‘El desconocido’ (Dani de la Torre, 2015), que hoy se exhibe en Venecia, es la nueva apuesta de VACA Films por despuntar del resto de las productoras españolas, sabiendo que la diferencia que marca el camino está, siempre estuvo, en el cine de género. Si en su momento ya consiguieron un taquillazo con ‘Celda 211’ (Daniel Monzón, 2009) –sin duda el film estrella de la casa, al lado de aciertos mayores y menores−, el lucense Luis Tosar vuelve a encabezar el reparto de un film que dará que hablar los próximos meses, por su impecable factura de thriller de acción y por descubrir a un director que da lecciones a más de uno de qué hacer con la cámara.
Filmada íntegramente en A Coruña –la ciudad luce como si fuera una localidad estadounidense−, ‘El desconocido’ narra la historia creada por Alberto Marini, en el que quizá sea su mejor libreto, que sigue a un director de banco (Tosar) que, una mañana con sus hijos en el coche y camino del trabajo, recibe una llamada de un desconocido advirtiéndole que si uno de los tres se levanta de su asiento el coche explotará. La pesadilla ha comenzado.
Impecable trabajo de dirección
En los títulos de crédito finales el director concluye sus agradecimientos con la frase “al maestro Tony Scott”. El desaparecido hermano menor de Ridley Scott parece ser una de las influencias de Dani de la Torre, a quién se le ilumina la cara cada vez que habla de él, como si hubiese cumplido un sueño de rendir homenaje a alguien que le ha hecho pasar no pocos buenos ratos sentado en una butaca de cine. Y sin embargo dicha influencia es la más sutil, depurada a través de un montaje –obra de otro cinéfilo de envergadura, Jorge Coira− mucho más calmado que el Scott que solía marearnos la mayor parte de las veces.
De la Torre prefiere marcarse prodigiosos planos-secuencia a lo largo y ancho de la pequeña pero catártica odisea del protagonista, ya sea moviendo la cámara dentro del coche, inseparable compañera de un padre y sus dos hijos, mientras que el corte de plano a lo Scott viste el interior de un director de banco. Portentosa forma de retratar/vestir al personaje central, marcando las diferencias de su personalidad, ayudado, cómo no, de un Luis Tosar capaz de convencer al espectador de cualquier cosa. Repito: cualquier cosa.
En una hora y media, ‘El desconocido’ mantiene al espectador sentado en su butaca, nunca mejor dicho, acompañando a los sufridos personajes, y muy pocas veces ofrece cierto respiro, únicamente cuando la cámara se aleja para presentar al personaje de Elvira Mínguez en un impresionante plano secuencia que la sigue por toda una plaza, describiendo no sólo el lugar del que aparentemente el coche no puede escapar al control policial, sino la capacidad observadora de un personaje que dice mucho más cuando calla. Las miradas de la actriz son toda una lección de expresión facial.
Así pues, el nombre que realmente bucea por las imágenes de ‘El desconocido’ es Steven Spielberg. Ya no sólo porque otro de los planos secuencia realizados en la persecución, remite sin disimulo alguno –de hecho, figuraba así en el guion de rodaje− a ‘La guerra de los mundos’ (‘The War of the Worlds, 2005), sino por el drama familiar que obliga a un padre a hacer cualquier cosa para que sus hijos no salgan dañados, en un viaje que además supone toda una redención.
Drama cercano
(From here to the end, Spoilers) ‘El desconocido’ es además un duelo interpretativo de altura entre Luis Tosar y Javier Gutiérrez, a quien cualquiera reconocerá cuando hable por primera vez al otro lado de la línea telefónica –‘El desconocido’ es una película donde la identidad del culpable no es importante, sino por qué hace lo que hace−, demostrando con ello, y durante un buen rato, que uno de los instrumentos más importantes de todo buen actor es la voz. Cuando Gutiérrez hace acto de presencia, sobre todo en la parte final, la proeza interpretativa termina de redondearse.
Una aparición crucial y también catártica, pero una catarsis que se dirige al espectador, la primera ocasión en la que la película le habla de tú a tú al público, a un público que enseguida comprenderá al antagonista e incluso podrá ponerse de su parte, en lo que es una bofetada sin compasión –ojo, dentro de los márgenes de lo que es un thriller, pero no por ello menos efectiva− a una triste y terrible realidad, bien palpable para todo español de clase media/baja.
Con todo ‘El desconocido’ pierde algo de fuelle en su tramo final –es mucho más interesante el planteamiento de la situación y el posterior conflicto, que la resolución del mismo−, aunque no demasiado; también adolece de cierta tendencia al subrayado visual –sobran muchos planos cenitales que sí, quedan bonitos, pero no aportan nada−. Desaprovecha algo a un actor como Fernando Cayo, quizá por culpa de un personaje demasiado simple en el que no hay dónde profundizar –algo parecido le pasa al de Goya Toledo−, todo lo contrario que el descubrimiento de la película: Paula del Río, actriz que se somete a todo un tour de force al lado de Tosar, saliendo más que airosa.
Cine de evasión del bueno, que más que evadirte de la realidad, te la recuerda en el contexto de un thriller trepidante –y que tiende hacia la poco practicada, hoy en día, síntesis−, recordándonos que puede haber segundas oportunidades, que el diálogo es quizá lo más importante entre dos seres humanos –“hablad y entendeos”, dice la hija en cierto importante momento−, y que la venganza tal vez no sea el camino, pero muchas veces es más que comprensible.
Si me he levantado todas las mañanas durante los últimos años ha sido para ver cómo ciertos hijos de puta ven una película como ‘El desconocido’ y que, a partir de ella, barajen, todos los días al salir de su casa, la posibilidad de vivir con miedo.
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