Terrence Malick, aunque se resiste a ser fotografiado y a conceder entrevistas, lo que le confiere un aura de misterio y la sensación de que se trata de un ermitaño incapaz de relacionarse con el mundo, ni está solo ni está desconectado del mundo. Le acompañan (le han acompañado siempre), en su viaje estético y vital, nombres como los del filósofo Martin Heidegger, el poeta Walt Whitman o el escritor, poeta, agrimensor, naturalista, activista, anarquista, conferenciante y fabricante de lápices Henry David Thoreau. Y por su visión panteísta y su condición de creador de imágenes, está realmente conectado al hombre, a la vida y al mundo. Desde 1973 ha dirigido cinco largometrajes y, aunque jamás será acreedor de (siempre sospechosos, o casi siempre) consensos de ninguna clase y en ningún lugar, ahora goza de un enorme prestigio como cineasta y de una libertad en sus proyectos con la que pueden ejercer su misión muy pocos (contados con los dedos de una mano) directores en el mundo. Un privilegio conquistado, y no regalado por nadie, a base de coherencia y de una total fidelidad a sí mismo y a su misión de escultor de imágenes y sonidos cinematográficos. Imágenes y sonidos que da la impresión de pertenecerle sólo a él, en verdad, y con los que ha construido una obra breve en títulos pero enorme en cuanto a su capacidad de arrastre, su vuelo poético, su refinada e inimitable búsqueda de lo invisible. Esa indagación abstracta en regiones del alma y de la mente que para muchos artistas queda vedada.
Ahora, tras su paso triunfal por Cannes (no exento de voces que la aborrecían), ha llegado a España la última de estas películas (dicen que ya tiene terminado el rodaje de la siguiente, y que prepara una séptima) y son esperables y lógicas las reacciones dispares (hasta opuestas) ante una película absolutamente inclasificable, alejada de cualquier otra que podamos ver en una pantalla ahora o nunca, y ante la que no es posible acercarse, y mucho menos realizar un análisis medianamente serio y valioso, haciendo uso de las herramientas o los arquetipos que tantas veces se emplean cuando se trata de escribir sobre una obra cinematográfica, pues sus múltiples aristas (conceptuales, filosóficas, formales, temáticas, técnicas, líricas) lo impiden, ya que Malick llega quizá más lejos que nunca en su particular y muy radical concepción del cine. Pero, aunque radical, palpitan en sus imágenes, aunque sea en el subsuelo de ellas, algunas de las indagaciones espirituales de los más grandes directores norteamericanos (Ford, Capra, Lynch), europeos (Truffaut, Erice, Resnais) o asiáticos (Ozu, Mizoguchi, Yimou), y participan de una universalidad incontestable, que las convierte en plenamente accesibles para cualquier ser humano. Una película que, además, encuentra en sus enormes desequilibrios estructurales su verdadera razón de ser y su indescriptible éxtasis emocional. No es la perfección, ni la verdad, lo que aspira a capturar esta hermosa película, sino la escurridiza, luminosa y percutante energía de la vida misma.
Muchos se acercarán a esta película y sentirán un irresistible y feroz rechazo. Probablemente abandonen la sala o se sientan defraudados. No es nada nuevo. Reacciones similares tuvieron lugar cuando ‘La delgada línea roja’ (‘The Thin Red Line’, 1998) o ‘El nuevo mundo’ (‘The New World’, 2005), vieron la luz. La probabilidad de que esto ocurra será mucho mayor si el espectador no conoce la obra previa de Malick, o si no es consciente de que este director no tiene el menor interés, nunca lo ha tenido, en entretener o enamorar al espectador con una historia bellamente filmada. No son cosas que le interesen o que le muevan para salir de su casa y ponerse a filmar una película. Tampoco le interesa una narración convencional, o filmar un episodio de la vida de un personaje como lo haría cualquier otro director. Aún quedan algunos artistas en el mundo que son capaces de elaborar un mundo propio en las páginas de un libro, o en las imágenes y sonidos de una película simplemente porque ellos respiran y beben eso como una forma de vida, y una misteriosa chispa en su interior les obliga a establecer sus propias reglas y a no hacer algo que a se haya hecho, o no de la misma forma. Es decir, son creadores. Y no pueden dejar de serlo. Ni siquiera les interesa la narración, ni la trama. Sólo una cosa les importa, y es permitirnos, a nosotros, asistir a las secretas conexiones de todas las cosas vivas, como demiurgos o profetas capaces de comprender todo lo que nos destruye y nos llena de paz, todo lo que tememos y lo que amamos, lo que nos aprisiona y nos hace libres.

