Netflix ya lleva unos años a todo gas en cuanto a adaptaciones de videojuegos se refiere, pero este año ha cogido el turbo bien fuerte. Este mismo mes se acaba de estrenar la tercera temporada de 'DOTA: Sangre de dragón' y la segunda de '¡El show de Cuphead!', pero entre medias ha llegado un nuevo combatiente a la pista: 'Tekken: Bloodline'.
El propio Katsuhiro Harada ha estado muy metido en la producción del anime y ya en su momento quiso tranquilizar a los fans de la icónica franquicia de videojuegos respecto a lo fiel que va a ser la adaptación. Ahora, ¿qué tal ha funcionado como serie de anime?
Manteniendo las bases y cubriendo huecos
Por algún lado hay que empezar a adaptar y los responsables de 'Tekken: Bloodline' han decidido comenzar con los eventos de 'Tekken 3' indagando en la historia familiar de Jin Kazama.
Jin ha vivido toda su vida con su madre Jun Kazama, quien le ha entrenado como artista marcial. Cuando un antiguo demonio conocido como Ogre destruye su hogar y mata a Jun, Jin comienza a entrenar con su abuelo Heihachi Mishima con la esperanza de volverse más fuerte.
Tras años de preparación, Jin compite en el torneo del Rey del Puño de Hierro para defender el legado de su familia poder vengar la muerte de su madre.
Por un lado, adaptar 'Tekken' ya es complicado por la limitación de la trama, así que ha sido un acierto empezar por la tercera entrega y centrarse en un personaje con más historia y con el que podamos empatizar un poquito mejor. Aunque en general se ha mantenido bastante fiel al espíritu de los videojuegos, sí que se han hecho algunos cambios que han servido sobre todo para rellenar los vacíos en la trama.
La primera parte de la serie se centra sobre todo en el entrenamiento de Jin con Heihachi (y en todo su angst de adolescente), con un ritmo muy bueno que nos va planteando sobre todo la tensión familiar y la exhaustiva preparación para el torneo. Lo que nos deja prácticamente la segunda mitad del anime para explorar a tope los combates y todos los participantes, que es donde verdad llegamos a la chicha buena.
En general, 'Tekken: Bloodline' se mantiene bastante fiel a la historia original, con algunos cambios menores que son necesarios para la trama pero que funcionan bien dentro del anime. La mala noticia que traigo es que no debéis esperar un gran desfile de personajes de la franquicia, ya que muchos de los luchadores aparecen como cameos rápidos y otros han perdido mucho protagonismo por el camino.
Porque el anime es fiel a su nombre de "Linaje" y se centra sobre todo en Jin y su familia, con el resto de personajes quedando de fondo e incluso un poco desdibujados. Leroy Smith o King salen bastante bien parados y tienen un poco más de trasfondo, pero por desgracia los seis capítulos de duración de la serie no da tiempo a mucho más.
Aún así y como decíamos más arriba 'Tekken: Bloodline' tiene muy buen ritmo y dura lo que tiene que durar para no empalagar e ir directa a darnos muchísima acción. Casi da la sensación de que se planteó como una película de dos horas, pero el formato serie con los cortes adecuados le ha venido muy bien para mantener la tensión entre combates y no parece que haya afectado a la calidad de la animación.
Empieza el combate
Studio Hibari y Larx Entertainment se han encargado de la producción del anime, que a pesar de sus limitaciones nos ha dejado varios momentos con animación CGI bien potentes.
Como es de esperar, la animación es un poco limitada en las escenas menos intensas como diálogos y momentos más tranquilos. Por desgracia, el modelado y el tipo de animación también limita un poco la expresividad de los personajes, pero el buen doblaje compensa y de sobra (y ojo, que Isshin Chiba repite com la voz de Jin en el anime).
La parte buena es que precisamente este tipo de animación nos permite llegar a algunas secuencias impresionantes y brilla especialmente durante los combates. Los duelos están magníficamente coreografiados con golpes sacados directamente de los juegos y que también homenajea los combos de ataque e incluso a los efectos de cada golpe.
Precisamente el haber optado por animación CGI nos permite entrar en giros de cámara y ángulos muy dinámicos que convierten los combates en el plato fuerte del anime. Quizás el estilo anguloso y el acabado cell-shading no sea para todo el mundo, pero funciona perfectamente para este tipo de serie y los las escenas de lucha del último tramo son realmente espectaculares.
'Tekken: Bloodline' demuestra que se puede adaptar un videojuego, y más uno de lucha, manteniéndose perfectamente fiel al espíritu del material original. Ahora bien, si no se es demasiado fan de 'Tekken', todavía se puede entrar al trapo porque el anime de Netflix nos da el suficiente gusanillo de trama para que nos interese la historia de Jin, pero desde luego es perfecta para los espectadores más jugones.
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