El domingo de la semana pasada, nuestra queridísima televisión de toda la vida, a una de esas horas intempestivas, las 2:45 de la madrugada, programó uno de los clásicos del cine español, 'El cochecito', que el director italiano Marco Ferreri rodó en nuestro país allá por 1960. De hecho Ferreri comenzó su carrera cinematográfica en España, rodando tres películas, 'Los chicos', 'El pisito' y ésta que nos ocupa, la cual me puse a ver, primero porque era una de miscuentas pendientes, y segundo, porque el anterior film de Ferreri, 'El pisito', me parece una obra maestra absoluta, uno de los mejores títulos de nuestra cinematografía, perteneciente a una época, los años 50 y 60, en la que se rodaron verdaderas maravillas dentro de nuestras fronteras.
Y es que creo no exagerar si digo que aquellos años fueron los mejores del cine español, con las míticas películas de Berlanga que todos conocemos, o éstas que he mencionado, o títulos tan imprescindibles como 'Calle Mayor', 'La Tía Tula', 'Muerte de un Ciclista', y tantos otros. Films que hacen palidecer una buena parte del grueso de la cinematografía española actual, la cual muchas veces se cae por sí sola. Pero ése es otro tema.
El argumento de 'El Pisito' es, hasta cierto punto, delirante. Don Anselmo es un jubilado, cuyos mejores amigos son inválidos que poseen un cochecito para discapacitados, con los que se mueven a todos lados. Para no sentirse rechazado, Anselmo, hará todo lo posible por comprarse uno de esos cochecitos, que en realidad no necesita. Evidentemente se encontrará con no pocos problemas, y lo que primero fue un deseo, pronto se convierte en un capricho obsesivo, como si fuera un niño pequeño que ha cogido una rabieta por conseguir un juguete nuevo.
El perfecto guión de Rafael Azcona permite a Ferreri realizar un film que podría considerarse como una especie de respuesta al neorralismo italiano, tan de boga por aquellos años, realizando una descricpión totalmente detallada del Madrid de la época, reflejando además, con cierta carga irónica llena de humor, la despreocupación de los familiares por los ancianos. Pero lo que más llama la atención es la relación del protagonista con sus amigos inválidos, los cuales no dudan ni un sólo momento en dejarle solo en favor de las necesidades particulares de cada uno. Y de cómo Anselmo, queriéndose necesitado por sus amigos de siempre, es capaz de autoconvencerse de comprar un coche de inválido, para poder estar con los suyos, y no sentirse solo en la vida, en la que los demás le ignoran de idéntica forma.
Los actores están todos sensacionales, pero quien brilla en todo su esplendor es, evidentemente, don Pepe Isbert, uno de los más grandes secundarios de nuestro cine, aunque en algunas películas como ésta fue el protagonista principal. En uno de sus más legendarios papeles, Isbert destila humanidad por todos los lados, y es absolutamente imposible no querer a ese simpático, triste y cabezón anciano, obsesionado hasta límites insospechados con su nuevo jueguetito. A su lado, y en papeles más secundarios, tenemos a José Luis López Vázquez, que parece que lleva en esto del cine desde el principio de los tiempos, y a una joven Chus Lampreave, muy, muy distinta, lógicamente, a lo que décadas después nos acostumbró.
Una película muy buena, quizá un poco por debajo de la anterior, 'El Pisito', con la cual guarda no pocas similitudes. Lamentablemente, Ferreri no pudo seguir haciendo cine en nuestro país, ya que su visado de permanencia caducó y no se lo renovaron. Cosas que pasan.