Amar es perdonar, comprender, aceptar
Algunos analistas que la habían visto decían que ‘El árbol de la vida’ (‘The Tree of Life’, 2011) era una obra de enormes ambiciones, que trataba de conectar poéticamente al ser humano con los orígenes del universo, y que en su secuencia se buceaba en cuestiones metafísicas inextricables y crípticas. Todo ello desde una puesta en escena muy autocomplaciente y forzada, hasta grandilocuente. Para mí, la realidad es muy otra. No existe tal ambición desmesurada (al menos, en lo temático) ni tales elementos crípticos. Siendo una película con algunos grandes defectos (sobre todo en su zona final), sorprende por la enorme contención de su estrategia estética y porque, aunque su carácter espiritual la lleva a mostrar imágenes como la creación de una supernova o el surgimiento de un enorme dinosaurio en una playa, sorprendentemente su cámara jamás se aleja de la realidad de una familia de Texas, del nacimiento de un niño, del pulso vital de lo cotidiano. Su único interés es el hombre, y el corazón de esta película es el perdón como la única y definitiva prueba de amor pleno y definitivo, y como territorio final de redención y sosiego. Y a partir de ahí la imaginación de Malick propone una zambullida sin límites a los misterios indescrifrables de la infancia, y es de tal calibre su aportación que se inscribe con letras de oro en la larga tradición de esas maravillosas películas que han hecho de la transición de niño a adulto la medula espinal de su secuencia.
El director se crió en Waco, Texas, en una familia conflictiva de grandes altibajos económicos y sentimentales, y tuvo una adolescencia marcada por el contacto con la naturaleza y el aprendizaje de los resortes violentos del mundo que le rodeaba. Su hermano murió en circunstancias que nadie conoce bien del todo. Pero sí se conoce que él se ha sentido durante años terriblemente culpable por ello. Estamos, por tanto, ante una confesión fílmica en toda regla, y ante la expresión dramática de unos demonios interiores violentísimos y muy dolorosos, pero también ante la evocación plácida, sensorialmente apabullante, de unos recuerdos muy intensos. En la ficción son los recuerdos de un hombre roto y perdido en una gran ciudad, agobiado por enormes edificios de cristal y acero, y por un trabajo que le aporta dinero y posición, pero que le vacía por dentro y no le hace feliz. Ese hombre, al que aporta su rostro el imprescindible Sean Penn, es un alter-ego evidente del propio director, y cuando no vaga por el fotograma o conversa oscuramente con su padre en un ascensor que le lleva a ninguna parte, se evade en la remembranza de su infancia con sus dos hermanos, que en la cosmogonía de Malick viene a representar el paraíso perdido que ya vimos en las sociedades preindustriales de las Islas Solomon de ‘La delgada línea roja’ o en la Virginia salvaje de ‘El nuevo mundo’. Se trata de un hombre que anhela recuperar una inocencia y una alegría que en su vida parecen perdidas, y que pasan por aceptar las propias enormes limitaciones y que la muerte es invencible y caprichosa, pero que no puede arrebatarle todo lo bueno que ha conocido.
Pero para ello tendrá que recordar (es decir, volver a pasar por el corazón) muchos acontecimientos terribles y oscuros que le marcaron para siempre y que sólo ahora, siendo un hombre maduro, puede intentar comprender. De este modo, la película es un enorme flash-back, que en los primeros momentos son como fogonazos que golpean su cuerpo y que luego, durante dos horas, serán el eje central del relato. Nos convertiremos en él, y nos sentiremos completamente identificados (yo mismo me he sentido estremecedoramente retratado en mi relación con mi padre y con mi hermano) en su vértigo emocional, y seremos testigos privilegiados de la vida rutinaria de una familia media de mediados del siglo XX en un barrio residencial como pudo haber miles en Estados Unidos. Seremos parte de esa familia y se nos permitirá compartir sus momentos de euforia y sus miserias y épocas de dolor. Pero nunca desde lo moral o lo narrativo, y siempre desde lo sensorial, lo fugaz, crisol de instantes irrepetibles que, en su misma esencia, llega a convocar una tensión psíquica y espiritual muy difícil de describir y que sólo las grandes obras de arte pueden atesorar, y se descubre uno llorando ante sus imágenes, sin saber muy bien si las lágrimas están provocadas por la belleza de esas imágenes o por lo desgarrador y lacerante de algunas escenas. O quizá porque uno comprende que realmente ya no está solo en el mundo.

Rasgos de una complejísima puesta en escena
Bien sabrán los lectores que el rodaje tuvo lugar hace más de dos años, y que se llegaron a filmar casi 600.000 metros de película. Después del rodaje, Malick se dedicó, durante muchos meses, a pulir su obra obsesivamente, añadiéndole por primera vez elementos digitales, y el resultado es uno de los aspectos cinemáticos más perfectos de la historia del cine. Ya en el rodaje repitió el mismo esquema con el eminente operador Emmanuel Lubezki, cuando ambos convinieron en que toda luz sería natural, que todos los lugares de rodaje se verían completamente privados de cables o utensilios eléctricos, y que todos los planos serían cámara en mano, salvo muy pocos de grúa, que precisamente tuvieron lugar en el árbol que preside la casa. La cámara de Malick es más nerviosa y fluctuante que nunca, y no tiene miedo de efectuar furiosos barridos y panorámicas de derecha a izquierda y viceversa, así como de picar, contrapicar y torcer la cámara si con todo ello puede expresar con mayor potencia el estado anímico de sus personajes. Pero también caben en ella esos rasgos contemplativos, serenos, de obras anteriores, en los que queda patente su capacidad innata para la observación pura de la naturaleza, no como un entorno preciosista, sino como una metáfora de lo que quiere expresar y también como conexión de sus criaturas con algo más grande y eterno que ellos mismos. Los grandes poetas siempre observaron la naturaleza, no por un amor entrañable o ingenuo hacia ella, sino como constatación de que estamos unidos al entorno natural por lazos inmortales que, a su vez, nos vuelven a nosotros inmortales. En el cine, puede que haya muy pocos que comprendan (es un experto geólogo y conoce todas las plantas) o se acerquen a un río o a un bosque como lo hace él.
