Si algo funciona, es lógico que surjan productos similares para aprovecharse de su éxito. Esto es aplicable a todo negocio, pero me gustaría que el mundo del cine no se centrase cada vez más en ello, siendo las adaptaciones de franquicias literarias juveniles una de las vetas que menos alegrías nos ha dado, ya que sólo recuerdo con aprecio el caso de 'Los juegos del hambre', saga de la que hace bien poco pudimos ver el espectacular tráiler de su penúltima entrega -lástima, eso sí, que se hayan apuntado a esa odiosa moda de dividir el último libro en dos películas-.
Por lo demás, muchas pérdidas de tiempo más o menos importantes como 'La Saga Crepúsculo' o 'Hermosas criaturas' ('Beautiful Creatures', Richard LaGravenese, 2013) y a duras penas alguna propuesta aceptable como 'Divergente' ('Divergent', Neil Burger, 2014). Por suerte para todos, 'El corredor del laberinto' ('The Maze Runner', Wes Ball, 2014) no cae dentro del primer grupo, pero también se queda lejos de la franquicia liderada por Jennifer Lawrence, siento también a la que más se parece de todas.
Los problemas de identidad de 'El corredor del laberinto'
Tomando como base la novela de James Dashner, primera entrega de una trilogía que también consta de una precuela, 'El corredor del laberinto' corría el riesgo de convertirse en otra distopía juvenil cinematográfica de esas que tanto abundan, es decir, una premisa de corte fantastico normalmente muy mal desarrollada que en realidad sirve como telón de fondo para una trama romántica que sirva como elemento de enganche para las adolescentes menos exigentes. No es el caso.
En 'El corredor del laberinto' se opta por no dar al espectador ningún tipo de dato sobre lo que está sucediendo, una especie de experimento perverso con ecos de 'El señor de las moscas' en el que cada mes aparece un nuevo adolescente a través de una trampilla por la que también se hace llegar la comida al resto de habitantes del lugar. Ante sí tienen un gigantesco laberinto que parece la única salida, pero está lleno de peligrosas amenazas y nadie se atreve a quedarse dentro de noche, momento en el que la entrada a su zona queda totalmente bloqueada.
Es ese jugueteo con la ignorancia, tanto de los personajes como del espectador, lo que sirve para que sintamos curiosidad por lo que está por venir, aunque, eso sí, en todo momento da la sensación de que será algún otro experimento extraño organizado por una élite que se cree por encima de los demás para decidir qué es lo que le conviene a cada uno. Vamos, otros juegos del hambre, pero algo descafeinados al carecer todo el contexto sociopolítico que añadía mucho interés al universo ideado por Suzanne Collins.
La falta de chispa
Ya he apuntado que la principal virtud de 'El corredor del laberinto' es también se defecto más llamativo, ya que la curiosidad del espectador va decayendo a medida que las relaciones entre los personajes ganan peso, ya que el guión de Noah Oppenheim, Grant Pierce Myers y T.S. Nowlin está a caballo de lo aséptico y lo tópico en este apartado, lo cual condena a la película a coquetear peligrosamente con lo anodino una vez queda claro que no estamos más que ante una simple introducción que ni siquiera en su desenlace va a ofrecernos algo memorable.
Tampoco ayuda demasiado que tenga un reparto en el que lo más llamativo es la belleza de Kaya Scodelario, pero no porque los protagonistas hagan mal su trabajo -tan correctos como olvidables todos ellos-, ya que simplemente no consiguen trascender las limitaciones de sus personajes, todos puros arquetipos -quizá el de Patricia Clarkson podría salvarse de la quema, pero es que sale demasiado poco para hacer una valoración adecuada-. Es aquí donde se echa en falta contar con secundarios potentes o con una líder solvente y carismática como Jennifer Lawrence.
Esta aceptable pero molesta neutralidad también se traslada al apartado visual, donde no hay grandes hallazgos -hasta el propio laberinto carece de encanto alguno más allá de su imponente aspecto exterior-, posiblemente por la necesaria contención presupuestaria -30 millones son demasiado pocos para una producción así- para no arriesgar más de la cuenta, lo cual también lleva al debutante Wes Ball a no hacer grandes alardes -aunque sí se nota su inexperiencia en momentos puntuales-. No esperéis grandes escenas, un subtexto sugerente o magníficos momentos de tensión, simplemente un pasatiempo equilibrado que no destaca para bien o para mal.
En definitiva, 'El corredor del laberinto' es un digno pasatiempo que mezcla 'Los juegos del hambre' con 'El señor de las moscas' y que hubiese mejorado de forma sustancial de haber contado con un reparto más competente -hasta un guión insulso como este luciría mucho más solamente con eso-, ya que todo el peso de la acción recae realmente sobre ellos y no sobre el esclarecimiento de unos misterios que queda para próximas entregas -algo decepcionante el abrupto final en ese aspecto-. Con todo, se puede ver sin que te quede la sensación de haber desperdiciado tu tiempo. Ni tan mal.
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