De la misma manera que el cine español acude de tanto en tanto a revisitar de un modo u otro tanto los tres años de la contienda que enfrentó a las "dos Españas", como las más de tres décadas en las que nuestra tierra estuvo sumida bajo los designios del régimen y los antojos del generalísimo, nuestro homólogo argentino mira hacia atrás en ocasiones para sacar a la luz los muy oscuros momentos que vivió bajo la férrea dictadura militar que controló al país por medio del miedo desde 1976 a 1983; siete años en los que se cometieron crímenes horribles contra la humanidad y que están considerados como los de la dictadura más sangrienta de la historia de Argentina.
En las cuatro Juntas militares que se sucedieron en ese breve período histórico, se violaron de forma sistemática los derechos humanos, se produjo la desaparición y asesinato de miles de personas —las cifras que se manejan hablan de hasta 30.000 desaparecidos— y el secuestro masivo de recién nacidos y todo bajo una ideología que se acercaba peligrosamente a los postulados del nazismo y que se "vendió" al pueblo de la misma forma que el Tercer Reich hizo cuatro décadas antes. Y en estos años, en concreto en los tres finales, es donde Pablo Trapero sitúa la historia de 'El clan' (id, 2015), un interesante thriller que, desafortunadamente, va de más a menos a paso veloz.
'El clan', en descenso
Situándonos en el contexto histórico —aunque, sinceramente, para los que no son argentinos y desconocen lo que trascendió aquellos años, hubiera sido de agradecer una exposición más completa del mismo— para en seguida pasar a presentarnos a los personajes que serán el centro de atención exclusivo del metraje, Trapero arranca 'El clan' arropando su dirección en la calma y la elocuente frialdad que parece surgir de la voluntad del cineasta de asumir el talante de uno de los dos protagonistas principales de la acción, el patriarca del clan Puccio al que da escalofriante y metódica vida Guillermo Francella.
A través de la mirada muerta y carente de emoción con la que el actor se mete en la piel del monstruo que fue Arquímedes Puccio —si ya sorprende la calma queda con la que el cabeza de familia ejecutaba los secuestros, más aún lo hace la gélida actitud de defensa de su inocencia—, el director nos acerca a un relato ecuánime que, ni juzga a los implicados, ni se posiciona de parte de las víctimas. Y ese es el primer punto con el que este redactor no comulga con 'El clan': el que, revestida de un atavío documentalista, la cinta se plantee desde la neutralidad para evitar, ya la implicación emocional con los afectados, ya la repulsa trastocada en náusea a la que debería haber accedido.
Sin tocar ni uno ni otro extremo, 'El clan' se queda en un incómodo punto intermedio en el que Trapero va haciendo avanzar la historia de forma bastante episódica centrando su atención en tres de los secuestros que los Puccio llevaron a cabo y enfocando su mirada hacia los dos polos opuestos que son el padre y el hijo mayor encarnado con limitada convicción por Peter Lanzani. A caballo pues entre ambos, los constantes saltos temporales de la cinta, anunciados o no de forma previa por la conveniente acotación de fecha, no ayudan a que el respetable se implique más allá de lo normal en el desarrollo de la trama.
Es más, llegado el momento, cuando la cinta ha trascendido su primer y brillante acto y recorre con dificultad los tortuosos caminos que van del segundo al tercero, 'El clan' transforma la atención del espectador en un tedio que va en aumento conforme se aproxima la conclusión. El interés por los destinos de los personajes queda reducido pues al deseo de que todos encontraran justo castigo a sus delitos pero, insisto, se siente como algo ajeno y similar a lo que podemos experimentar cuando atendemos a una noticia cualquiera de las que a diario nos trasladan hechos criminales.
Y esto es cine, no un noticiero. Y el cine en general y el thriller en particular tiene que implicar al espectador. Tiene que agarrarlo por las gónadas y vapulearlo. Y cuando no lo hace, el resultado, por muy perfecto que pueda ser desde el punto de vista técnico o artístico —que lo es, tanto en la ejemplar dirección de Trapero como en una muy extensa parte del reparto— deja insatisfecho. Si a dicha insastifacción le añadimos el que nada se nos ofrezca fuera de los límites de la familia Puccio —un apunte original pero que juega en contra de la percepción final de filme— huelga afirmar que en la consecución de su propósito último, el de "gustar o no", 'El clan' se queda a medias.
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