En ‘El árbol de la vida’, con un aspecto de 1.85:1, se han utilizado cámaras de 35 mm, así como cámaras submarinas y otras Panavisión 65 mm. También se ha trabajado, para los complejísimos planos del universo y de la creación del mundo, con cámaras Phantom de alta velocidad y cámaras digitales. En la pantalla, se tiene la sensación de obtener la película más heterogénea, a un nivel plástico, de toda la obra de Malick. Por otro lado, es la primera vez que filma imágenes de la vida contemporánea, siempre preocupado por un pasado más o menos reciente. Sin duda, es un cambio importante. Pero también prosigue en su obsesión por la luz cortada del amanecer y del atardecer, como la atmósfera perfecta para fijar los recuerdos. El montaje sigue siendo abrupto e impredecible, con cortes chocantes que superponen el mismo plano o simplemente le arrebatan segundos, o con enormes contrastes entre un plano y otro, tanto de significado como de tonalidad, lo que muchas veces trastoca drásticamente el flujo emocional de una secuencia y nos pone en la incómoda necesidad de tener que rellenar los huecos de la historia, siguiendo los hilos de los gestos o las réplicas. Todo es tan veloz, tan vertiginoso, como un recuerdo, y también, como tal, a menudo no sabemos si lo que estamos viendo es un hecho objetivo y dramatizado o bien un pensamiento o un anhelo o una necesidad de incluir en ese recuerdo actos o frases que nunca se hicieron o nunca se dijeron. En otras ocasiones, casi parece que asistamos más a un sueño, o al recuerdo de un sueño. Pero en lugar de desorientarnos o de confundirnos entre sueños y recuerdos, nunca perdemos el mapa emocional y sentimental de los personajes y eso nos ayuda a seguir la película con total perfección, sin perder jamás la tensión interna de la secuencia.
La cámara está muy encima de los actores, incluso de los bebés, en secuencias complejísimas. Malick trabajaba con un equipo mínimo y buscaba el ambiente propicio para que los acontecimientos ocurriesen realmente, más que ser fingidos o interpretados. Una técnica muy complicada de llevar a cabo, y que requiere de muchas horas y de una delicadeza y una dureza extremas. Pero de esta forma Malick es capaz de apresar numerosos instantes casi mágicos, en los que el azar, la improvisación, y hasta la verdad, hacen su aparición de repente. Todo para construir algunos de los momentos más hermosos del cine reciente: el niño que comienza a tocar la guitarra en segundo término y el padre le acompaña, abrumado por la emoción, con su piano; la mariposa que vuela alrededor de la madre y finalmente se posa en su mano; los niños de pocos meses de edad jugando en el jardín de la casa y compitiendo por el cariño de su madre con muy diferentes tácticas; el bebé que apenas gatea por el suelo enfrentándose a la enorme escalera de la casa, escalera que terminará en una buhardilla que más adelante albergará algunos de sus sueños recurrentes; los hijos aprovechando la ausencia del dictatorial padre para convertir la casa en un espacio de anarquía y risas; la piedad de un dinosaurio cazador hacia su presa, cuando ya la tiene acorralada; la reunión celestial de familias en una playa de ensueño… Malick se lanza con toda su potencia visual a hablar con Dios, a preguntarle por qué los seres queridos mueren y por qué nos sentimos tan solos, para así librarse de la culpa del hermano muerto, para situar al hombre más allá de lo narrativo y buscar la belleza de lo que no se ve, pero se siente.

Dicen que Sean Penn, al ver su personaje reducido a un mero fantasma en la película, se ha cogido un buen cabreo. Pero a mi modo de ver, su presencia fugaz, casi trastornada, es vital para la película, y ejerce de ancla y de pregunta ante la respuesta que son los recuerdos, y si su segmento hubiera disfrutado de mayor tiempo, el enorme peso de las vivencias de los chavales habría quedado aún más desequilibrado y la película, ya de por sí agotadora, se hubiera aniquilado a sí misma en una sucesión de viajes hacia el pasado y hacia el presente. Brad Pitt, cuyo personaje estaba previsto que lo interpretara el fallecido Heath Ledger, borda un dificilísimo trabajo de contención y de explosión, que fácilmente podría haber caído en lo exagerado o incoherente, pero que este actor cada vez más dueño de su talento, es capaz de clavar con una precisión admirable. Sin embargo, la unión de todos los personajes al final, las imágenes del interior torturado de Penn, la elegíaca secuencia de la playa en la que la madre sigue hablando con Dios y tienen lugar tantos reencuentros, queda bastante forzada, y no acaba de encontrar el necesario tempo y la necesaria fuerza expresiva, como si Malick hubiera necesitado de una hora más para ensamblarla debidamente, y aunque no empaña todo lo demás, ni mucho menos, desmerece bastante del largo segmento de los niños, en cuyos juegos y descubrimientos está, de lejos, lo más valioso de esta audaz película. También en la relación de un hijo con su padre, tan generoso y cálido como estricto y violento, maestro de los sinsabores y la agresividad de un mundo despiadado.
