La gran Ida Lupino no sólo tiene su lugar en el cine por haber sido una excelente actriz, vista en películas como 'El Último Refugio' o 'El Lobo de Mar', por citar sólo dos ejemplos, también tiene su lugar, aunque quizá más pequeñito, como directora de algunas películas realmente interesantes. En su momento os hablé de 'El Autoestopista', curioso film de suspense que influyó poderosamente en películas como 'Carretera al Infierno' (la buena, evidentemente). El mismo año, 1953, realizó 'El Bígamo', protagonizada por el mismo actor de aquélla, Edmund Gwenn, también con poco presupuesto, y de una modernidad impresionante para la época. Su título os puede dar una pista de por dónde van los tiros.
Un hombre acude con su esposa a solicitar ser los posibles padres de un niño adoptado. Como éste es un tema que se mira con lupa se realizan todas las investigaciones posibles sobre la pareja para poder decidir si son o no unos padres más que perfectos. El jefe de la agencia de adopción sospecha que el marido actúa de forma extraña, y pronto descubrirá en otra ciudad que está casado con otra mujer y es padre de un niño. Asombrado escuchará la historia del hombre de cómo llegó a esta situación.
Con un impecable ritmo Ida Lupino ahonda en la moral americana a través de la atrevida historia de un hombre casado con dos mujeres a la vez, manteniendo dos vidas distintas al mismo tiempo. Es curioso que el planteamiento, casi de telenovela hoy en día, esté tratado con pasmosa modernidad en plenos años 50, y más en los Estados Unidos. Parece mentira que esta película tenga ya más de 50 años, y sin duda está adelantada a su tiempo, algo que la puede convertir en una especie de rareza, como les sucedió a otros títulos a los largo y ancho de la historia del cine. No obstante, a pesar de lo arriesgado del asunto, Lupino aprueba con nota alta la operación, consiguiéndola hacer muy creíble gracias a sus personajes, perfectamente dibujados, y prácticamente todos huyendo del tópico.
Al contrario que 'El Autoestopista', aquí Ida Lupino no sólo se reserva las tareas de dirección, sino que también interpreta uno de los personajes centrales en una jugada bastante inteligente al "enfrentarse" directamente con Joan Fontaine, que siempre ha tenido cara de niña buena y poco despierta, por así decirlo. Ésta interpreta a la primera mujer del protagonista, la cual no puede tener hijos (de ahí su punto de partida). La Lupino hace de mujer más despierta, aunque desengañada por experiencias amorosas no muy fructíferas, un ser con más vida. La fragilidad y la delicadeza contra la entereza y la viveza, llegando incluso a leves y sutiles sugerencias sexuales, marcando una clara diferencia en ese aspecto entre las dos mujeres. Dos mujeres que serán las verdaderas protagonistas de la historia, en su sorprendente (por atrevido e inusual) final, cuando las cartas son puestas sobre la mesa.
A su lado, Edmund Gwenn, posiblemente un pelín por debajo de las dos actrices, las cuales aguantan mejor el peso de la función, a pesar de que el personaje masculino es el eje central de toda la historia. Aunque aparezca más en pantalla, y entendamos perfectamente algunas de sus decisiones, hay otras que no terminan de convencer, sin duda uno de los puntos flacos del film, y me refiero evidentemente a lo narrado al principio del flashback, que suena un poco forzado. Edmund O´Brien, uno de esos secundarios de lujo, interpreta al jefe de la agencia de adopción, en un papel poco sustancioso, pero al menos podemos disfrutar de la presencia de este gran actor.
Una buena película, que no ha perdido ni un ápice de frescura, por lo menos temáticamente hablando. Por otro lado es una pena que títulos como éste no tuvieran más repercusión en su momento, siendo hoy un film prácticamente olvidado. Menos mal que hace bien poco ha sido editada en dvd en nuestro país por Suevia Films, en una edición de la que no me fiaría demasiado, pero menos da una piedra.