar el rato, pero que era una torpe adaptación de un cómic mucho más potente, amargo e ingenioso. La obra de Alan Moore y David Lloyd ayudó a disimular las carencias y los titubeos de James McTeigue, que debutaba como director tras ayudar a los hermanos Wachowski en la realización de la trilogía ‘Matrix’. El segundo largometraje de McTeigue, ‘Ninja Assassin’ (2009; al igual que la anterior, producida por los Wachowski), confirmó sus limitaciones creativas, fue incapaz de dotar de intensidad y emoción a las escenas de lucha, la única excusa del film. Con ‘El enigma del cuervo’, su tercer trabajo, no queda duda alguna de su mediocridad como cineasta. Desde luego no da la sensación de que ha destrozado un buen guion (escrito por Ben Livingston y Hannah Shakespeare, muy poco inspirados con los diálogos) pero la trama y el personaje principal contaban con elementos de sobra para, con una inteligente puesta en escena, crear un violento y tenebroso entretenimiento.
Durante la gestación del proyecto (que en un primer momento iba a contar con Ewan McGregor y Jeremy Renner como protagonistas), antes de comenzara el rodaje, McTeigue dijo que ‘El enigma del cuervo’ se parecería a ‘Seven’ (1995) en el siglo XIX. Una estupenda manera de vender la película, lástima que la capacidad creadora y narrativa de este realizador esté a años luz del exigente y virtuoso David Fincher; como era de suponer, las similitudes entre ambas películas son solamente superficiales, en lo fundamental (el tono, la atmósfera, el ritmo, la progresión dramática, la decadencia y la perversión del ser humano, el devastador desenlace…) son muy diferentes. Pero sí, hay un sádico y arrogante psicópata que va dejando cuerpos mutilados y enigmáticas pistas, una investigación a contrarreloj protagonizada por dos hombres que van obsesionándose cada vez más con el caso, y una fotografía (en este caso de Danny Ruhlmann, cuidada pero impersonal) generosa en sombras y duros contrastes. Lo más extraño es que los responsables del film ni siquiera se han esforzado en la recreación de los crímenes, no logrando ninguna imagen impactante o turbadora para el recuerdo.
Esto me lleva a sospechar que se ha querido abarcar el mayor rango posible de espectadores, lo que en un relato como el que nos ocupa, que debe nutrirse del horror y la locura, es una jugada que lo condena prácticamente al desastre. Por el tibio tratamiento de los asesinatos, el caricaturesco retrato de Poe (al que Cusack interpreta con el histrionismo y la desgana que caracterizan los últimos trabajos de Nicolas Cage) y las rutinarias secuencias de acción, la película recuerda bastante al formato comercial y disparatado del ‘Sherlock Holmes’ de Guy Ritchie, aderezado con los elementos de thriller ya comentados. Pero la propuesta no termina de balancearse hacia ninguno de los dos extremos, lo que unido al desafortunado guion (que desaprovecha una premisa bastante jugosa), las forzadas interpretaciones (Luke Evans siempre impecable con su pose seria y preocupada, Alice Eve nunca demuestra química con Cusack ni va más allá de lucir escote, Brendan Gleeson no sabe qué hacer con un personaje desdibujado…), una puesta en escena sin imaginación y un desastroso montaje (¿cómo es posible que interrumpan la tensa escena del veneno para insertar una breve toma de Gleeson dentro de un carromato?) convierten ‘El enigma del cuervo’ en una de las peores películas que se han estrenado este año.