Las conquistas de una obra revolucionaria
Y así, poco a poco, odiaremos a un padre que representa la oscuridad, mientras la madre representa la luz. Pero luego sentiremos piedad por un progenitor que también es un hombre roto y vacío, para el que la vida es demasiado dura y pesada, y que detrás de toda su dureza esconde mucho dolor y mucha frustración. Y poco a poco iremos viendo como el perdón y la aceptación y comprensión total del otro es la llave para que el pasado por fin se cierre y, quizá, se abra un futuro que parece cada vez más negro. ‘El árbol de la vida’ se instala en este presente oscuro dominado por el capitalismo salvaje y la crítica situación individual de cada uno, pero vuelve la mirada a un pasado que puede darnos la libertad, la energía y la alegría de volver a empezar y así construir un mundo, y sobre todo un interior de cada uno, más libre y esperanzador. Terrence Malick, aunque siempre narra algunas de las más terribles negruras del alma del hombre común, tiene plena confianza en él, y no se cansa de esperar que lo mejor de él reemplace a lo peor y que seamos capaces de encontrar la belleza en el mundo que nos rodea y dejemos de revolcarnos en nuestras miserias. La música de Alexandre Desplat (quien, al parecer, ha tenido una relación creativa con Malick tan tortuosa y llena de problemas como la tuvieran Hans Zimmer o James Horner), uno de los compositores más inspirados de la actualidad, es complejísima y también incide en toda esta búsqueda de esperanza a través del camino del dolor y la oscuridad. Más que llamar la atención sobre sí misma, con melodías o sinfonías destacadas, se incrusta a la perfección en el collage audiovisual que construye Malick, acompañada también de grandes piezas de Bach, Brahms y otros.
Obra lírica antinarrativa, verdadera investigadora de nuevas formas cinematográficas, y a la vez compulsiva confesión en forma de arte, ‘El árbol de la vida’ es una experiencia sensorial obligatoria para todo aquél que no encuentre ya satisfacción en las formas más obsoletas y anticuadas del cine como cuentacuentos, y sí como el exacto soporte de los recuerdos y de los sueños.

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Festival de Cannes 2011: ‘El árbol de la vida’, un precioso y amargo viaje (por Juan Luis Caviaro)
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Bob
Hasta cierto punto, tengo que darte la enhorabuena, porque como dice luissss has hecho una crítica de esta película alejado de todo rasgo de fanboy y admitiendo errores. Además he respirado aliviado al terminar de leer el post y ver que solo era una crítica y no el primero de los veinte fascículos de un ultra-mega análisis.
Yo el principal problema no lo veo en la "agilidad" o "lentitud" de las obras de este señor, puesto que yo disfruto como un cochino con cosas como 'Macbeth' de Orson Welles, 'Hasta que llegó su hora', 'El padrino', 'Dersu Uzala', 'Apocalypse Now' o la reciente 'The way back'. Lo de la forma de rodar contemplativa, es algo con lo que, con todo el derecho del mundo, algunos casarán, pero yo en absoluto. Esa forma de rodar apuntando la cámara a media cara o a un brazo me saca de la película y, por muchas caricias o miraditas y todo lo que querais, provoca que no entremos de lleno en los sentimientos de los personajes (con la clamorosa excepción del enorme Nick Nolte de 'La Delgada Línea Roja', es físicamente imposible que un actor haga una buena interpretación digna de oscar en una película de Malick, porque tanto la forma de rodar de este señor, como los tijeretazos que hace luego en el montaje impide que los actores se luzcan). Tampoco voy a poner en duda lo impresionante de las imágenes cósmicas (mérito de Douglas Trumbull y no de Malick).
POSIBLES SPOILERS (no del argumento, sino de algunas escenas sueltas):
Pero lo que a mí de verdad me saca totalmente de las películas de este señor son todas las vaguedades que inundan el metraje. ¿Qué sentido tiene que cuando la madre recuerde un viaje en avioneta, acto seguido salga una ridícula imagen onírica con ella revoloteando en el aire delante de un árbol? ¿O los numeritos que protagoniza el niño con un camisón de su madre? ¿O la escena de los dos hermanos jugando con la escopeta de juguete? ¿O cuando se pone a llorar a solas por Dios sabe qué? ¿O ese tramo final? ¿Quién puede emocionarse con estas cosas?
FIN DE POSIBLES SPOILERS
¿Quien puede defender todo esto? Con argumentos, claro. Porque aquí a la gente se le llena la boca con "Malick es un portento visual y con eso basta" o "Malick trasciende los lenguajes cinematográficos" pero poco razonar todo eso. Os subís a la grada con la camiseta de "yo amo a Terrence Malick y todo lo que representa" pero no saltáis al terreno de juego a jugar el partido. NO TENÉIS COJONES. Más que nada porque no contáis con argumentos de peso para defenderlo.
