Ray Bradbury es uno de las clásicos que, junto a Richard Matheson, aún no ha terminado de impregnar la cultura popular con el calado que merece. Artífice de novelas como ‘Fahrenheit 451’ y ‘Crónicas Marcianas’, asociamos su nombre al origen de la ciencia ficción como la conocemos ahora, pero se tienden a obviar sus significativos trabajos relacionados con el terror, especialmente en el terreno del cuento. En 1992, él mismo adaptó al celuloide uno de esos libros.
La idea original de Bradbury con este proyecto era trabajar con Chuck Jones, en 1967, cuando el director de animación estaba en medio de sus populares adaptaciones Dr. Seuss y finalmente evolucionó en forma de novela hasta que consiguió verla realizada como el quería veinte años después. ‘El árbol de la noche de brujas’ (The Halloween Tree, 1972), era un relato muy didáctico, en el que el escritor explicaba las tradiciones de la noche de difuntos en distintas partes del mundo desde su origen.
Terror infantil para adultos
El guión condensa bastante la novela, la complejidad de los ocho personajes hace que en la película se siga la aventura de sólo cuatro amigos, guiados por siniestro Sr. Moundshroud (con la voz de Leonard Nimoy), para descubrir el verdadero significado de Halloween mientras tratan de salvar la vida de su amigo enfermo. Viajan a través del tiempo y el espacio, para explorar el culto a la muerte en la humanidad el antiguo Egipto, al París medieval, pasando por el día de los muertos mexicano.
Esta adaptación a la pequeña pantalla contó con el apoyo del estudio de animación Hanna-Barbera, que en aquellas fechas comenzaba ya a facturar para Cartoon Network, y supone una curiosidad excitante para los fans de Bradbury, ya que es el mismo quien se encarga de narrar la historia, con su particular don de pintar cuadros a través de palabras, la resonancia de sus descripciones añade atmósfera a la concreción de los dibujos animados, sencillos pero suficientes para recrear con detalles su mundo de oscuridad.
Su carácter animado implica que está dirigido a un público infantil, pero su subtexto sobre la amistad y la profundidad del espíritu humano, envuelto en el oscuro mantra mágico de Halloween, son atractivos para espectadores de cualquier edad. De todas formas, este es uno de los pocos ejemplos que quedaron antes de que la programación infantil fuera aguada del todo de elementos subversivos, antes de que los padres tuvieran miedo de que sus hijos vieran historias que pudieran hacerles pensar o sentir algo.
Mensaje antidoctrinas
Junto al efecto amplificador de la voz en off, su música añade una dimensión melancólica y espectral que añade capas extra de profundidad a la sencilla animación. El compositor John Debney realizó la partitura antes de la también de culto en Halloween 'El retorno de las brujas' (Hocus Pocus, 1993) y es, sin duda, un paso adelante respecto a la habitual chirigota de dibujos animados de sábado la mañana con la que pudiera confundirse a primera vista.
Si uno examina la intención original del autor, se puede encontrar un irreverente caballo de Troya en la televisión americana. Dentro de los temas relacionados con el libro de la muerte, los fantasmas y muertos vivientes, trasciende una intención ilustradora, casi teológica, del absurdo de todos los cultos que logran visitar los chicos. En el fondo, la muerte como hecho unificador de culturas, desacredita la validez real de las diferentes religiones y todo ello dentro de un programa infantil
'El árbol dela noche de brujas' ganó un premio Emmy por su guión. Pero lo colorido de su contenido no es la principal estrella. El conjunto de detalles visuales escondido en los preciosos fondos, el desfile de texturas para hacer lo tenebroso un personaje, y la capacidad para recoger las melancolías otoñales de una típica pequeña ciudad de América, gracias a la puesta en escena del director Mario Piluso, elevan esta peliculita infantil a pequeña obra de arte, ideal para repasar en la víspera del día de difuntos, con niños o sin ellos.
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