'El Demonio de las Armas', obra cumbre de un desconocido

Primero de nada aclarar que Joseph H. Lewis no es ningún desconocido para cualquiera que se precie de ser un buen cinéfilo. Pero para la mayoría de la gente este nombre le sonará a chino y sí es cierto que nunca alcanzó una fama tan grande como pudieron alcanzar otros directores clásicos, y no necesito ahora ponerme a citar los nombres de siempre, que ya todos los conocéis de sobra. Lewis pertenece a ese grupo de semidesconocidos que aportaron al cine su grano de arena, logrando que las películas tuvieran un reconocimiento por encima de sus propios nombres. Por cierto, que 'El Demonio de las Armas' es conocida con dos títulos en inglés: Gun Crazy y Deadly is the Femmale, siendo éste el primero que tuvo esta película. Más tarde se le colocó el otro, y ahora puede ser confundido con esa especie de remake que en los 90 potagonizó Drew Barrymore, y que es un espanto de los horribles.

'El Demonio de las Armas' es un fascinante film que narra la historia de amor entre un hombre y una mujer, obsesionados y unidos hasta el fin de los días por su pasión por las armas. Después de haber tenido una infancia un poco difícil, Bart Tare, regresa a su pueblo natal, donde un día conoce a una bellísima mujer que trabaja como tiradora en un circo. Pronto surgirá la atracción y pronto se dedicarán a vivir la vida. Pero un día el dinero se acaba y comenzarán a cometer robos para subsistir. Las cosas irán cada vez a peor, y la pareja se convertirá en los delincuentes más buscados del país.

Estamos ante algo más que un film de cine negro. Estamos ante la perfección absoluta vista desde cualquier punto de vista, un estudio piscológico de personajes tremendo, una historia de amor imposible a lo 'Malas Tierras' o 'Bonnie & Clyde' (films que beben descaradamente del de Lewis) realizada con total precisión, y en la que todos sus elementos funcionan como un mecanismo de relojería totalmente nuevo. Y es que una de las características de esta película, vista 50 años más tarde, es la de no haber perdido ni una sola gota de su vigor, al contrario. Y cuando dentro de otros 50 sea revisada, pasará exactamente lo mismo. En este caso, el paso del tiempo consolida lo que es una obra maestra imperecedera.

Lewis hace gala de un dominio extraordinario de la técnica narrativa. Después de unos breves minutos en los que se nos informa de la niñez del protagonista y de cómo le controla su obsesión por las armas, pero jamás las usaría contra un ser humano, el film se adentra de lleno en la relación del personaje masculino con la mujer a la que conoce y que comparte su misma pasión, pero con una gran diferencia: ella puede cometer actos brutales con un arma si se ve dominada por el miedo. Esta constante marcará toda la película, y la subrayará de forma magistral en la secuencia en la que ambos intentan separarse. Tal y cómo él le dice a ella, son como un arma y su munición, no pueden estar separados. Aunque queda bien claro que quien arrastra a un mundo de perdición es ella a él, en la mejor tradición del cine negro. Una excelente femme fatale encarnada por una morbosa Peggy Cummins, que está en estado de gracia, desprendiendo una sensualidad pocas veces vista en el cine, y acentuada con ese mencionado detalle del miedo, lo que la aparta un poco de las demás femmes fatales vistas en otros títulos.

Lewis no abandona ni un sólo momento a los dos protagonistas, ya estén en el mismo plano o no. Con un uso de la cámara increíble, de enorme modernidad para la época (o más bien habría que decir que cuando se hace hoy día, realmente ya es un truco viejo), le imprime un ritmo sin descanso hasta el final. Todo el film avanza de un tirón con un crescendo dramático conseguido hasta límites insospechados. Atención a las virguerías visuales que el director realiza y sin ningún tipo de gratuidad. Baste mencionar el atraco a un banco en el que la cámara no abandona el interior del coche, lugar desde el cual serán filmados varios momentos y a cada cual más sorprendente. Todos ellos sabiamente conjuntados y dando paso a un final histórico donde los haya y de una belleza perturbadora.

Una obra maestra obligada para todo amante del Cine. Desgraciadamente, aún no la han editado en dvd en nuestro país, y eso que se trata del film más famoso de su director. Supongo que algún día enmendarán ese error, y es que afortunadamente, y poco a poco, eso sí, lo van editando todo. Mi sitio en la estantería ya está reservado al lado de otros cuantos. Qué jodío el que inventó el dvd, qué jodío.

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