Este señor ya lleva dos películas ahogándose en su propio universo. Primero con esa portentosa inducción al coma que fue 'El Nuevo Mundo' y ahora con esta. Ha tenido ramalazos de grandísimo cine en muchas partes del metraje de 'La Delgada Línea Roja y, en menor medida, 'Badlands'. Cuando veo escenas como el brutal enfrentamiento por radio entre Nolte y Koteas o la toma final de la colina, me encarnizo, porque me doy cuenta de hasta donde podría llegar este señor si no se mirara tanto el ombligo y dejara los ejercicios frívolos para el salón de su casa. Despues de padecer 'El Nuevo Mundo' y 'El árbol de la vida' en el cine y de perder media tarde en mi casa con 'Días de cielo', 'Badlands' me parece estimable y 'La Delgada Línea Roja' la jodida Obra Maestra. Claro, que esto es en comparación con los tres ñordos restantes que pueblan su filmografía.
Estoy en un Domingo de resaca y me he tirado 40 minutos escribiendo un comentario sobre un director al que no soporto. Pero me da igual, ha valido la pena, porque me apasiona hablar de cine. La pena será que la única respuesta que tenga (salvo del amigo luissss y algunos más) sea que me abran la cabeza a negativos o actitudes clasistas como "no está hecha la miel para la boca del asno" o "este cine solo puede ser entendido por los que tengan alma de poetas", en lugar de rebatirme con argumentos de peso.
Un saludo.
H_P_Sierra
'El árbol de la vida' es la película que más me ha gustado de todas las que he visto en cines este año, y con diferencia. La vi hace casi un día, y no se ha ido de mis pensamientos todavía, pero eso no es nada, porque creo que estamos ante una obra que seguirá viéndose cuando Malick y todos los que estamos escribiendo aquí estemos muertos. El director ha radicalizado su estilo más que nunca y le ha salido su película más extrema y descompensada, y que a mí me parece la mejor de las cinco que ha hecho, por encima de 'La delgada línea roja'. Por lo visto la cara de la mayoría de los espectadores de la sala en la que la vi era para enmarcar cuando empezaron las imágenes cósmicas, pero yo ni me enteré, prácticamente desde el principio quedé hipnotizado por la pantalla, perdí la noción del tiempo (no como con la anterior película del director, que sufrí cada minuto) y estuve como en trance hasta que aparecieron los créditos, mientras Malick me contaba la historia de la vida y de una vida. Poquísimas películas me han emocionado. Y es que 'El árbol de la vida', como el cine del maestro Lynch, no hay que comprenderlo, ni entretenerse con él, "sólo" vivirlo.
Por cierto, se está emparentando a esta película con '2001', y a mí me parece una comparación facilona y superficial, porque, más allá del tamaño de sus ambiciones y la grandeza de ambas, las dos películas no tienen prácticamente nada más en común, la visión de Kubrick del hombre y la vida es totalmente desesperanzada mientras que la de Malick todo lo contrario, aunque en medio de la ilusión también aflore la amargura. No sabía que el filme tuviera tintes autobiográficos, pero lo sospeché en muchos momentos, si bien esta podría ser la historia de cualquiera de nosotros; como Massanet, yo también me vi retratado en la relación de ese niño con sus familiares y el mundo.
ffg
Esta película la recordaré en unos años como una obra que me ha hecho dar un paso enorme en mi maduración. Solamente lamenté que casi toda la sala creía que iba a ver un drama cotidiano, y se convirtió el lugar en poco menos que un circo. Fue algo llamativo ver personas de 30 años, incluso de 50-60 reírse a carcajadas, mientras yo, con 15 años para 16, estaba maravillado por semejante obra de arte. Espero que hayáis tenido más suerte en vuestras salas. Solo decir que esta película ya ha entrado en un grupo en el que se encuentran maravillas como "2001", películas incómodas de ver pero que justo cuando terminan te hacen crecer como persona.
PD: Para mí, la escena más bella de la película es aquella en la que Sean Penn cruza el marco de la "puerta". Insuperable.
191951
Como siempre pasa con Malick, con él llegó el escándalo. Yo nunca he sido demasiado amigo del cine de Malick, aunque siempre le he reconocido una manifiesta singularidad, pero tras el visionado de la película el viernes me he convertido al "malickismo".
Los que despotricais contra la película deberíais haber sabido lo que ibais a ver. Conociendo un poco la filmografía del director os podíais esperar una cinta como esta. Afortunadamente el arte nos ha ido dejando a lo largo del tiempo creadores y obras ajenas a su tiempo -y por ello eternamente vigentes-; Joyce, Poe o Van Gogh no creaban para tener éxito, ganar dinero o ser reconocidos, creaban desde una necesidad y bajo unas reglas precisas fijadas por ellos mismos. A Malick le pasa algo similar y en El árbol de la vida queda patente. Podremos discutir sobre el concepto del ritmo cinematográfico del director, tan personal, pero a nadie se le puede escapar la perfección formal que consigue. Desde un prisma mas comercial, Cimino era un director con un método de trabajo similar, y acabó devorado por su propia exigencia. Malick parece llevarlo mejor.
A mi modesto entender, Malick propone un ambiciosísimo discurso sobre la relación entre lo minúsculo y lo inabarcable, entre la infancia y la existencia, entre la familia y el universo, entre el padre de familia y Dios, manteniendo la idea de que el hombre ha perdido el contacto con ese discurso universal y que esa perdida le conduce al caos -que es claramente el lugar en el que se encuentra el personaje de Sean Penn-.
Como espectador, pienso en el modo en que tuvo que rodarse el plano del vuelo de la bandada de pájaros; en la observación previa, en la espera a que aquello volviera a darse, en definitiva, en la exigencia de quien se eleva sobre los planteamientos banales que observamos cada día y lanza una propuesta como esta.
FX
Creo que es la mejor crítica que he leido en este blog.
Enhorabuena maestro (y gracias).
David Sprough
La fui a ver ayer con mi mejor amigo que también es cinéfilo. Llegué a la sala sabiendo quién era Terrence Mallick, y creo que por eso no salí decepcionado en lo absoluto. Y hasta eso no es tan larga, como por ejemplo, "La delgada línea roja", mi reloj contó poco más de dos horas. En el camino de regreso a casa mi amigo y yo veníamos platicando acerca de los detalles visuales que más nos habían llenado la pupila, y en lo personal, no siento que me haya tocado el alma (proesa que han logrado en mí filmes como "Matar a un ruiseñor", "Mulholland Drive" o "7 días", por nombrar sólo algunos que me vienen a la mente), pero entiendo perfectamente a los que sí. Su mensaje panteista (más ambicioso pero no por ello más denso que el mensaje panteista de "El nuevo mundo") es muy entendible, sobre todo para los que simpatizamos con la filosofía de Baruch Spinoza.
Y en general eso es todo. No comparto el desprecio de Mallick por el argumento, ni su gusto aquel (que desconcertó a Sean Penn) de cortar escenas a tutiplén, ni su forma en general de ver al cine; pero comprendo a la perfección el tipo de cine que hace, el público al que lo dirige y su intención, que si uno analiza con la mente fría al final del día, descubre que no es egolatra en lo absoluto.
esdla
apoteosica, sin mas, si te sumerjes en su mundo y te dejas arrastrar por sus reglas, gozaras de una esperiencia unica, si no mejor que te ahorres el viaje, de cualquier modo Mallick no deja indeferente, para bien y para mal, y lo que es mas importante es fiel a su mundo.
la fotografia bellisima, Pitt decomunal, Penn magmifico,Desplat, como siempre o mejor.
luissss
Adrián, has realizado un gran y sentido texto, reconociendo tu admiración por Malick y su obra, aunque también admitiendo errores o partes del film menos logradas, como el epílogo: muy valiente y honesto, seguro, pero también llevado a cabo con algo de brusquedad dramática, aunque creo que ese era el propósito del director. Otra cosa que se podría discutir es si la parte central del film (a mi parecer, absolutamente maravillosa) necesita el apoyo místico y cósmico de la creación de la vida para elevar su potencial, cosa que dudo, aunque sin duda son imágenes hermosas y muy bien acompañadas musicalmente. Este es el Malick más agresivo, el más frontal y el que me parece más humano. También el más excesivo, el que tiene las digresiones más chocantes. Reconozco que esta película me ha llegado hondo y me ha parecido bellísima, con todas sus imperfecciones. Comparto gran parte de las opiniones esgrimidas por Adrián en su texto, muy acertado y sin el elemento fanboy que me esperaba (jeje). Grandísima obra, para ver una y otra vez. Para mí, la mejor película de Malick y la que mejor resume todas sus inquietudes formales y temáticas. Espero que las críticas negativas que vayan apareciendo por aquí sean constructivas y no mera tautología. Saludos.
alberto.macasoli
No he visto más que "La delgada línea roja" pero me acerqué a verla por el grandísimo trailer y la fama de Malick. Es precioso, como apuntan en la crítica, encontrar cine de raza. Que sabes que sale del mismo centro del corazón del tío que está dirigiendo. No es redonda, pero da igual. Te acompaña al salir de la sala y te deja una sensación que te une a ella. Eso la hace perfecta, eso te da ganas de ser cineasta.
Usuario desactivado
A mi que pretendan hacer filosofia medio barata de emociones a base de imagenes bastante explicitas de la creacion, temas trillados existenciales, gente severa y gente amorosa que hay que entender por que son asi, edipos y demas me parece que no aporta nada a estas alturas.
Lugares transitados, con imagenes bonitas de la infancia y otras cosas y un largo aburrimiento. ¿que hace pensar? otras cosas hacen pensar y no son tan pretenciosas y aburridas.
BoixKu®
Una película que a los que conocemos el hacer de Malick nos ha sorprendido pues se ha recreado aun más en sus planos y su percepción de la belleza, pero me ha sorprendido para bien, no parece ser así con el público mayoritario que acudió a las salas esperando ver una película de Brad Pitt y Sean Penn, no una de Malick, y que tanto en mi sesión como en otras que he podido contrastar con amigos la gente hubo momentos que incluso se echo a reír con una enorme falta de respeto ya que no entendían nada, pero no es que no entendieran el argumento, es que no sabían a lo que iban y no podían entender semejante factura y ritmo.
Sin duda el testamento cinematográfico de Malick que esta vez además de dejarnos clara su manera de ver el cine también lo hace con su particular visión de la vida, pues dadas sus vivencias (y desgracias) personales hay mucho de autobiográfico en esta obra.
Saludos.
Adam West
Estoy muy de acuerdocon Massanet.He visto la peli ayer y,a pesar de que el comienzo me resultó un tanto pesada y falta de interés,tras las impresionantes imágenes del origen del universo,la creación de la vida...me capturó,me atrajo y me dejó pegado a la silla hasta el final.La sala estaba llena y en general,no gustó mucho a la gente,pero a mí,personalmente,me habría encantado ver las 4 horas del montaje original.No me la he quitado de la cabeza desde ayer y cada vez me parece más sublime. A gran parte del público (mi novia incluida)la encontraron muy simple y sencilla,cuando yo la encontré cpmleja,densa,llena de matices,paradojas y metáforas que enriquecían la historia. El personaje de Sean Penn no le encontré ninguna función ni sentido,hasta que,antes de leer la crítica de Massanet,se me ocurrió pensar que Penn podía ser el propio Malick,parece un personaje atemporal,que flota alrededor de toda la película. En fin,que es un peliculón monumental,y si alguien les recomienda que no la vean,que es un rollo,id al cine y dejad de hablar a esa persona.
H_P_Sierra
¡Por fin! Empezaba a pensar que te había dado un síncope en la sala viendo la película, Adrián, que me parece que nos tenías a unos cuantos en ascuas esperando a que se publicara esta entrada.
No puedo ponerme con un texto tan largo en este momento, en un rato vengo, lo leo con calma y doy mi opinión sobre esta película que vi ayer y todavía no he podido quitarme de la cabeza.
Por ahora sólo digo una cosa: este post va a traer cola.
Herodoto
Gran crítica de una película que no me pienso perder :)
kirikin
Reconozco, que la última obra de Malick no me ha gustado. Pero también reconozco que la crítica de Massanet me ha parecido una maravilla, me ha encantado, en serio.
Alfonso Moral
Ya lo comenté por aquí, nunca había sentido nada igual en una sala de cine como cuando vi "El árbol de la vida", una obra de arte que marcará un antes y un después y no puedo estar más de acuerdo con la crítica de Massanet, la mejor que he leído sobre esta gran obra de arte.
rodrigol
De haber sabido ciertas cosas sobre este director no iba a ver la película ni metiendome setas. Me puedo imaginar lo que pretendía pero se ha perdido en el camino, revoloteando en el espacio durante 10 minutos. Que pretendes mostrar con una escena asi? demostrar al publico que tienes un poder inigualable para aburrir al espectador? me recuerda a 2001 Odisea en el espacio, con la diferencia de que los minutos "flotando sin sentido" si tenian relacion al menos con el ambiente en el que se desarrolla la peli! He leido que al director no le importa entretener al publico, pues por mi podria dedicarse a vender aspiradoras y hacer su arte como hoby, y asi no condenar a las personas a dos horas y cuarto de arte subrrealista. Si te gusto 2001 Odisea en el espacio la primera vez que la vista, entonces ve a ver esto, quizas aguantes.
avendetta
Me cuento entre las personas que se quedó clavada en la butaca sin poder explicar exactamente lo que esta película me ha hecho sentir.
Stephen
Los pelicos de punta, Massanet. Extraordinario texto, mi más sincera enhorabuena por escribir una crítica que trasciende la mera prosa que vemos en tantas críticas hoy en día.
Lo cierto es que ahora tengo más ganas, si cabe, de ver la película de Malick.
Un saludo.
MigueL
Después de verla ayer y tras pasar horas de restauración, voy a decir que es una *interesante película* y muy buena en su aspecto artístico. Una *banda sonora potente* e *imágenes bellísimas para la vista*.
Como opinan la mayoría, su parte central es lo mejor de la obra. Con su planteamiento en cuanto a la familia, el aprendizaje del ser humano, los sentimientos y valores que obtenemos, etc ...
El director. Su narración no me parece la más adecuada. Y ya lo he visto por aquí. El Árbol de la vida es *pretenciosa*. Mediante imágenes y con la prescindible situación de Sean Penn, provoca que desconectemos de la pantalla o de la historia que se nos está contando por segundos. Esa es mi impresión. Este trabajo narrado de manera más *convencional* hubiera llegado más al público, está claro.
Total, que es un título diferente a todo lo que nos rodea cinematograficamente hablando. Lleva consigo una funda grande y un fondo que por lo menos para mí, no es tan gratificante como para algunos.
Si, la vida y su recorrido hasta llegar a la muerte. Alguna vez cuando a uno le apetezca observar (desde el ojo de Malick) lo que representa el ser humano, pues que vea 'El árbol de la vida'.
1Saludo.
PD: Entré al cine y me dispuse a verla como algo diferente en cuanto me dí cuenta de que no era una película, sino una especie de documental acompañado del formato cinematográfico tradicional.
Lara Jones
Las obras de Malick me encantan, pero también es cierto que siempre las he visto en casa, con el botón del pause y el stop a mano. No sé si será muy arriesgado verla en el cine del tirón.
Salu2!
nowitzki
Deberia haber una version extendida, como tendria que haberla para su Nuevo Mundo. Pero bueno, Malick vuelve a demostrar que no tiene en absoluto el talento narrador de Kubrick y le cuesta conseguir ritmo en sus peliculas. Ahora, la fotografia de todas sus peliculas y en especial de esta, excepcionales.
Hansel77
Solo una cosa.
Yo si creo que es una película ambiciosa, porque desde el punto de vista creativo de conectar una historia para que lo explique todo y no se deje nada es uno de las principales que un escritor o creador se plantea en momentos determinados.. Momentos en los que el creador piensa que esta dando con algo nuevo, con algo completo y genuino y con la cuadratura del circulo.
Para ilustrar cinematográficamente este parrafo me remito a una parte de Adaptation ( El ladrón de orquídeas ) a la parte en la que Charlie Kauffman describe como empieza la historia que está escribiendo.. y describe el inicio del universo y el principio de la tierra y los dinosaurios y todo eso.. y eso es ambicioso.. y tratar de usar eso y que conecte con tu historia es ( creo yo ) prácticamente imposible usando una narrativa tradicional.
Por eso es muy interesante y alentador que con unos estilos narrativos más abstractos ( Adaptacion ) o más poéticos ( El Arbol de la Vida ) si consiguen meter todo eso y conectarlo con la historia.
Por cierto, dicha parte en Adataption es sobrecogedora y te lanza al nervio de crear y escribir de manera sublime.
Alexis
Tras esta critica y estos primeros comentarios estoy deseando ir a verla.
calick
Muchas veces leo tus críticas y no logro entender tu punto de vista, tal vez porque son películas demasiado convencionales y yo no creo que tus críticas lo sean en absoluto.
Pero para una película como esta, que acabo de ir a ver y que aún no he logrado procesar del todo, ayuda maravillosamente leer tu texto: aun teniendo más o menos claro -y sintiendo- lo que he ido a ver, todo se ha aclarado al leerlo, porque tú entiendes realmente a cada director, y tiene mucho mérito entender a alguien como Malick. Estas películas están hechas para que tú las critiques, Massanet. ¡Muy buen trabajo!
Anton Ego
Creo que Malick redimió al cine norteamericano este año (a nivel artístico, porque en taquilla ninguna cinematografía puede contra la mercadotecnia de Piratas o Capitán América) sólo se me ocurre comparar a Solaris o Stalker, ambas de Tarkovski.
Y me estoy refiriéndo sólo al avance, al trailer, aún no he visto la película. Qué ganas tengo porque ya viene la de Churrúsculo.
V4RVENDETTA
Paso de leer este articulo hasta tanto ver esta pelicula que llevo casi dos meses esperando, asi estare lo menos informado acerca de la tematica de la misma, aunque tengo una idea de por donde va.
Malick junto a David Lynch son en mi particular opinion los mas grandes directores activos o vivos de la vieja escuela, aparte de que han mantenido su escencia y no se han corrompido. Aunque se ha dicho en este mismo blog y otros lados hace poco, que Lynch no esta interesado en volver a hacer cine.
V4RVENDETTA
Tremendo articulo Adrian, termine de ver la pelicula y ahora que te leo coincido contigo en todo.
Un dato adicional, creo que la mayoria de las escenas fueron rodadas en la mañana para conseguir esa luminosidad en la camara. Ademas de las citadas camaras el uso Red One (camara digital de alto rango) en algunas tomas. La Dalsa no la conocia, tambien distintas camaras Arri.
Dentro de los propios parametros de Malick estamos ante el Malick mas experimental, romiendo y rehaciendo sus esquemas cada vez.
Yo venia a darle la razon a Sean Penn, pero leyendote creo que encaja perfectamente. El final no es el idoneo. No es la mejor pelicula de Malick, pero a nivel de forma e ingenio si lo es, a ratos me parecio algo semejante guardando la distancia a 2001 como en las secuencias del origen del universo y las escenas prehistoricas.
Se convertira en una obra de culto y clasico instantaneo.
Pienso tambien que Lubezki tiene preasegurado su Oscar como mejor cinematografia, Oscar que le quitaron en su momento por 'The New World' y que fue a parar a 'Memorias de una geisha', tambien hermosamente fotografiada, pero no mejor fotografiada que la version Pocahontas malickiana.
V4RVENDETTA
Adrian, se me olvido apuntar, el no uso camaras Panavision, fueron Arri. La Phantom (digital) para tomas de camara lenta, la Dalsa Evolution que tambien es digital y en algunas partes la Red One (digital).
V4RVENDETTA
No se si a estas alturas me leeras, pero el dinosaurio al borde del mar no esta naciendo, deduciendo que por 'surgimiento' te refieras a ello, es un dinosaurio que al parecer fue atacado por tiburones, fijate que el esta observando su lomo, ahi hay una profunda herida, en el siguiente plano vemos sangre en el agua y a seguidas tiburones.